Mark Zuckerberg está preparando a las redes sociales de Meta para “el siguiente capítulo”. Uno en el que “las recientes elecciones parecen un punto de inflexión cultural”, pero que comenzó antes de la victoria de Donald Trump. El giro incluye un cambio propio, tanto en su mensaje como de imagen. Zuckerberg, que durante una década fue un referente del estilo Silicon Valley marcado por las camisetas básicas, vaqueros, zapatillas deportivas y ausencia de complementos, se caracteriza ahora por la ostentación y las camisetas anchas con locuciones en latín y griego. Dicen “o Zuck o nada”, “aprender a través del sufrimiento” o “Cartago debe ser destruida”.
Con esta nueva armadura, el fundador de Facebook avisó el pasado septiembre que el tiempo de pedir perdón había terminado para él. Ahora cree que sus comparecencias para disculparse por haber permitido que la industria de la desinformación manipule Facebook e Instagram o no poner medidas ante el abuso infantil fueron un “error de cálculo político”. Uno que ha durado “20 años”.
“Algunas de las cosas que afirmaban que estábamos haciendo o de las que éramos responsables, en realidad no creo que lo fuéramos”, afirmó entonces Zuckerberg: “Cuando se trata de un problema político… hay gente que actúa de buena fe, que identifica un problema y quiere que se solucione algo, y hay gente que simplemente busca a alguien a quien culpar”.
Este martes Zuckerberg dio el mayor golpe de efecto de esta nueva etapa eliminando el programa de verificación de datos independiente de Facebook e Instagram. Era la gran herencia de la etapa en la que Zuckerberg pedía perdón y que ahora quiere dejar atrás, ya que el proyecto se puso en marcha para impedir un nuevo escándalo como el de Cambridge Analytica.
Los verificadores y la narrativa ultra
El programa de verificación se encomendó a organizaciones periodísticas especializadas, encargadas de analizar las publicaciones virales y contrastar si lo que afirman es verídico o no, aportar explicación adicional, detectar imágenes manipuladas o señalar cuando están sacadas de contexto. Estas organizaciones han sufrido las iras de Donald Trump y la extrema derecha estadounidense desde su primera etapa en la Casa Blanca, pero la pandemia universalizó la campaña contra ellas. Agitadores ultras de todo el mundo han colocado a los verificadores en el centro de sus ataques, acosando a sus miembros y acumulando condenas en los juzgados.
Con un reloj 900.000 dólares (antes de impuestos) en la muñeca, Zuckerberg asumió la narrativa ultra que estos actores han utilizado para desacreditar a los verificadores. Los acusó de “censura”, de perjudicar la libertad de expresión y de ser responsables de que Facebook tenga que “retirar” publicaciones que no son desinformación por culpa de sus fallos. “Incluso si censuran accidentalmente solo el 1% de las publicaciones, eso significa millones de personas, y hemos llegado a un punto en el que son demasiados errores y demasiada censura”, afirma.
Vamos a trabajar con el presidente Trump para hacer frente a los gobiernos de todo el mundo que persiguen a las empresas estadounidenses y presionan para censurar más
“Vamos a trabajar con el presidente Trump para hacer frente a los gobiernos de todo el mundo que persiguen a las empresas estadounidenses y presionan para censurar más”, asevera Zuckerberg siguiendo otra de las principales líneas argumentales de los movimientos antisistema. Esta asegura que los verificadores actúan al servicio de los poderes nacionales, que los usan para desacreditar a aquellos que, supuestamente, exponen sus mentiras.
El problema es que no es así como funciona el programa de verificación de datos de Meta. “Es mentira que la verificación suponga el borrado del contenido, como ha dicho Zuckerberg. Solo añade una etiqueta que dice: cuidado, que esto que se dice aquí es mentira. Es una advertencia para aquellos que están pensando en compartirlo”, explica Carlos H. Echeverría, jefe de Políticas Públicas de Maldita, una de las organizaciones a las que Meta contrató para llevar a cabo esta verificación en España.
Es mentira que la verificación suponga el borrado del contenido
El especialista destaca que cuando la corporación de redes decide borrar un contenido, se basa en sus políticas internas y el trabajo de sus moderadores contratados, no en el programa de verificación. “Nosotros jamás le hemos pedido a Meta que borre nada ni lo haríamos nunca. No solo porque no es nuestra motivación, sino también porque pensamos que empeora la situación respecto a la desinformación. Cuando las publicaciones desaparecen se dificulta la investigación, ya que te encuentras links muertos que impiden saber lo que ha pasado o medir la dimensión del problema”, continúa en conversación con elDiario.es.
El programa de verificación no solo ha recibido críticas del entorno ultra. Por ejemplo, no son pocos los juristas que han expresado dudas de que sean trabajos periodísticos y no resoluciones judiciales los que se usen para marcar si una publicación es verídica o veraz. También se ha puesto en cuestión su efectividad, ya que pese a todos los esfuerzos, los bulos siguen teniendo una viralidad mucho mayor que los desmentidos. Además, en el período en el que el programa ha estado activo, no solo no ha bajado la desinformación y la polarización en las redes, sino que ha aumentado.
No obstante, los expertos destacan que el fin de la verificación independiente tendrá efecto inmediato en EEUU (aunque Meta no ha aclarado cuándo se extenderá al resto del mundo) “curiosamente ahora, cuando lo ha pedido la nueva Administración y sus asesores”, destaca Echeverría: “Lo preocupante de verdad no es el fin del programa, sino este argumentario falso que se ha utilizado para justificarlo”.
