Últimamente se oye mucho el palabro coworking en España. En cada ciudad se están abriendo nuevos espacios y más y más gente habla de la posibilidad de montar uno. En el portal español Coworking Spain, hay más de 500 registrados en el país, y unos cien tan sólo en la ciudad de Barcelona. Según el estudio anual de la revista de referencia del coworking DeskMag, en Europa había 1.660 espacios a principios de septiembre.
¿Qué es el coworking?
Los espacios de coworking son oficinas compartidas en las que profesionales autónomos, teletrabajadores y empresarios se dan cita para trabajar, y donde los gestores del espacio intentan conectar y crear oportunidades profesionales y personales entre y para sus miembros. En su mayoría se trata de profesionales que no necesitan más que un portátil, un teléfono y una buena conexión a internet para poder realizar su trabajo: programadores, diseñadores, gestores de comunidades online, periodistas, comerciales, consultores...
La gran diferencia de este espacio singular con respecto a los centros de negocio y las clásicas oficinas compartidas es la figura del gestor, la persona que trabaja a tiempo completo para que los miembros se conozcan mejor y generar el clima de confianza y las dinámicas de colaboración que van a permitir acelerar las oportunidades de trabajo y ayuda.
Trabajar en un espacio de coworking es como trabajar en una empresa, pero en lugar de tener compañeros en diferentes departamentos (con los líos habituales de trepas y cuchillos en la espalda) estás rodeado de profesionales con diferentes capacidades, intereses y redes de contactos. Son como compañeros de trabajo, sólo que en vez de pertenecer a otro departamento están en otra empresa. En un espacio de coworking nadie está obligado a compartir, todos trabajamos en lo nuestro, pero no estamos solos. Compartimos lo que queremos y con quienes queremos.
El coworking es, en esencia, una evolución del trabajo colaborativo. El concepto nació en San Francisco en 2005 debido a los cambios en la economía. Como seres humanos, somos sociales; y nuestra economía es cada vez más social, con más contactos, con más interacciones. Gracias a la evolución de internet, somos más productivos que nunca. Una sola persona es capaz de efectuar el trabajo que antes realizaba una empresa.
Hay trabajo, pero cada vez menos empleo: las grandes empresas cuentan cada vez más con plantillas reducidas y externalizan muchos de los apartados de su producción. Cada vez hay más multinacionales de una sola persona. Pequeños equipos pueden hacerle la competencia a grandes compañías. Por estos cambios y por las necesidades de las nuevas microempresas y de los autónomos es precisamente por lo que se está dando la actual explosión del coworking: responde a una necesidad que no estaba cubierta hasta ahora por el mercado.
¿Para quién es el coworking?
Si buscas flexibilidad, un entorno de trabajo profesional y unos precios razonables, el coworking puede ser una buena idea para ti. Los usuarios de espacios de coworking son en su mayoría autónomos y emprendedores, profesionales del conocimiento a los que les basta su ordenador y un teléfono móvil para llevar a cabo su labor profesional y que buscan algo más que una silla, una mesa y una conexión a internet Al fin y al cabo, eso ya lo tenemos en casa, y encima está pagado.
¿Qué no tenemos en casa? La oportunidad de estar con otros profesionales con los que trabajar, que nos hagan ser más productivos y nos ayuden a concentrarnos mejor. ¿Algo más? La difícil, o casi imposible, opción de separar vida profesional y personal, con todas las desventajas que esto conlleva. ¿Más? Un entorno de intercambio y colaboración en el que fácilmente podemos encontrar a alguien con quien resolver una duda, lanzar un nuevo proyecto, invertir en un negocio.
Ventajas
Flexibilidad de uso. Los espacios de coworking ofrecen diferentes planes en función de las horas que necesites y, además, no suelen requerir contratos largos (en la mayoría, puedes estar un solo mes si quieres).
