“Es la economía, estúpido”, fue el mantra que llevó a Bill Clinton a la Casa Blanca en 1992. George Bush padre partía con ventaja tras ser el presidente que puso punto y final a la Guerra Fría y la victoria frente a las fuerzas de Saddam Hussein en la operación Tormenta del Desierto. Pero Clinton centró su campaña en el bolsillo de los votantes y consiguió vencer a un rival con índices de aprobación cercanos al 90%. Treinta años después el mantra de la economía cambia de sentido: en una carrera igualada por abajo en popularidad, ninguno de los candidatos puede desperdiciar apoyos. Ni siquiera el de unos criptobros que tanto republicanos como demócratas habían repudiado en el pasado.
Según una reciente encuesta elaborada por Morning Consult para Coinbase, la mayor bolsa de criptomonedas por número de usuarios en EEUU, aproximadamente unos 52 millones de estadounidenses poseen activos digitales en el país. Eso equivale a casi un tercio de los votantes de las elecciones de 2020. Una masa de apoyo lo suficientemente grande como para forzar tanto a Donald Trump como a Kamala Harris a cambiar de postura para atraerla a su bando.
El cambio de opinión más marcado ha sido, sin duda, el de Trump. “Es cierto que en las pasadas elecciones todos los candidatos eran mucho más proclives a mantener una postura firme en contra de las criptomonedas. De hecho, Donald Trump dijo que bitcoin es una estafa contra el dólar'”, explica David Tercero-Lucas, profesor de Economía en la Universidad de Comillas especializado en criptoactivos y monedas digitales.
“No soy un fan de bitcoin y otras criptodivisas, que no son dinero, y cuyo valor es altamente volátil y basado en el aire”, decía Trump en 2019, cuando todavía ocupaba el despacho oval de la Casa Blanca. “Los criptoactivos no regulados pueden facilitar comportamientos ilícitos, como el tráfico de drogas y otras actividades ilegales”, añadía.
Cinco años después el bitcoin sí es dinero para el republicano. Hasta el punto de que uno de los primeros pasos de su campaña fue poner en marcha la posibilidad de recibir donaciones en criptomonedas, así como poner a la venta NFT similares a cromos numerados con su cara para lograr fondos. Trump se define como ahora el “cripto-candidato” de estas elecciones y ha asegurado que va a convertir EEUU en “la capital cripto del planeta y la superpotencia mundial del bitcoin”.
Pero más allá de abrir su hucha de criptomonedas para la campaña, el republicano no ha dado prácticamente ningún detalle de cómo planea cumplir esas promesas. “Sería importante entender si se refiere al minado de bitcoins (donde USA ya lidera, siendo el país que más energía consume minando criptomoneda) o una especie de 'paraíso fiscal' del mundo cripto, donde las critpomonedas no estén reguladas o la regulación sea muy laxa”, incide Tercero-Lucas, recalcando que el impacto que tendría esto último tanto para las bolsas de criptomonedas como para las ganancias de capital de los inversores.
Más que proponer un plan, Trump había utilizado su nuevo carnet del movimiento cripto para abrir un cisma en una industria tecnológica que siempre le había sido hostil. Silicon Valley ha sido un feudo demócrata durante décadas, con las tecnológicas poniendo su dinero y sus relaciones públicas a favor de Obama, Clinton y Biden. Algo que había cambiado en el inicio de esta carrera electoral por la política de mano dura de la Administración de Biden con los gigantes digitales, su rechazo a las cripto y su evidente debilidad como candidato.
“Ellos están en contra”, repetía Trump sobre los demócratas y las criptomonedas. Con esta estrategia Trump consiguió ganarse no solo el favor de empresarios tecnológicos como Elon Musk, sino el de otros muy reconocidos nombres del valle como Ben Horowitz y Marc Andreessen. Se trata de los fundadores de Andreessen Horowitz, el fondo de capital riesgo especializado en tecnología más importante del mundo. Hasta que ha llegado el contrataque de Kamala Harris.
Harris también se sube al barco
La posibilidad de que Trump ponga en duda el liderazgo demócrata en la meca de la tecnología digital ha llevado a Harris a dejar caer que llevará a cabo políticas más abiertas en este área que las que ha mantenido como vicepresidenta. Sobre todo al blockchain (la tecnología detrás de las criptomonedas) y la inteligencia artificial que las que ha mantenido como vicepresidenta de Biden.
“Fomentaremos tecnologías innovadoras como la IA y los activos digitales, al tiempo que protegeremos a nuestros consumidores e inversores”, declaró en un reciente acto de recogida de fondos, en el que señaló que el negocio cripto es una “oportunidad económica” para el país.
A esto se suman las palabras del multimillonario Mark Cuban, que se ha erigido en portavoz oficioso de la campaña de Harris en materia tecnológica. Algo así como un Elon Musk demócrata, salvando las diferencias (Cuban posee una fortuna de 5.700 millones de dólares por los 260.000 de Musk). Según Cuban, el equipo de Harris se está abriendo a regular las criptomonedas mucho más de lo que lo ha hecho la anterior administración.
“Estoy recibiendo múltiples preguntas de su campamento sobre cripto”, ha afirmado el multimillonario en Decrypt, un medio especializado en este sector. “Así que lo tomo como una buena señal. La retroalimentación que estoy recibiendo, aunque ciertamente no confirmada por la vicepresidenta, es que ella estará mucho más abierta a los negocios, [inteligencia artificial], cripto y ofrecerles los servicios del gobierno”, agregó Cuban.
No es demasiado, pero aún así es suficiente para que Trump haya frenado su impulso en Silicon Valley. El mejor ejemplo es el propio Ben Horowitz, que anunció que apoyaría al republicano cuando Biden aún era su contendiente, pero se ha desdicho para ofrecer su dinero a Harris. “Quería poneros al día sobre mi actividad política”, escribió en una reciente carta a sus empleados: “Felicia y yo conocemos a la Vicepresidenta Harris desde hace más de 10 años y ha sido una gran amiga para ambos durante ese tiempo (...). Como resultado de nuestra amistad, Felicia y yo haremos una importante donación a las entidades que apoyan la campaña de Harris Walz”.
El propio Horowitz recalca que Harris es una pequeña esperanza respecto a cómo ha visto la industria tecnológica a su predecesor. “Aunque he mantenido varias conversaciones con la vicepresidenta Harris y su equipo sobre sus probables políticas tecnológicas y me anima creer en ella, aún no han declarado cuál será su política tecnológica”, declara el gran inversor: “La Administración Biden ha sido excepcionalmente destructiva en materia de política tecnológica en todo el sector, pero especialmente en lo que se refiere a criptomonedas, blockchain e inteligencia artificial. Pero, aunque tengo muchas esperanzas de que la Administración Harris sea mucho mejor, todavía no han declarado sus intenciones”.
La carta llegó tras la publicación de un informe de Public Citizen, una organización sin fines de lucro afincada en Washington, que reveló que las empresas de criptomonedas han donado 119 millones de dólares a los dos candidatos en la carrera presidencial de 2024. Es un 44% del total de las donaciones corporativas.
“Las donaciones de las empresas relacionadas con el 'criptoverso' han sido bastante populares durante esta campaña electoral, suavizando posiciones agresivas contra las cripto (sobre todo en el lado republicano, pero también en el demócrata)”, recalca Tercero-Lucas. “Las compañías de cripto saben que es necesaria una regulación del sector, por lo que cada vez están más interesadas en tener relevancia en la política de USA”, concluye.