Los verificadores de hechos no han sido tendenciosos en su trabajo: esa línea de ataque viene de aquellos que sienten que deberían poder exagerar y mentir sin ser refutados
Una denuncia que ha compartido Angie Drobnic, directora de la International Fact-Checking Network, la asociación que agrupa a las organizaciones de verificación a nivel mundial: “Es lamentable que esta decisión se produzca a raíz de la extrema presión política ejercida por la nueva administración y sus partidarios. Los verificadores de hechos no han sido tendenciosos en su trabajo: esa línea de ataque viene de aquellos que sienten que deberían poder exagerar y mentir sin ser refutados”.
La forma en la que Zuckerberg va a “deshacerse” de los verificadores tras más de un lustro de asociación ha llevado a otros expertos a cuestionar su compromiso real con la lucha contra la desinformación. “El costoso experimento de Meta con el fact-checking fue siempre un esfuerzo por desviar la responsabilidad de los daños que sus plataformas amplifican, distrayendo la atención de su modelo de negocio principal: explotar su dominio para captar la atención y rastrear implacablemente a los usuarios, ética y precisión al margen”, dice Jason Kint, CEO de Digital Content Next, reconocido defensor de la transparencia en la publicidad digital.
Meta’s expensive experiment with fact-checking was always a transparent effort to shift responsibility for the harms it amplified, distracting from its core business model: exploiting its dominance to capture attention and relentlessly track users, ethics and accuracy be damned. 1/2
— Jason Kint (@kint.bsky.social) 8 de enero de 2025, 5:21
“La retórica de Mark Zuckerberg sobre «dar prioridad a la expresión» no es más que complacencia política para proteger los beneficios, todo ello a expensas de los consumidores y los anunciantes”, ha publicado el experto en Bluesky.
La dirección trumpista
La decisión de poner fin al programa de verificación ha llegado justo tras una serie de nombramientos estratégicos en su equipo directivo. Personas conocidas por ser próximas a los posicionamientos de Trump y que engrasarán su relación con la Casa Blanca.
El principal llegó la semana pasada, cuando se anunció que Joel Kaplan asumirá el cargo de presidente de Asuntos Globales de Meta sucediendo a Nick Clegg. Kaplan fue uno de los principales asesores de George W. Bush durante sus ocho años en la Casa Blanca, cuando llegó a ser la mano derecha de su jefe de gabinete. Fichado por Facebook en 2011 para su equipo de políticas públicas, ha sido una de las voces señaladas por medrar para evitar que los verificadores y los algoritmos de la plataforma tuvieran tanto efecto en las declaraciones de Donald Trump.
Su primera acción en el cargo ha sido redactar el post que detalla la decisión de Meta de acabar definitivamente con el programa de verificación. En él señala que estas organizaciones han ido “demasiado lejos” por culpa de su “propensión a los sesgos”, lo que ha comparado con estar en prisión. “Se censura demasiado contenido inofensivo, demasiadas personas se encuentran injustamente encerradas en la 'cárcel de Facebook' y, a menudo, somos demasiado lentos para responder cuando eso sucede”, ha escrito sobre los efectos de etiquetar los bulos.
Todavía más polémico ha sido el fichaje para el consejo directivo de Meta de Dana White, CEO de la UFC, la mayor empresa mundial de artes marciales mixtas, que organiza combates profesionales entre luchadores de diversas disciplinas. White ha sido acusado de violencia machista después de que un vídeo de él golpeando a su pareja en un bar se compartiera en redes sociales. También es conocido por realizar comentarios agresivos contra periodistas y sus propios luchadores.
White tiene una relación cercana con Donald Trump, quien apoyó a la UFC en sus primeros años al permitirle realizar eventos en sus casinos de Atlantic City cuando otras sedes rechazaban la organización. Él se lo ha agradecido respaldándole públicamente a partir de entonces, llegando a comparecer en las convenciones nacionales republicanas.
El historial violento de White ha provocado que la incorporación a Meta se cuestione también de puertas adentro. Según ha revelado 404 Media, la compañía ha eliminado comentarios que protestaban contra el fichaje del foro de publicación interna de sus empleados, llamado Meta Workplace.
Puedo disculpar a la gente por no estar al tanto, pero Meta sin duda hizo su debida diligencia con White y concluyó que lo que hizo está bien. Me siento como si estuviera en otro planeta
“Es un poco desalentador ver a gente en los comentarios celebrando a un hombre que aparece en un vídeo agrediendo a su mujer”, comentaba uno de ellos, refiriéndose a White. “Puedo disculpar a la gente por no estar al tanto, pero Meta sin duda hizo su debida diligencia con White y concluyó que lo que hizo está bien. Me siento como si estuviera en otro planeta”, publicaba otro. “Hemos perdido completamente el rumbo”, se quejaba un tercero según recoge el citado medio, creado en 2023 por un grupo de los principales periodistas de tecnología de EEUU.
El “equipo de Relaciones con la Comunidad Interna” de Meta eliminó estas publicaciones alegando que “es importante mantener un entorno de trabajo respetuoso”. “Insultar, criticar o antagonizar a nuestros colegas o miembros de la Junta no está alineado” con las reglas de la corporación, argumentaron. Esto provocó aún más estupor y comentarios críticos, que se multiplicaron este martes tras la publicación del vídeo de Zuckerberg en el que justifica el final del programa de verificadores independientes en la “censura” que supuestamente provocan.
elDiario.es se ha puesto en contacto con Meta para contrastar esta versión e incluir su posicionamiento sobre los hechos, pero no ha contestado a los requerimientos. En declaraciones a 404 Media, una portavoz de la corporación ha manifestado que las críticas borradas violaban las reglas de la plataforma interna de trabajadores: “También hay varios comentarios que han expresado críticas que no violan las reglas y que siguen publicados”, ha destacado.