Crean las primeras lentillas inteligentes autónomas: el paso previo para que nuestros ojos vivan en la realidad aumentada

Lo de ver “más allá” fue algo que siempre rondó la cabeza de los humanos. Hay cientos de referencias en la cultura popular, desde el Ojo de Sauron hasta el que aparece en la pirámide de los Illuminati y todos vienen a expresar más o menos lo mismo: la idea de la omnisciencia. Estar aquí y allá, ejercer el control absoluto, disponer de cuanta más información, mejor. Todavía es pronto para tenerlo todo con un parpadeo, pero la tecnología avanza rápido: por ejemplo, la última creación de dos departamentos de óptica franceses es una lentilla autónoma que lleva integrada un LED y una microbatería.

Ya hay estudios que apuntan que el mercado de las lentillas inteligentes crecerá un 10,4 % para el año 2023. Lo que no está muy claro aún es la frontera a partir de la que pasarán a ser considerados wearables (la categoría a la que pertenecen los relojes y las pulseras inteligentes) u objetos del Internet de las Cosas.

Serán lo segundo con toda probabilidad si conseguimos conectarlas a Internet. En abril del 2016, Samsung patentó en Corea del Sur unas lentillas con cámara incorporada. También tienen antenas para comunicarse con un smartphone y otros sensores para medir las constantes vitales. La intención es que sean capaces de proyectar imágenes gracias a la realidad aumentada, pero nada se ha vuelto a saber del experimento desde entonces.

Poco después de anunciar Samsung su patente, Apple movió ficha. Los de Tim Cook se reunieron ese año con EPGLMed, una compañía médica, con la que se comprometieron a trabajar en apps para iOS compatibles con las lentillas inteligentes. Las miras estaban puestas en el ARKit, la herramienta de realidad aumentada de Apple de la que ya hablamos en eldiario.es hace dos años. Parece que el primer dispositivo de la marca que llevará integrada la tecnología saldrá al mercado en 2020, aunque nadie sabe si será un casco, unas gafas o unas lentillas.

Lentillas autónomas: difícil, pero no imposible

Antes que todo esto, en el año 2011, dos equipos de investigadores de las universidades de Washington y Aalto (Finlandia) presentaron un prototipo de lentilla biométrica capaz de proyectar información. Tenía un solo píxel (por lo que la calidad de las imágenes era bastante mala) y un LED, pero los creadores no descartaban la idea de que se pudieran añadir más. Solo presentaban dos fallos: uno, tenían una batería externa; y dos, la distancia focal (lo que nos permite enfocar un objeto) no era la adecuada, por lo que las cosas se veían mal.

El usuario necesitaría tener siempre a mano la pila, que recibía la carga eléctrica a través de una antena incorporada en la lentilla. Por eso, lo realmente interesante del invento presentado hace cuatro días por los franceses, es que esa batería vaya incorporada en la lentilla. Los creadores auguran grandes aplicaciones en lo relativo a la comunicación inalámbrica y a la detección óptica de la dirección de la mirada. Hospitales, desarrolladores de videojuegos e incluso fabricantes de coches autónomos como Tesla o Waymo ya están frotándose las manos.

Hasta ahora, la aproximación más cercana era una patente de Sony en la que proponen convertir el movimiento del ojo en energía eléctrica. Las lentillas obedecerían al usuario gracias a sus parpadeos, e incluso podrían grabar vídeos en directo. Todo esto sería posible con un sensor piezoeléctrico, cuyo uso hoy en día se extiende a campos como la medicina, la automoción o los teléfonos móviles. También se usa para amplificar el sonido en las guitarras acústicas, pegándolo bajo el puente.

Otras técnicas que se barajan para que las lentillas capten energía es a través de la luz solar. De esta forma, el usuario podría llevarlas durante periodos prolongados de tiempo sin tener que recargarlas.

Aplicaciones militares y fallidas

Antes de tener lentillas de realidad aumentada tendremos lentillas inteligentes. Mientras llega lo primero, Alphabet, a través de Google X y Novartis trataba de desarrollar en 2014 una lentilla con un monitor de glucosa en sangre integrado. Cinco años después, el proyecto ha sido cancelado ya que las lágrimas han resultado no ser tan fiables a la hora de medir los niveles de la molécula.

Estas pequeñas piezas hechas de hidrogel de silicona y que nos llevamos poniendo en los ojos desde principios del siglo XX tampoco han pasado inadvertidas para la industria militar. Son varias las universidades en el mundo que ya están investigando sobre el tema. Por ejemplo, la Universidad de Wisconsin (EEUU) trabaja desde hace tres años en unas lentillas para tratar la vista cansada que imitan la retina del pez elefante. Resulta que este animal tiene un súper ojo, capaz de percibir los movimientos a su alrededor en la total oscuridad gracias a que puede multiplicar por 10 la intensidad lumínica que percibe.

En la Universidad de Michigan, un estudio financiado por el ejército de los EEUU intentó desarrollar unas lentillas que les permitieran a los soldados ver en la oscuridad. Lo que perciben es como si llevaran unas gafas de visión térmica permanentemente, salvo que podrían controlarlas con los parpadeos. Y en la Escuela Politécnica Federal de Lausana (Suiza) también trabajan en otro tipo de lentillas, capaces de hacer zoom in o zoom out a los objetos.