Un cerebro artificial activo gracias a la energía térmica del centro de la tierra. Eso es DeepL, el traductor de Internet que quiere desbancar al de gigantes como Google o Microsoft.
“DeepL es tres veces mejor que el resto. Sus traducciones suenan más naturales”, aseguran a eldiario.es responsables de la empresa con sede en la metrópolis cultural alemana de Colonia, en el oeste germano.
La rotundidad de sus creadores se explica por los resultados obtenidos en una serie de pruebas realizadas el pasado mes de agosto. En ellas, contaron con un grupo de profesionales que tuvieron que elegir la mejor traducción de entre más de 100 frases convertidas por los servicios de Google, Microsoft, Facebook y el nuevo DeepL. No sabían qué “máquina” había realizado cada conversión, pero eligieron los resultados de este traductor como los mejores.
La web de DeepL se presenta como un espacio más diáfano que el de la competencia. Sobriedad y eficacia son dos valores fácilmente identificables con los productos alemanes. Tal vez ahí se perciba que detrás de este proyecto está una mano germana. Gereon Frahling, matemático e informático, es el impulsor de este traductor. La idea de crearlo le vino a raíz de una mala experiencia con los idiomas, en concreto, con el inglés.
Frahling trabajaba en el departamento de investigación de Google en Nueva York, pero lo abandonó en 2007. Entre otras cosas, porque en su aventura americana le pudo el marcado acento de la Gran Manzana, según contó al diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung el pasado mes de septiembre, cuando aún concedía entrevistas.
DeepL ofrece, de momento, combinaciones de siete lenguas europeas (alemán, español, francés, inglés, italiano, neerlandés y polaco). El trabajo de este programa consiste en emular el que realizaría un traductor de carne y hueso, pero lo hace con medios sobrehumanos.
Detrás de su austera página hay un superordenador capaz de procesar un millón de palabras en menos de un segundo. La máquina, la número 23 en el ranking de los 500 superordenadores que existen en el planeta, se encuentra en Islandia. Allí está conectada a una red eléctrica de bajo coste, porque aprovecha la energía de la actividad geotérmica de la isla del extremo noroeste europeo.
Al estar situada sobre la dorsal Mesoatlática, presenta una gran actividad volcánica y geológica que los habitantes de la pequeña república insular han sabido convertir en energía eléctrica.
Conexiones neuronales
Como indican en DeepL, así se mantienen activas “las conexiones neuronales” de ese ordenador de forma “rentable y eficaz”, porque ese es “el fundamento que da vida al traductor”. Según Jose María Rosa, responsable del área de español del equipo de DeepL, “han desarrollado un sistema de redes neuronales propio, similar a la estructura de nuestro cerebro”.
Rosa explica que “una frase cualquiera introducida se convierte en activaciones del ordenador, las cuales 'fluyen' por toda su red neuronal”. El experto añade que “al final, las neuronas de salida convierten en la traducción todas estas operaciones”. El especialista es uno de los veinte empleados que tiene la empresa, que cuenta además con otros 400 colaboradores.
Esos números parecen poca cosa comparados con las gigantescas proporciones de compañías como Microsoft, que emplea a 124.000 personas en el mundo; o de Google, que cuenta 60.000 empleados. Sin embargo, en DeepL se muestran muy confiados en sus posibilidades de batallar en su mismo mercado. Están avalados por el éxito del buscador online Linguee, también creado por el propio Frahling y presentado al mundo en 2009.
¿El coco de los otros traductores?
Frahling, que ha sabido dotarse de un equipo puntero de aprendizaje en sistemas de inteligencia artificial, ha convertido las miles de millones de traducciones que contiene Linguee en la base del conocimiento de DeepL. “Con ellas hemos construido una inmensa base de datos”, dice.
Pero sin duda, lo mejor en DeepL es que parece estar vivo, al menos intelectualmente. El traductor funciona con machine learning. Esto es, que está constantemente mejorando para superar sus resultados gracias a una red neuronal compuesta por miles de millones de frases. “Es capaz de aprender y de alterar las activaciones para mejorar la frecuencia con la que se realizan mejores traducciones”, asegura Rosa. “Dicho aprendizaje se debe al entrenamiento de la red neuronal con miles de millones de frases. En su aprendizaje, observamos las traducciones propuestas para así alterar las activaciones de neuronas en cada segmento de la red neuronal y aumentar la frecuencia de las traducciones de mejor calidad”, aclara, aludiendo a la “vida interior” de DeepL.
De momento, se espera que próximamente la empresa de Frahling y compañía lance una aplicación para los diferentes dispositivos. Su fundador asegura que las posibilidades del proyecto “no hacen más que multiplicarse”. Otras lenguas, como el mandarín, el japonés o el ruso no tardarán a llegar al traductor.
DeepL tiene entre manos un cerebro en plena fase de crecimiento. Está por ver si ese cerebro virtual se acaba convirtiendo en el coco que quite el sueño a los traductores de los gigantes de Internet.