El domingo el cable submarino que une Lituania con la isla sueca de Gotlandia dejó de funcionar repentinamente. Aunque no es habitual, a veces ocurre que las redes de barcos pesqueros o las anclas de otros navíos pueden dañar este tipo de cables, por donde circula el 95% del tráfico de datos del mundo. Las autoridades parecieron no dar importancia al suceso hasta la madrugada de este lunes, cuando la conexión submarina entre Alemania y Finlandia sufrió otro corte.
El segundo cable es mucho más moderno e importante que el primero. Desde su inauguración en 2016 no había sufrido ninguna interrupción en el servicio. El Gobierno alemán no tiene dudas sobre qué ha ocurrido. “Nadie cree que estos cables fueron cortados por accidente”, ha afirmado este martes el responsable de Defensa, Boris Pistorius, antes de una reunión de los ministros del ramo de la UE.
“Tampoco quiero creer en las versiones de que se trataba de anclas que casualmente causaron daños a estos cables. Por lo tanto, debemos afirmar, sin saber concretamente quién fue el responsable, que se trató de una acción híbrida”, ha continuado el germano: “Debemos asumir, sin estar seguros, que se trató de un sabotaje”.
Los dos cortes consecutivos “son una clara señal de que algo está pasando aquí”, ha sentenciado. La posibilidad de que Rusia lleve a cabo acciones híbridas de esta índole está sobre la mesa desde que comenzó la guerra de Ucrania en 2022. Los cables submarinos son una pieza crítica para el Internet mundial, ya que son significativamente más rápidos y más confiables que la conectividad por satélite, además de tener una mayor capacidad de transmisión.
Se trata de una infraestructura robusta pero tremendamente expuesta. El cable que unía Rostock con Helnsinki recorre unos 1.200 kilómetros a través del lecho del Mar Báltico. El corte se produjo al sureste de Öland, una isla sueca, más allá de las rutas marítimas habituales, han explicado los medios locales, cerca de donde se cruza con el cable averiado el domingo. Es propiedad de Cinia, la teleco pública finlandesa.
Los cables no cuentan con una protección específica. “Se protegen de sabotajes físicos y lógicos desde la propia estación de amarre hasta su entrada al mar, tanto los ductos como el propio cable, que va blindado evitando cortes. A partir de las 200 millas náuticas ya suelen ser aguas internacionales y solo podemos verificar cortes o intentos de corte”, explicaron a elDiario.es fuentes del sector de las telecomunicaciones.
No está permitido que los navíos se detengan cerca de los cables, que están registrados en las cartas marítimas. No obstante, esto solo puede detectarse si el barco lleva las balizas activadas, lo que sería difícil que ocurriera si su objetivo es atacarlo. El cable, por sí mismo, no detecta si algo se acerca a él. Para protegerlos, 10 países del norte de Europa constituyeron el año pasado una flota militar conjunta.
Los ministerios de Exteriores alemán y finlandés han emitido un comunicado conjunto para anunciar que llevarán a cabo una “investigación exhaustiva”. “El hecho de que un incidente de estas características levante inmediatamente sospechas de daños intencionales dice mucho sobre la volatilidad de nuestros tiempos”, destacan: “Nuestra seguridad europea no solo está amenazada por la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania, sino también por la guerra híbrida de actores maliciosos. Salvaguardar nuestra infraestructura crítica compartida es vital para nuestra seguridad”.
Sin embargo, este tipo de acciones híbridas se caracterizan por ser casi imposibles de rastrear. El mejor ejemplo es el sabotaje al gasoducto Nord Stream, ocurrido en septiembre de 2022, que transportaba gas natural desde Rusia hacia Europa a través del Báltico. Las explosiones también fueron calificadas como actos deliberados y generaron tensiones internacionales por la incertidumbre sobre los responsables y el impacto en la seguridad energética europea. Los únicos tres detenidos son ciudadanos ucranianos.
En este caso los cortes de los cables no han generado grandes contratiempos en la conectividad, ya que este tipo de conexiones suelen fortalecerse con redundancias que impiden la caída de la red por la pérdida de un cable. Pese a ello, los ciudadanos lituanos sí que tuvieron problemas de conexión durante algunas horas, según ha comunicado Telia, la principal teleco del país.
Rusia, por su parte, ha puesto en su punto de mira los cables en varias ocasiones. La más pública fue cuando su expresidente, Dimitri Medvédev, ahora vicepresidente del Consejo de Seguridad del país, dijo que nada impide que Rusia los destruya. “Si partimos de la complicidad demostrada de los países occidentales en la voladura de los Nord Streams, entonces no nos queda ninguna restricción —ni siquiera moral— que nos impida destruir las comunicaciones por cable del fondo marino de nuestros enemigos”, dijo tras la formación de la flota europea para protegerlos.