Llegó el día: el iPhone X ya genera grandes colas en todo el mundo y el hype que produce el teléfono de Apple solo es comparable al hype que genera todo lo relacionado con la marca. Entre las novedades más destacadas, su precio (1.160 euros) y el Face ID.
El sistema de reconocimiento facial de Apple lleva en el ojo del huracán desde el pasado 12 de septiembre, día oficial de la presentación de los nuevos productos para la temporada 2017. Dejando a un lado que la tecnología no sea la más segura del mundo, la multinacional ha decidido darles una razón más a todos esos que no confiaban en el sistema. Ahora, toda empresa que se precie y quiera desarrollar una aplicación a partir de los datos biométricos de nuestra cara, puede hacerlo. Pero, eso sí, tiene que pedirnos permiso antes.
Lo cuenta Reuters, que explica que todos aquellos desarrolladores que quieran acceder a los datos de Face ID podrán hacerlo si prometen antes a Apple dos cosas: que pedirán permiso al usuario para usar sus datos y que no venderán esa información a nadie una vez la tengan en su poder. La multinacional de Cupertino lo detalla así en su Acuerdo para Desarrolladores, pero otra cosa será demostrar cómo lo hicieron.
Tu cara, en números
Face ID no deja de funcionar nunca salvo que presionemos el botón del pánico, situado en el lateral del móvil. Esto lo desactiva momentáneamente, no por tiempo ilimitado. La cámara funciona paralelamente con multitud de sensores (unos 10), del que el más importante de todos es el infrarrojo. Este mapea nuestra cara con más de 30.000 puntos de anclaje y elabora un modelo matemático a partir de ella. También captura más de 50 expresiones faciales diferentes, el quid de la cuestión.
Aunque ya sabíamos que los datos biométricos que genere Face ID se quedan guardados de manera cifrada en la memoria del teléfono, hasta ahora no conocíamos cómo se comportaba este. El iPhone X podrá descifrar y guardar en el servidor del afortunado desarrollador la información relativa a la cara del usuario. Previamente, estos datos tendrán que subirse a Apple. Las empresas conocerán cuáles son nuestras 50 expresiones más usadas y cómo abrimos los ojos cuando algo nos gusta o nos disgusta, movemos la boca para expresar indiferencia o asco y sonreímos o nos enfurruñamos.
Sin embargo, cuenta Reuters que esos datos “no podrán desbloquear un teléfono”. Pero ¿qué pasaría si esos datos son robados mientras se transfieren desde los servidores de Apple a los del desarrollador en cuestión? Para los de Tim Cook los datos son sagrados si hablamos de privacidad, pero fácilmente manejables e intercambiables si de lo que se trata es de crear aplicaciones. O de monetizar cosas.
Más que las imágenes de una persona en sí, lo que Apple prevé ceder a los desarrolladores son los metadatos correspondientes a cada una de esas expresiones, también asociados a Face ID pero no iguales. Por cierto que el sistema de reconocimiento facial funciona con la herramienta para realidad aumentada de Apple, el ARKit. Integrado en el teléfono desde el pasado septiembre, el software tiene unas posibilidades inquietantemente útiles y funciona con los mismos datos que recopila Face ID.
Ojos que no ven...
En EE UU, la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) ya ha denunciado que “los verdaderos problemas de privacidad tienen que ver con el acceso de los desarrolladores de terceras partes”. El organismo se muestra preocupado a la hora de que las empresas utilicen las expresiones de la gente cuando se trate de anunciar o vender sus productos.
El Acuerdo para Desarrolladores de Apple también explica que no pueden “usar Face Data para fines de autenticación, publicidad o marketing ni, por otra parte, seleccionar un usuario final de una forma similar”. Es así como la multinacional prohíbe que su herramienta de realidad aumentada pueda ser exprimida por otros desarrolladores que no sean los de la compañía.
Aunque las reglas de Apple impidan a las terceras partes comerciar con los datos, una app que incluya emociones basadas en la cara de un humano será difícilmente susceptible de ser considerada como prueba en un juicio. Los expertos en seguridad creen que será difícil saber qué hacen los desarrolladores con esos datos una vez abandonen el iPhone X, ese teléfono con un sistema de reconocimiento facial que falla en uno de cada un millón de intentos.