Espacio propio. Proporcionan un espacio profesional de trabajo que motiva, te hace ser más productivo. Disponen de salas de reuniones para recibir a los clientes y realizar presentaciones.
Sin interferencias. Es más fácil lograr una rutina de trabajo profesional.
Más relaciones. Los gestores de espacios de coworking trabajan activamente para crear relaciones entre los coworkers y los contactos externos, y así descubrir oportunidades.
Mejores redes. Aumentas tus redes de contactos sin esfuerzo, tan sólo hablando con los otros coworkers durante la comida, los cafés o en cualquier evento.
En su momento. La conciliación entre trabajo y vida familiar y personal mejora.
Inconvenientes
¿Demasiado ruido? Si estás acostumbrado a trabajar en absoluto silencio, te lo puede parecer. En todo caso, no más que en una oficina donde también hay otras personas trabajando contigo. Un buen truco: los cascos. Con música o sin ella. Te ayudarán a concentrarte mejor y evitará que los demás se lancen a charlar contigo.
¿Silencio monacal? Si en tu espacio de coworking trabajan tan calladitos como en una biblioteca, te puede resultar incómodo quebrar el silencio para hacer llamadas.
¿Bendita soledad? Si trabajas mejor sin compañía alguna, puede que esto no sea lo tuyo; al menos en un plan a tiempo completo. Tendrás que valorar ir a uno más pequeño, de un día por semana. Por ejemplo.
No hay secretos. Obvio, pierdes privacidad en tus llamadas de teléfono. Aunque los demás estén a lo suyo, pueden oírte. Si tienes que mantener una conversación que exija discreción, puedes realizar tu llamada fuera de la zona común en una sala de reuniones que no esté ocupada.
¿El coworking es para ti?
La mejor manera de ver si de verdad está hecho para ti es probar. Dado que se trata de una nueva forma de trabajo, hay que experimentarla. Se pueden aprovechar los días que ofrecen de prueba, gratuitos, para visitar diferentes espacios, hablar con los miembros y comprobar por ti mismo si sientes que ese espacio y tú encajáis bien.
La mayoría de las dudas y preguntas que surgen antes de comenzar a utilizar un espacio de coworking se resuelven solas una vez que estás allí. Y si así no fuera, siempre es más fácil plantearlas en persona y, de paso, ver si hay feeling con los otros coworkers y con los gestores del espacio.
Haz la prueba en diferentes espacios, pero siempre ábrete a la gente como si te fueras a quedar. La ventaja del coworking es que puedes pertenecer a varios a la vez, y así aprovechar al máximo las redes de cada uno, y, claro está, aportar valor tú mismo como conector entre ellos. Quien siembra, suele recoger. Y nunca sabes dónde te puedes volver a encontrar a esas personas: mejor, conocerles ya.
¿En qué fijarse cuando buscas un espacio de coworking?
Lo primero es hacer una búsqueda de espacios en tu área o ciudad. Con la palabra coworking más el nombre de tu ciudad en un buscador, te aparecerá una lista de espacios que se autodenominan coworking.
Si la búsqueda es directamente en Google Maps, saldrán menos porque no todos los espacios se han inscrito, pero sí puedes hacerte mejor idea de por dónde quedan y cómo llegar. Observa, sobre todo, las recomendaciones y críticas de otros usuarios. Foursquare es un buen sitio para ver fotos que han hecho otras personas, no sólo los dueños del coworking. Te dará una aproximación sobre cuáles son sus intereses y el ambiente que hay.
Pero, para bien o para mal, te toca a ti verificar si son de verdad espacios de coworking o tan sólo oficinas compartidas y espacios abiertos de trabajo. Un coworking no es sólo un espacio físico: si no hay alguien que se ocupa de conectar y crear oportunidades entre los miembros, no es un espacio de coworking.
