Cómo y por cuánto crear tu impresora 3D

Las impresoras 3D están abriendo una opción de autoabastecimiento de productos manufacturados. Sobre todo porque gran parte de sus precursores se mueve en una corriente de opinión común: que todo el mundo pueda crear la suya en casa para fabricar lo que necesite. El mismo día que el mundo se escandalizó con la primera pistola impresa compartida que funciona, Robohand presentó una prótesis para una mano con dedos mecanizados que devuelve la movilidad a su usuario.

Actualmente hay numerosos proyectos de documentación y manuales de software libre para que cualquiera con unos conocimientos básicos de mecánica, electrónica y programación pueda comenzar a crear su impresora 3D y terminarla semanas más tarde. En total se habrá gastado unos 350 euros a cambio de conocimientos.

Por mínimas que sean las nociones iniciales, el proceso de aprendizaje es enriquecedor. Es la experiencia que ha obtenido Pepe Pérez Caparrós, un estudiante de Ingeniería Eléctrica de la Universidad de Jaén que ha construido una Prusa Mendel iteración 2 (manual completo para construir desde cero esa impresora 3D). No es la más sencilla, nos cuenta, y además desde que él comenzó han aparecido nuevos modelos aun más fáciles de fabricar.

Superado el miedo inicial y la barrera tecnológica, el impedimento para su uso continuado es el coste del material plástico, generalmente ABS (acrilonitrilo butadieno estireno), aunque también hay en marcha proyectos para abaratar este gasto.

Creando tu impresora 3D

Creando tu impresora 3DSF: ¿Cuánto te ha costado y cuánto tiempo has tardado en hacer tu impresora 3D?

Pepe Pérez Caparrós: Todos los materiales para su construcción junto con los consumibles para hacerla funcionar me han costado 500 o 600 euros, pero es muy relativo, según lo manitas que seas puedes incluso construirla por 300 o 350 euros.

El tiempo de construcción también varía en función de tus habilidades, yo en particular he tardado una semana en construirla y un par de meses en documentarme, aunque ahora mismo con la gran comunidad que se está creando ese tiempo se reduce drásticamente.

SF: ¿Qué tipo de impresora es? ¿Con qué materiales funciona?

PP: La máquina que yo he construido es una Prusa Mendel iteración 2, que es una variante simplificada de la Mendel original diseñada por Adrian Bowyer. La Prusa 2, como la llamamos, la ha diseñado Josef Prusa, un joven estudiante apasionado del código y el hardware libre.

Los materiales con los que funcionan cada vez son más variados, los clásicos son ABS y PLA, pero existen muchos más como el nylon, el policarbonato, PVA (se disuelve en agua) e incluso una especie de plástico derivado de la madera, todos ellos con el mismo formato, filamento de 3 o 1,75mm de diámetro, aunque construyendo un adaptador se puede usar con cualquier material más o menos pastoso, ya sea chocolate, masa de galletas, silicona o resina epoxi.

Los materiales para su construcción de la estructura son muy comunes y se pueden encontrar en cualquier ferretería. Para la electrónica y el fusor ya deberíamos acudir a tiendas especializadas o hacerlas nosotros mismos.

SF: ¿Por qué elegiste esta combinación?

PP: Elegí montar está maquina por varios motivos, uno es el conjunto de sencillez de montaje y robustez, su fiabilidad y que en ese momento era la más extendida en la comunidad. A día de hoy montaría una Prusa iteración 3 que es aún más simple de montar y más barata, ofreciendo las mismas posibilidades.

SF: ¿De dónde has sacado la documentación necesaria?

PP: La documentación la he obtenido del proyecto RepRap y del Proyecto Clone Wars. El primero es el proyecto original de Adrian Bowyer que busca la autorreplicación completa de la máquina y cuya información está íntegramente en ingles. Por otro lado está el Proyecto Clone Wars que lo que busca es la divulgación de esta tecnología a la vez que aporta nuevos diseños y nuevas vías de investigación pero ya no tanto en el sentido de ser autorreplicantes. Toda la información que se genera desde este grupo está en español y posee una comunidad cada vez más nutrida. A principios de 2012 solo eran 10 máquinas o clones, como los llamamos nosotros, y en la actualidad somos más de 190 clones y 1000 personas las que participamos de forma más o menos activa en la comunidad. La cabeza visible de este proyecto es Juan González Gómez o más conocido como Obijuan, aunque no es el único que promueve todo esto.

SF: ¿Qué conocimientos iniciales hacen falta para poder poner un proyecto así en marcha y con cuántos acabas? ¿Qué aprendes o refuerzas por el camino?

PP: Para empezar a día de hoy con la comunidad que existe en Clone Wars y toda la información que se genera día a día en Internet lo único que hace falta es tener ganas de participar y no agobiarse con los problemas que seguro aparecerán. Siendo una persona comunicativa y educada puedes relacionarte con personas que tienen tu mismo interés y ayudaros mutuamente, dando a veces lugar a amistades que de otra forma difícilmente se habrían dado.

Siendo realista, siempre es mejor si tienes conocimientos de electrónica, de informática y te gusta montar y desmontar cacharros, pero de cualquier forma vas a acabar teniendo conocimientos en electrónica, mecánica, diseño CAD, programación e informática en general.

A mí me ha ayudado a reforzar mis conocimiento en diseño CAD y a recordar cómo se programaba, de una forma muy básica, pues nunca se me dio bien del todo. Lo mejor es que aprendo muchas cosas jugando, y no me cuesta tanto, o más bien lo disfruto mucho más que si lo tuviese que aprender por obligación.

SF: ¿Cómo pueden cambiar el mundo las impresoras 3D?

PP: Pueden cambiarlo mucho y ya lo están haciendo. Yo quiero pensar que son la imprenta del siglo XXI que, como esta en sus comienzos, dio la posibilidad de que librepensadores divulgaran sus conocimientos y mostraran otras alternativas a lo ya establecido.

A nivel industrial se está hablando de una descentralización de la producción, dando la posibilidad de crear pequeñas fábricas en casa, de forma que no se tenga que depender tanto de las grandes industrias.

A nivel educativo, aporta una herramienta muy potente, una forma diferente de aprender y ver de forma rápida el resultado de lo aprendido. Así el químico puede mostrar las diferentes estructuras de las moléculas de forma física, el programador puede ver cómo se mueven sus creaciones en forma de robots imprimibles, el diseñador obtiene prototipos de forma rápida y barata, un niño puede hacerse sus propios juguetes a la vez que aprende sin darse cuenta a hacer un uso razonable de las nuevas tecnologías y para un makers es un sueño hecho realidad la posibilidad de fabricar casi cualquier cosa.

Si unimos esto a los laboratorios de fabricación digital, podríamos hablar de una nueva revolución industrial.