Este artículo ha sido escrito conjuntamente por cuatro expertos del grupo de expertos de alto nivel de la Comisión Europea: Claire Wardle (First Draft), Rasmus Kelis Nielsen (Reuters Institute), Alexios Mantzarlis (IFCN) y Clara Jiménez Cruz (Maldita.es, donde ha sido publicado originalmente). First DraftReuters InstituteIFCNMaldita.es
Hoy la Comisión europea ha hecho público el informe final elaborado por el grupo de expertos de alto nivel sobre ‘fake news’ titulado “Un enfoque multidisciplinar a la desinformación”. El informe, un documento apoyado por un grupo heterogéneo de actores compuesto por las grandes compañías tecnológicas, periodistas, verificadores, académicos y representantes de la sociedad civil, contiene una serie de recomendaciones entre las cuales cabe destacar: un importante razonamiento terminológico rechazando el uso de la expresión ‘fake news’; énfasis en el derecho fundamental de la libertad de expresión; un claro rechazo a cualquier intento de censurar contenidos; una llamada a contrarrestar la interferencia en las elecciones; un compromiso por parte de las plataformas tecnológicas acompartir datos; un llamamiento a la inversión en alfabetización mediática y tecnológica junto con una evaluación exhaustiva de dichos esfuerzos; y un estudio transfronterizo de la escala y el impacto de la desinformación en la Unión Europea.
Lo más importante es que establece un proceso continuado de estudio a medida que las amenazas evolucionan y propone mecanismos para la revisión y evaluación continuada de las recomendaciones esbozadas en el informe.
El grupo, anunciado el 12 de enero, está formado por 39 miembros que representan a una amplia gama de expertos y actores de los 28 países miembros de la UE. El grupo ha estado presidido por Madeleine de Cock Buning, que ha tenido la nada envidiable tarea de buscar el consenso de un grupo con puntos de vista muy diferentes.
Los que escribimos esto somos cuatro miembros del Grupo de de alto nivel de países como Dinamarca, Italia, España y el Reino Unido dedicados al ‘fact-chechking’, la verificación y el estudio de la desinformación. Nosotros no creemos que el informe sea perfecto: la edición colaborativa y el acuerdo sobre un documento como este en tan poco tiempo requiere necesariamente un compromiso de las partes.
Es, en cualquier caso, un logro significativo.
Es un informe inclusivo y colaborativo que exige a la Comisión Europea la toma de medidas concretas para avanzar en nuestra comprensión del panorama actual de la desinformación, al tiempo que alerta del peligro de la regulación en caliente del problema. Tal y como se indica en el informe, “la mayor parte de las respuestas no serán de carácter regulatorio”, la legislación si en algún caso se llegara a implementar, “necesita basarse en definiciones muy precisas que aborden las causas de la desinformación garantizando el debido proceso legal junto a la responsabilidad y la proporcionalidad de las medidas”.
Si bien la desinformación es claramente un problema, su escala e impacto, los agentes asociados a la misma y las estructuras de amplificación no se han investigado ni examinado adecuadamente. Sin esa base empírica, no debería tomarse medidas concretas más allá de la investigación adicional y las iniciativas educativas, siempre que se evalúen claramente.
Además, aunque la mayor parte del enfoque se centra en cómo la tecnología ayuda a la creación barata e inmediata de la desinformación y su difusión, el informe establece claramente que la “desinformación es un problema multifacético, no tiene una sola causa raíz, y por lo tanto, no tiene una única solución […] el problema también involucra a algunos actores políticos, medios de comunicación y actores de la sociedad civil”.
En un momento en el que muchos actores políticos parecen creer que la solución a la desinformación en internet es una ley contra las ‘fake news’, el informe claramente especifica que no lo es, instando a la cautela y señalando su escepticismo hacia cualquier regulación de contenido.
El informe incluye una serie de recomendaciones que, en nuestra opinión, harán una contribución significativa al debate, la evidencia empírica y nuestra capacidad para intervenir. Entre ellas están:
- El abandono claro e inequívoco del término “fake news” que la Comisión Europea estaba usando inicialmente. Es un término inadecuado que no explica la complejidad de la situación y genera confusión en los debates mediáticos y políticos así como en el tratamiento del tema por parte de los investigadores.