Visita sus webs y échale un vistazo a sus blogs y páginas de miembros, a lo mejor hasta conoces a alguien. Estudia las metas que ofrecen y sus condiciones (duración del contrato, precios, horarios, planes...) para ver cuál de ellos se adapta mejor a tus necesidades. El precio no es lo más importante, aunque cuente. Lo es más sopesar cuál de ellos te aporta más valor por el tipo de gente que trabaja allí, el entorno, por cómo se sentirán tus clientes cuando se reúnan contigo allí.
Y, por último, vete a trabajar un día de los que realmente más te interese. En cuanto pases unas horas allí, vas a apreciar mejor las características de la comunidad y si lo que te aporta ese espacio en su conjunto es o no interesante. Asegúrate de que es algo más que una oficina con mesas y sillas, de que hay alguien trabajando activamente para hacer funcionar el coworking, pregunta por esa persona y preséntate.
¿Y la pasta?
Sorprendentemente, el dinero es poco; al menos cuando lo comparamos con lo que cuesta el alquiler de una oficina tradicional o una noche de hotel. Los precios varían mucho dependiendo de dónde se encuentren. El más caro que he visto fue de 700 dólares por persona en San Francisco.
En España, los precios son mucho más baratos. En Madrid, la mayoría están entre 70 euros por un día a la semana y hasta 250 por un puesto fijo, con bonos de 10 horas por unos 25 euros. En espacios como workINcompany, en Sevilla, oscilan entre los 50 y 180 euros. Coworking Gracia, en Barcelona, los tiene desde 5 euros la hora.
También hay espacios de coworking gratuitos (gestionados en su mayoría por instituciones públicas) que brindan esta ventaja, y también el inconveniente de que suelen quedarse en un mero espacio abierto donde dependes de la suerte de tener otro coworker conector para crear una comunidad. Si no lo hay y quieres trabajar allí, deberías ser tú.
¿Merece la pena el coworking como negocio?
Abrir un espacio de coworking es lo mismo que montar cualquier otro negocio: hay que conseguir generar más ingresos que gastos. Esto depende de la capacidad de los empresarios para lograr clientes, de su habilidad para ajustar el precio del alquiler del espacio, y del valor que dan a sus coworkers. En definitiva, de su pericia para mantener la fidelidad de sus clientes durante mucho tiempo.
Un coworking es un pequeño negocio que puede pagar sueldos justos y obtener beneficios. Cuando empieces a planteártelo, haz antes números para asegurarte de que el local que tienes en mente y la inversión que exigen las condiciones necesarias que se plantean te permiten lograr que sea sostenible. En mi opinión, requiere al menos 30 puestos de trabajo para que resulte un negocio interesante.
Al contrario de lo que quizás algunos piensan, no es un negocio inmobiliario al uso. El espacio físico no es el único factor a tener en cuenta. La comunidad de miembros es clave y para que funcione hay que trabajar, aunque no todo el mundo está dispuesto a hacerlo. He visitado docenas de espacios de coworking en Europa y Estados Unidos y cada uno de ellos es diferente en lo físico, pero todos son similares en cuanto a las relaciones entre los miembros.
Antes de lanzarse a abrir un espacio, lo mejor es comenzar a crear la comunidad de usuarios de la que, con el tiempo, acabarán saliendo los clientes. Consigue un espacio de trabajo que te puedan prestar (un local, un café, una oficina en desuso...) y lanza eventos periódicos para ir conociendo a tus potenciales clientes.
Saca partido a las conferencias de coworking (la próxima en España es en abril), para conocer las mejores prácticas y hablar con otros propietarios y gestores de coworking; de su experiencia aprenderás mucho en muy poco tiempo. Apúntate a un espacio existente y vive la experiencia como cliente para entender mejor el coworking.
La comunidad del coworking, tanto los gestores como los miembros, es muy abierta y está dispuesta a la colaboración. Es bastante útil para filtrar a las sanguijuelas y los vendedores de humo. Aprovecha la oportunidad para compartir y crecer como profesional y, cómo no, también como persona.