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César Tomé: “El ser humano no es un ser racional”

César Tomé

Wawancara

Antonio Montesinos —
  • Fueron definidos por primera vez en 1972 y hasta hoy se han identificado decenas de ellos. He quedado para hablar de esto con César Tomé, Químico Industrial, Máster en Neurociencia y responsable del blog Experientia Docet.

Los prejuicios cognitivos funcionan en el espacio de las emociones, la moral, los condicionantes sociales… lo subjetivo en una palabra. Está comprobado que en muchas ocasiones nos pueden llevar a conclusiones erróneas, algunas incluso contraproducentes. ¿Somos conscientes del peso de estas deformaciones a la hora de ver las cosas?

Solemos pensar… (duda unos instantes). Es que la palabra no es pensar. Asumimos que somos seres racionales. Y el hecho cierto y manifiesto es que no somos seres racionales. El ser humano no es un ser racional. Esto es una cosa que por repetida se ha convertido en una verdad incontestable cuando es totalmente falsa. Los seres humanos somos seres ra-cio-na-li-za-do-res (silabea). Adoptamos nuestras decisiones y después creamos una estructura racional para justificar la decisión. De esto hay ejemplos todos los días. ¿Por qué tenemos los gustos que tenemos y no otros? ¿Por qué me gusta este color y no aquel? Mis prejuicios, mi formación, mi ideología me lleva a preferir una cosa antes que otra. Después lo justificamos… -Es que esta ropa me hace más delgado, solemos decir. Y esto es contínuo. Es la base misma del ser humano. El problema es que al 99,99% de la población del planeta le cuesta mucho reconocer esto. Por eso es tan importante la metodología en el trabajo del científico. Y en cualquier trabajo. Y la estadística… y los estudios repetidos y vueltos a comprobar… Porque en muchas ocasiones son los prejuicios los que se proyectan en lo que se quiere hacer. De la conciencia de que esto pasa surgen en medicina los estudios de doble ciego. Luego se han extendido a otras disciplinas. Es decir, no sólo el sujeto del experimento debe desconocer la sustancia que está probando, sino la persona que se la administra también. ¿Por qué? Porque si lo sabe habrá indicios sutiles que pueden reducir la efectividad de la prueba, como son el lenguaje no verbal y otras interacciones inconscientes. Respondiendo a tu pregunta, efectivamente estamos dominados por los prejuicios cognitivos y estos nos dominan mucho más de lo que queremos reconocer. Sólo actitudes críticas y metodológicas pueden salvarnos de cometer barbaridades.

De hecho estos prejuicios han supuesto un freno importante al desarrollo del conocimiento.

Y lo siguen siendo. Por ejemplo, por el hecho de hacer esa pregunta acabas de caer en uno.

Vaya, hombre…

Existe un prejuicio que dice que vivimos en una época privilegiada. No. Desde el punto de vista del pensamiento humano no existen épocas mejores que otras. Seguimos siendo tan humanos, tan mamíferos, tan homininos como eran los señores del siglo XIII o los del siglo VIII antes de la era común. Estamos sujetos a los mismos prejuicios cognitivos y a la misma falibilidad.

¿Lo que conocemos como amor pasional no es uno de esos filtros que colorean la realidad?

La idealización del amor no es más que una racionalización a posteriori. Como mamíferos, como homininos, lo que tenemos es necesidad de reproducirnos. Para favorecer este proceso el mecanismo del que disponemos es el enamoramiento, que no es más que un estado de enajenación mental transitoria. Se trata de eliminar según que filtros para favorecer el apareamiento. Otra cosa es que después lo queramos vestir con bonitos ropajes: ¡Qué bonito es el amor! Sí, lo que quieras, pero el hecho cierto es que para lo único que sirve el enamoramiento es para que la gente cometa locuras. Cuando pasa la enajenación y volvemos a la realidad los divorcios se disparan. Cuando la fase de enamoramiento termina los niveles hormonales vuelven a la normalidad y lo que antes era maravilloso ahora no es más que una persona con todos sus defectos. Además, la retranca, la resaca de esa marea suele hacer que veas a esa persona de una forma mucho más negativa de la que hubieras tenido si nunca hubieras estado enamorado de ella.

