Los dueños de la inteligencia artificial quieren usar fusión nuclear para alimentar a la máquina
Las tecnologías digitales no son inocuas para el planeta. Cada búsqueda en Google, cada capítulo de serie reproducido en Netflix e incluso cada mensaje de WhatsApp enviado lleva aparejado un gasto energético. Desde hace años las multinacionales digitales invierten en electricidad barata, por lo que cada vez es más habitual que sus grandes centros de datos estén aparejados con centrales de este tipo, como las cinco plantas solares que Amazon tiene repartidas por España.
Sin embargo, la inteligencia artificial supone un reto diferente. Los gigantes tecnológicos no hacen público el consumo energético que les suponen estas herramientas, pero se sabe que es mayor que el de casi cualquier otro servicio digital comparable porque los recursos computacionales que consume son también mucho mayores.
Varios estudios apuntan a que el sistema GPT-3 (el que utiliza el ChatGPT básico que no requiere el pago de una suscripción) “tiene un consumo de más de 1200 megavatios-hora. Eso es casi tanta electricidad como la que consumirían 120 hogares estadounidenses en un año”, expone Julián Estévez, profesor de robótica e IA en la Universidad del País Vasco. GPT-4, el modelo en el que se centra ahora OpenAI, es cientos de veces más potente. A estas cifras hay que sumarles los gastos de energía para entrenar este tipo de sistemas, un proceso “computacionalmente intensivo”, recuerda.
La situación tiene pocos visos de mejorar, puesto que aunque los modelos de las tecnológicas se harán más eficientes, existe una evidente carrera por conseguir que sean cada vez más potentes. “En general, cuanto mayor sea el tamaño del modelo y los datos de entrenamiento, más poder de cómputo se requiere”, detalla el profesor. Quizá por eso no deba extrañar que sean los dos actores que han revolucionado el campo de la inteligencia artificial sean también los dos primeros en apostar por una una energía revolucionaria, la fusión nuclear.
El primero es Microsoft, que acaba de firmar el primer gran contrato de una empresa privada para comprar energía procedente de fusión nuclear. Si sus planes salen bien, empezará a recibirla a partir de 2028. Es el tipo de acuerdo con el que los científicos llevan soñando más de 60 años. Las centrales actuales utilizan la fisión nuclear, que consiste en separar átomos. El proceso entraña peligros y deja residuos muy contaminantes. La fusión se centra en juntar átomos y se libra de esas dos lacras. Sin embargo, lograrlo se ha convertido en algo así como el santo grial de la energía.
El proceso aspira a replicar lo que ocurre en el interior del Sol y el resto de estrellas para producir cantidades ilimitadas de energía limpia. Los científicos creen que podrán reproducir las mismas reacciones en la Tierra, pero no es fácil. Las investigaciones comenzaron en los años 50 del pasado siglo y no ha sido hasta diciembre de 2022 cuando se ha logrado producir energía neta durante un breve período de tiempo en un laboratorio.
El anuncio de EEUU no estuvo exento de críticas y no implica que la fusión nuclear esté a la vuelta de la esquina. El Organismo Internacional de la Energía Atómica no prevé que se pueda producir electricidad de esta manera antes de la segunda mitad de este siglo. Por eso, el contrato de Microsoft ha pillado por sorpresa a todos: su socio, Helion Energy, quiere recortar la espera de 30 años a cinco. “La fecha prevista para la entrada en funcionamiento de nuestra primera instalación es muy anterior a las previsiones habituales de despliegue de la energía de fusión comercial”, presume la empresa.
El acuerdo es el siguiente: la planta de fusión nuclear de Helion empezará a proporcionarle electricidad a Microsoft en algún momento de 2028. Aproximadamente un año después, la potencia de la instalación deberá haber alcanzado los 50 MW (una planta fotovoltaica de tamaño medio puede estar entre los 20 y los 30 MW). Helion se ha comprometido a asumir “penalizaciones económicas” si no es capaz de cumplir estos términos.
¿Y cómo se ha fraguado este acuerdo? Aquí es donde entra el segundo nombre que relaciona la inteligencia artificial con la fusión nuclear. El presidente del consejo de Helion y principal inversor no es otro que Sam Altman, CEO de OpenAI. Según apunta el Wall Street Journal, el ejecutivo habría jugado un papel clave en el acuerdo con la multinacional fundada por Bill Gates. Hace seis meses Altman convenció a Microsoft de invertir 10.000 millones de dólares en su IA. Ahora, la ha convencido de apostar por este tipo de energía experimental para alimentarla.
Las cifras del contrato de Helion con Microsoft no se han hecho públicas. Sí se conoce que Altman ha pagado unos 375 millones de dólares para entrar en su junta. Es la mayor inversión personal de un ejecutivo que antes de liderar OpenAI se dedicaba a acelerar startups tecnonlógicas. “Tenía la convicción de que las dos cosas más importantes para el futuro y para elevar mucho la calidad de vida eran conseguir que la inteligencia y la energía fueran baratas y abundantes”, ha comentado Altman en declaraciones al citado medio estadounidense.
“Tenemos que ser realistas... y esto no lo es”
Helion afirma haber construido ya “seis prototipos operativos” de sus reactores y ser “la primera empresa privada de fusión en alcanzar temperaturas de plasma de 100 millones de grados con el sexto”. Ahora está desarrollando su séptimo prototipo, que espera encender en 2024. “Agradecemos el apoyo de una empresa visionaria como Microsoft. Aún nos queda mucho trabajo por hacer, pero confiamos en nuestra capacidad para ofrecer la primera instalación de energía de fusión del mundo”, ha declarado su presidente, David Kirtley.
Aunque sorpresivo, en el sector tecnológico se ha entendido el movimiento de Microsoft. La apuesta de Helion se suministrar energía en 2028, en cambio, es otro cantar. “No es creíble”, resume Carlos Hidalgo, responsable de la División Experimental del Laboratorio Nacional de Fusión del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT). No antes de “2040 o 2045”.
“Los científicos debemos ser ambiciosos y la fusión nuclear es un objetivo ambicioso. Será una gran revolución para la humanidad. Pero nuestras promesas tienen que estar bien fundamentadas y tienen que ser realistas. Y personalmente creo que la promesa de producir electricidad originada por energía de fusión nuclear en 2028 no lo está”, expone el especialista en conversación con elDiario.es.
Hidalgo, no obstante, recalca que este tipo de acuerdos son muy importantes para que esta tecnología salga por fin de los laboratorios tras muchas décadas de experimentos. “Las iniciativas privadas sin duda van a contribuir a acelerar el desarrollo de la fusión nuclear como fuente sostenible y masiva de energía. Es fantástico que Microsoft quiera invertir”, celebra. “La energía de fusión generada en laboratorios ya es una realidad, pero aún nos quedan retos para completar ese sueño, y los científicos tenemos que ser responsables a la hora de comunicar en qué punto estamos”, asegura.
Microsoft apuesta fuerte por lo contrario. “Somos optimistas en cuanto a que la energía de fusión puede ser una tecnología importante para ayudar al mundo en su transición hacia la energía limpia”, ha afirmado Brad Smith, presidente de la multinacional. “El anuncio de Helion respalda nuestros propios objetivos de energía limpia a largo plazo y hará avanzar el mercado para establecer un método nuevo y eficiente de llevar más energía limpia a la red, más rápido”, ha concluido.
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