Hace unos días tuvo lugar en Arizona, Estados Unidos, la Grace Hopper Celebration of Women in Computing, una conferencia anual que se celebra desde 1994 –en honor a la pionera Grace Hopper, y fundada por Anita Borg–, que reúne a ponentes muy relevantes del mundo de la tecnología. Su audiencia es en su mayoría femenina. El propósito de la conferencia es atraer a todas las mujeres programadoras, ingenieras informáticas, investigadoras, estudiantes, acercarles a la vanguardia de la informática y de alguna manera darles confianza.
En este lugar estuvo el director ejecutivo de Microsoft, Satya Nadella, cuyo polémico discurso paradójicamente trascendió el evento, cuando era uno de los pocos ponentes masculinos. Nadella, entrevistado por Maria Klawe, presidenta del Harvey Mudd College, aconsejaba a las mujeres que no pidan un aumento no pidan un aumentoy que confíen en el buen karma y en el sistema que, a la larga, las pondría en el lugar que se merecen.
Teniendo en cuenta que la compañía en la que trabaja, Microsoft, solo tiene un 17,1% de trabajadoras y que éstas de media (en EEUU, según datos de la Asociación Americana de Mujeres Universitarias) cobran el 78% de lo que cobran sus compañeros hombres, el consejo no sentó muy bien.
María Klawe, ante una audiencia claramente incómoda por la palabras de Nadella, afirmó que ella no había negociado un salario mayor cuando fue contratada como decana de la universidad de Princeton ni tampoco en el Harvey Mudd, y en ambos casos creía estar peor pagada que sus homólogos de otras instituciones. “Aseguraros de cuál es el salario razonable cuando os ofrezcan un empleo, no seáis tan estúpidas como lo fui yo”, exhortaba a la concurrencia.
El malestar e indignación por la llamada de Nadella al inmovilismo ante la desigualdad salarial ya se había propagado por redes sociales y medios de comunicación. El ejecutivo intentó retractarse de lo dicho a través de su cuenta de Twitter: “Nuestra industria debe cerrar la brecha salarial de género para que no sea necesario un aumento de sueldo con el que remediar una injusticia”. Palabras que llegaban tarde y lo único que hacían era seguir echando sal a una herida todavía abierta.
La industria tecnológica: un mundo de hombres blancos
Microsoft no es la única compañía que arroja datos de desigualdad. En los últimos meses, otras grandes empresas tecnológicas hacían un ejercicio de transparencia y publicaban los datos de su personal revelando que no solo el género femenino sale mal parado sino que la raza es un factor que parece influir a la hora de la contratación.
Apple afirmó en su web que sólo el 30% de sus 98.000 empleados son mujeres. El número se reduce al 28% cuando se trata de puestos de liderazgo pero es, en realidad, un porcentaje más alto que en otras compañías tecnológicas. En cuanto a la raza y la etnia, Apple revelaba que en tecnología específica los números favorecen a los blancos y los asiáticos, con el 54% y 23% respectivamente, mientras que los latinos constituyen un 7% y los negros un 6%.
El consejero delegado, Tim Cook, se comprometió con 100 millones de dólares en equipos informáticos conectados a una iniciativa del presidente Barack Obama para llevar la tecnología de última generación a las escuelas desfavorecidas.
Por su parte, Twitter, también dominada por hombres de raza blanca, hacía propósito de enmienda y admitía en su blog: “Somos plenamente conscientes de que Twitter es parte de una industria que se caracteriza por desequilibrios dramáticos en la diversidad y nosotros no somos la excepción”.
Según sus propios datos, con un 30% de mujeres trabajadoras frente al 70% de hombres el porcentaje cae estrepitosamente cuando se trata de trabajos específicamente técnicos con un 10% frente al 90% de hombres. En cuestión de raza el predominio blanco se impone, seguidos de los asiáticos, lo que deja a afroamericanos y latinos con cifras del 1% y 2% respectivamente.
Yahoo es de las pocas compañías tecnológicas que están lideradas por una mujer, Marissa Mayer, pero sus índices de igualdad tampoco mejoran con respecto a sus vecinas de sector. Según The New York Times, más del 50% son hombres blancos y el índice aumenta cuanto mayor sea el puesto de responsabilidad y liderazgo. En cuanto a Google, el 30% de los 46.170 empleados en todo el mundo son mujeres y solo el 17% de sus empleados técnicos son mujeres.
Las compañías tecnológicas a menudo se defienden aduciendo que solo pueden contratar a las personas que buscan trabajo, y estos, dicen, tienden a ser hombres blancos y asiáticos. Sólo el 18,5% de los estudiantes de secundaria que hicieron el examen de colocación en ciencias de la computación en un año fueron chicas. Lo mismo ocurre con los estudiantes negros y latinos.
Esto sería -como hacían hincapié las ponentes en la Grace Hopper Celebration- un problema de educación que comienza ya en la infancia, cuando las niñas se suelen ver desalentadas por los progenitores y maestros a la hora de interesarse por actividades técnicas.
A la luz de los datos, María Klawe, que además es miembro del consejo de dirección de Microsoft desde 2009, se dirigía a esa audiencia perpleja por las palabras de Satya Nadella y terminaba aconsejando: “Si no estáis conformes con vuestro salario, no os calléis, pedid un aumento”.