Si tuviéramos que analizar todas nuestras acciones sin recurrir a esos mecanismos de salvaguarda y ahorro de tiempo no podríamos vivir en este mundo. Los prejuicios hay que conocerlos y saber en qué situaciones pueden llegar a ser un riesgo, pero no satanizarlos ni convertirlos en algo diabólico. Los prejuicios son útiles, simplemente hay que identificarlos.

Entonces queda claro que muchos de estos prejuicios nos traen problemas. Aunque tengan un sentido y sirvan para algo nos ofrecen una visión distorsionada de la realidad. ¿De qué manera nos tenemos que relacionar con ellos?

De los prejuicios cognitivos nos llaman la atención sus efectos perniciosos, pero surgen porque ahorran tiempo. En su inmensa mayoría son beneficiosos. De hecho han evolucionado con la especie porque nos permiten ahorrar tiempo y esfuerzo. Imagínate que eres un antílope que estás en la manada. En un momento dado todos tus compañeros levantan su colita blanca, pero como tú no crees en los prejuicios cognitivos sigues comiendo hierba, viene el leon y te devora. El prejuicio es que cuando los demás levantan la cola es señal de peligro. En los humanos pasa lo mismo. Tenemos una serie de prejuicios que nos llevan a obedecer a la autoridad, parar en los bares de carretera donde hay más camiones, salir corriendo si todo el mundo corre… En el ámbito del conocimiento científico estas prácticas pueden ser perjudiciales pero en el resto de situaciones, en la mayoría de los casos, en el día a día, mil millones de veces, nos están ahorrando un tiempo precioso. Si encima tenemos en cuenta que la consciencia es un fenómeno emergente y lineal, donde las cosas ocurren en serie, una detrás de otra, estos prejuicios nos hacen funcionar en paralelo, de manera inconsciente y muchísimo más rápido. Si tuviéramos que analizar todas nuestras acciones sin recurrir a esos mecanismos de salvaguarda y ahorro de tiempo no podríamos vivir en este mundo. Los prejuicios hay que conocerlos y saber en qué situaciones pueden llegar a ser un riesgo, pero no satanizarlos ni convertirlos en algo diabólico. Los prejuicios son útiles, simplemente hay que identificarlos.

Llevando al extremo el efecto de estos prejuicios Einstein llegó a decir que el libre albedrío no existe. Estamos tan condicionados por influencias culturales, personales, ideológicas y demás que eso de la libertad personal no es más que una autojustificación. ¿Somos tan libres como creemos?

No. La respuesta contundente es no. Cuando uno analiza el fenómeno de la consciencia se da cuenta de que es algo tremendamente limitado. Hablamos del uso del encéfalo. Se trata de un fenómeno emergente, lineal, con una cantidad de limitaciones enorme y que funciona de manera posterior a los hechos, posterior a la toma de decisiones. Como hay tal cantidad de variables en el proceso de toma de decisiones, la mayoría de las cuales a nivel inconsciente, nos convertimos así en seres ra-cio-na-li-za-do-res. En el caso de existir la libertad, el libre albedrío, sería en un sentido muchísimo más limitado de lo que la gente está dispuesta a reconocer y con unas salvaguardas importantísimas. A efectos prácticos el libre albedrío no existe. Hay gente que para justificar el libre albedrío recurre al principio de indeterminación de Heisenberg y cosas así muy psicodélicas que lo único que hacen es demostrar que no tienen ni idea de lo que están hablando. De existir el libre albedrío sería la cienmilésima parte de lo que creemos que es.

Si estamos hablando de que estos prejuicios cognitivos tienen su campo de cultivo en el terreno de lo emocional, lo intuitivo, lo sensacional… el ámbito de las distintas creencias y religiones está lleno de esos prejuicios.

