El 14 de octubre se celebra en todo el mundo el Día de Ada Lovelace, la primera mujer programadora de la Historia. Un día que pretende hacer visible a todas las mujeres que se dedican al campo de la tecnología, la ciencia, la ingeniería o las matemáticas. Campos todos ellos tradicionalmente masculinos. Esa es la razón que impulsó a la periodista británica Suw Charman-Anderson a realizar una petición pública, a través de la web Pledgebank, para señalar en el calendario un día que conmemorara la labor y contribución de las mujeres en el ámbito tecnológico. La iniciativa fue un éxito y el día de Ada Lovelace quedó fijado.
Pero ¿quién fue esta mujer que ostenta un día propio?
Ada Augusta Byron nació en una Inglaterra encorsetada por la moral victoriana en 1815. Hija del Lord Byron, de poco le sirvió su parentesco con el famoso dramaturgo a quien nunca llegó a conocer. Su madre Anne Isabella Milbanke, se encargó de alejar a su vástaga de las ínfulas de su padre mediante la lógica, la ciencia y las matemáticas. Cosa extraña para la época pero que dio sus resultados. Ada mostró un talento insólito para las matemáticas aunque nunca se desligó de su origen literario: se hacía llamar así misma la científica poetisa o la analista metafísica.
En 1834, en una cena en casa de la también matemática y mujer rompedora para la época, Mary Somerville, (conocida como la reina de las ciencias del siglo XIX) Ada conoció a quien le inocularía el germen de la innovación matemática aplicada a la tecnología. Charles Babagge estaba trabajando sobre un nuevo motor de cálculo, una máquina analítica. La hipótesis de Babbage era: ¿qué pasaría si un motor de cálculo no sólo pudiera prever, sino también actuar teniendo en cuenta esa predicción? La mente analítica de Ada se puso a trabajar junto con Babbage a quien ayudó a desarrollar esa máquina capaz de almacenar datos, y programas, y hacer operaciones repetitivas.
El matemático nunca publicó sus invenciones, pero en 1841 un ingeniero italiano, Luigi Federico Manabrea, describió la máquina analítica en un artículo publicado en francés. Dos años más tarde, con el beneplácito de Babbage, y a petición de una revista especializada británica, Ada (cuando ya era Lovelace) publicó un texto traducido en el que introdujo sus propias ideas sobre el funcionamiento de la máquina. Sus incorporaciones mostraron cómo funcionaría la máquina analítica de Babbage, y dio una serie de instrucciones para el uso del motor describiendo un algoritmo que calculaba los números de Bernoulli.
Ella publicó la traducción y las notas bajo las iniciales “AAL”, ocultando su identidad al igual que muchas otras mujeres que publicaron en la época. En el artículo habla también de una herramienta capaz de componer música compleja o producir gráficos. También sugirió la utilización de tarjetas perforadas para introducir instrucciones en la máquina analítica. Estos aportes marcaron los precedentes dentro de la historia de la informática y su plan es considerado como el primer programa de ordenador.
Ada había contraído matrimonio con William King, quien luego fuera conde de Lovelace, en 1835. Su enlace no le impidió seguir dedicándose a sus investigaciones en la máquina analítica. Tuvo tres hijos y diez años después de trazar su ‘plan’ su trabajo se vio abruptamente interrumpido. La insalubridad de la época y la ignorancia médica que maltrataron su cuerpo a base de sangrías le postergaron en la cama hasta su muerte. Ada Lovelace falleció a los 36 años de edad debido a un cáncer uterino.
Tuvo que pasar más de un siglo para que la historia le diera su lugar. Así fue como, en 1979, el Departamento de Defensa de los Estados Unidos reconoció los aportes de la matemática y creó un lenguaje de programación en su honor llamado Ada.
En la actualidad, el nombre de Ada ha sido adoptado también por la conocida por los medios como Ladyada, la heroína del hardware libre. Limor Fried, fundadora de la empresa Adafruit, hizo honor a su predecesora utilizando su nombre como apodo. Hoy, y desde hace cuatro años, se celebra internacionalmente su día, y el de todas sus ‘descendientes’.