- Un claro llamamiento al apoyo financiero para medios informativos independientes, verificación de datos y fuentes y alfabetización mediática e informativa. El informe señala específicamente la necesidad de financiar iniciativas independientes, libres de la potencial interferencia de autoridades públicas o de compañías tecnológicas que pudieran verse tentadas a utilizar dichos proyectos como escaparate en sus relaciones públicas.
- Un llamamiento para que las plataformas compartan los datos. La comunidad de verificadores y ‘fact-checkers’ lleva años pidiéndole a las plataformas un mayor acceso a los datos pero en este caso es especialmente importante ya que Google, Facebook y Twitter se han comprometido a ello. Han accedido públicamente a trabajar junto con investigadores que evalúen de forma independiente la difusión y el impacto de la desinformación. El informe hace un llamamiento específico a las principales compañías tecnológicas para que proporcionen datos que permitan la evaluación independiente de esfuerzos como las etiquetas de verificación de hechos de Google, el uso de Facebook de los artículos sobre desmentidos situados en sus artículos relacionados o la degradación de la desinformación en el ‘News Feed’.
- Una petición para que las instituciones públicas a todos los niveles de la Unión Europea compartan los datos de manera rápida y eficiente cuando se lo soliciten las organizaciones de verificación de datos, corrigiéndolos cuando corresponda. Esto supone reconocer que los actores políticos y las instituciones juegan un papel crucial para mejorar nuestro ecosistema informativo.
- La creación de una red de centros de investigación sobre desinformación en la Unión Europea. Nuestro conocimiento actual se centra casi exclusivamente en los datos de EE.UU. y es vital que la Unión Europea recopile datos de estudios transfronterizos para comprender las diferencias y matices en el alcance, la escala y el impacto de la desinformación en los 28 estados miembros.
- La insistencia en un enfoque colaborativo que involucre a todos los actores relevantes, con un proceso previamente estructurado que documentará el progreso realizado y señalará a aquellos actores que no se tomen sus responsabilidades seriamente.
Este informe es también el inicio de un proceso. La parte del informe que posiblemente reciba más atención es el Código de buenas prácticaspropuesto, que incluye 10 sugerencias de principios dirigidos específicamente a las plataformas tecnológicas. El Grupo de alto nivel ha recomendado la creación de una coalición formada por diferentes actores que garantice la implementación del código, monitorizándolo y revisándolo continuamente. El informe establece, para ello, un ambicioso calendario.
Sin duda este informe será sometido a un profundo escrutinio, posiblemente línea a línea. Teniendo en cuenta la diversidad dentro del grupo de expertos, éste debe leerse como un documento de consenso. Los que aquí escribimos somos cuatro personas inmersas en este tema que dedicamos nuestro día a día a pensar en la desinformación, y creemos que este informe proporciona un importante punto de partida desde el cual todos los actores involucrados en este problema pueden trabajar juntos. Esto es, en muchos sentidos, más importante para nosotros que el que sea un documento conciso o intelectualmente preciso.
Después de dieciocho meses de conferencias y debates consecutivos sobre este tema, es hora de que hagamos una inversión significativa en proyectos independientes de investigación, alfabetización mediática y tecnológica y su evaluación. Es hora de que dejemos de hablar y comencemos a actuar. Si este informe consigue iniciar ese proceso podremos mirar atrás y ver este momento como un hito importante en la respuesta colectiva a la desinformación.
Clara Jiménez Cruz codirige en España Maldita.es, un proyecto dentro del cual se encuentra la iniciativa online de verificación y desmentidos Maldito Bulo. Alexios Mantzarlis es el Director del International Fact- Checking Network con sede en el Instituto Poynter, en Florida, desde donde gestiona la comunidad global de ‘fact-checking’, incluida la verificación de organizaciones dedicadas a este fin. Rasmus Kelis Nielsen es el Director de investigación del Instituto Reuters para el estudio del periodismo en la Universidad de Oxford, donde él y su equipo investigan noticias, medios de comunicación y desinformación.Claire Wardle lidera First Draft, un proyecto del Shorestein Center en la Harvard Kennedy School que coordina una comunidad de verificación global incluyendo proyectos colaborativos de monitoreo en redes sociales y de desmentidos.Clara Jiménez CruzMaldita.esAlexios MantzarlisInternational Fact- Checking NetworkRasmus Kelis NielsenInstituto Reuters para el estudio del periodismoClaire WardleFirst Draft