No sólo las religiones… ¿Qué es una peña de fútbol? (risas). Es una necesidad de estar en grupo, de unirte con gente que piensa lo mismo que tú, de realizar ritos y prácticas que te hagan sentir parte de ese grupo. No hay que irse a la religión. El instinto de pertenencia al grupo es un instinto básico en los mamíferos. En el caso de la religión, como seres racionalizadores que somos, necesitamos encontrar una justificación a lo que existe. Para llegar a esa justificación existen dos caminos: el difícil, el del pensamiento, el de la filosofía, el de la ciencia, el estar dispuesto a la duda, saber que no existen respuestas definitivas… Si se toma una actitud escéptica el explicador más absoluto necesita una explicación. La persona que opta por el camino fácil de la religión tiene un libro donde viene explicado lo que tiene que creer y su justificación. Son personas dispuestas a admitir un explicador sin necesidad de explicación ulterior.

Cualquier sistema organizado de dirección del pensamiento colectivo usa estos prejuicios. Podemos tener el ejemplo de las religiones, que buscan perpetuarse en el tiempo. Por ejemplo, la doctrina de la iglesia católica se ha ido modificando con los siglos lo que demuestra que no es tan absoluta como proclamaba. La misma política utiliza el populismo, lo que los griegos llamaban la demagogia, para reforzar esos instintos básicos que tenemos todos. Si ves un discurso de Hitler, o más recientemente de Hugo Chávez, o su sustituto el sr. Maduro, sus apelaciones a los instintos más básicos son constantes. Es muy difícil manejar masas de gente apelando a la racionalidad. Una de las formas más evidentes en las que perdemos nuestra personalidad viene explicada por la psicología de masas. Cuando estamos en una masa nos comportamos estadísticamente como esa masa. Somos un pez más en el banco. Por mucho que nos creamos entes individuales nuestros comportamientos responden a los comportamientos del grupo. Religiones, partidos políticos, medios de comunicación, publicistas… Los mejores libros de psicología aplicada para conocer los prejuicios cognitivos son los libros de técnicas de venta. No son libros teóricos, sino muy prácticos y ese conocimiento viene del ejercicio diario de la venta. Todas esas técnicas están comprobadas a lo largo de siglos. ¿En qué se basan las ventas? Pues en explotar los prejuicios cognitivos. Esa señorita que te llama al teléfono, no te deja hablar y te dice: -Antonio, le doy el ADSL a 13,50€ para toda la vida y encima le regalo un móvil de última generación. ¿Qué le parece? Cuando te hace la pregunta de ¿qué le parece? ¿tú que respondes?

Bien.

Pues ya te tiene. Utiliza el prejuicio cognitivo de la consistencia. En el momento en el que das el primer sí, el segundo es mucho más fácil, y el tercero más todavía.

A la vista de esto, ¿qué estrategias tenemos que seguir para defendernos de estos sesgos?

Los prejuicios cognitivos nos van a afectar siempre. Lo que tenemos que hacer es reconocer cuándo estos prejuicios van a jugar en nuestra contra. Una de esas situaciones es cuando vamos a conocer “la verdad”. Ponlo entre comillas. Ahí tenemos que ser conscientes de que juegan en nuestra contra. Otra situación es cuando alguien tiene interés en que nos separemos de nuestro dinero. Ahí utilizarán la necesidad de ser consistente, la obediencia a la autoridad… ¿Por qué los actores en los anuncios aparecen a veces con una bata blanca? Para que los asocies con la medicina y los médicos siempre han sido personas con cierta autoridad. Estos prejuicios son muy utilizados también por todos los sistemas de poder, ya sean partidos políticos o religiones organizadas. Otro de los ámbitos donde van a funcionar muy bien es cuando tenemos que tomar decisiones importantes en la vida. Tienes que saber que la decisión que tomes va a ser irracional en una gran parte y tendrás que saber hasta que punto esa irracionalidad te va a afectar. Los prejuicios cognitivos están tan profundamente enraizados en nuestra condición que librarse de ellos es muy difícil.

Max Planck decía que las teorías modernas no se imponían porque estas convenciesen a sus adversarios, sino porque los adversarios terminaban muriéndose (risas). Entonces esa nueva teoría se convertía en el nuevo lugar común entre los investigadores.

También están los prejucios que nosotros mismos cultivamos porque nos interesan por cualquier motivo: mantener una situación económica, laboral, de poder sobre alguien…

Todos conocemos casos de gente que vive autoengañada. Típicas son las frases: -Me parece increíble que no lo vea, o -Por qué no se dará cuenta… Todo esto viene de lo mismo. Somos racionalizadores, no racionales.

¿La ciencia también se ve afectada por estos sesgos?

Hay que distinguir entre ciencia y científicos. La ciencia se ha venido autocorrigiendo con el paso del tiempo. Te voy a poner un ejemplo en el que esos sesgos han influido de manera manifiesta: el psicoanálisis. Hubo un señor que tuvo cierta autoridad y sus tesis empezaron a ser estudiadas en la universidad. La universidad no es garantía de nada. El psicoanálisis no tiene ningún tipo de base científica. El psicoanálisis no deja de ser las elucubraciones de un señor que fumaba (risas). A ese hombre se le revistió de un halo de autoridad y lo que decía iba a misa. Con el tiempo suficiente, hoy mismo en 2013, se puede decir que todo lo que dijo ese hombre son paparruchas.

Antes se decía que la tierra era plana y ocupaba el centro del universo.

Todas estas afirmaciones están basadas en prejuicios cognitivos: veo que el sol sale y luego se pone. Me quedo con la racionalización más sencilla. Me quedo con lo más fácil, lo que es evidente a mis ojos, lo que puedo entender a primera vista o lo que explica mi libro sagrado. Esas concepciones de la realidad han durado muchísimo tiempo.

Platón decidió que la realidad era imperfecta. Cuando un geómetra dibujaba una circunferencia lo que estaba haciendo era un mal cálculo de la circunferencia perfecta que vivía en el mundo de las ideas. Esa capacidad de idealizar que tenemos los humanos fue aplicada por Platón y ha influenciado a la civilización occidental hasta hoy día. Todas esas visiones culturales que no están contrastadas con la experimentación lo que llevan es a barbaridades que después son muy difíciles de cambiar. Por ejemplo, el éter. En el experimento de Michelson y Morley de 1887 ya se demuestra la inexistencia del éter. En 1910 científicos teóricos de primer nivel mundial como Hendrick Lorentz o Max Planck seguían hablando el éter luminífero. La idea de la existencia del éter está tan arraigada a lo largo del tiempo que es extremadamente difícil de eliminar. Incluso con experimentos que demuestran lo contrario.

Max Planck decía que las teorías modernas no se imponían porque estas convenciesen a sus adversarios, sino porque los adversarios terminaban muriéndose (risas). Entonces esa nueva teoría se convertía en el nuevo lugar común entre los investigadores. Es lo que Kuhn llamaba el cambio de paradigma. Lo que pasa es que Kuhn introducía cierta irracionalidad en ese cambio. Realmente la hay.

¿El método científico es la herramienta que tiene la ciencia para defenderse de todo esto?

El problema es que no existe una definición del método científico. No existe un solo método. Generalmente cuando se habla del método científico se habla del método hipotético-deductivo que nace del positivismo lógico, pero en ningún sitio se nos dice que sea el correcto. Este método científico tiene sentido en las ciencias físicas tomadas como algo amplio. Según esto la química también sería una ciencia física. ¿Se puede aplicar el método hipotético-deductivo en biología? Eso es muy matizable… Y en psicología no digamos. El método científico es objeto de discusión por parte de la filosfía. Los filósofos de la ciencia discuten sobre qué es el método científico y si existe.

Aplicar el escepticismo, ser conscientes de que nos estamos equivocando, la importancia de eliminar factores externos al propio hecho… esto es lo que permite el avance del conocimiento. Sería absurdo a estas alturas hablar de medicina basada en la evidencia. ¿Pero qué me estás contando? (risas) ¿Ahora es cuando la medicina se basa en evidencias? En los metaanálisis, que analizan estadísticamente un montón de estudios hechos por mucha gente, se llegan a conclusiones muy distintas a las conclusiones a las que se llegaría en caso de haber hecho un solo estudio. En ningún esquema del método científico aparece el metaanálisis. ¿Qué garantiza por tanto el avance del conocimiento científico? El escepticismo, el no fiarse, el control estadístico con un número suficiente de datos, saber que como humanos podemos equivocarnos y saber que una golondrina no hace primavera.

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