A las ocho de la tarde de este 10 de noviembre los colegios electorales cerraron sus puertas. Dentro, los vocales y presidentes de las mesas abrieron las urnas que habían custodiado toda la jornada. Contenían exactamente 23.899.837 votos. 135 minutos después, más de 21,5 millones de ellos ya habían sido contados, asignados a cada partido y expuestos en las bases de datos oficiales del Ministerio del Interior, de donde los chupaban los medios de comunicación y apps oficiales para seguir el recuento. A las 22.15 horas del 10N, media hora antes que el 28A, se habían contabilizado ya el 90% de los votos y el resultado de las elecciones estaba claro.
El recuento electoral del 10N volvió a ser rápido y limpio tras los errores de bulto de los comicios autonómicos y europeos del 26 de mayo. Entonces el Ministerio del Interior tuvo que reconocer fallos y malentendidos en las cifras oficiales que ofrecía su página web, algo que achacó al criterio para volcar los datos del conteo diseñado por la adjudicataria de la recuento, la UTE Scytl-Vector, que provocó “confusión”. Entre los errores destacaron los 56.056 votos menos de la CUP en Barcelona entre la cifra recogida a pie de mesa y la información que mostraba la web de Interior, o el concejal que Vox consiguió en Salamanca con 17 votos, cuando tuvo en realidad 3.386 apoyos.
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, aseguró en todo momento que los votos no se habían perdido, sino que los errores estaban solo en la forma de mostrar los resultados. En cualquier caso, instó a Scytl-Vector a darle “una respuesta rápida” a los problemas y cambiar el criterio de visualización para volver al de Indra, la tradicional adjudicataria de los recuentos electorales en España. Este 10N, con esta empresa de nuevo al mando del proceso tras lograr la concesión por la vía de urgencia, el proceso ha vuelto a batir récords: casi un 20% más rápido que el 28A.
Uno de los principales secretos para ello es el ejército de más de 23.000 funcionarios públicos destinados a los colegios electorales. Ejercen de 'representantes de la administración' y transfieren los resultados de la votación a la base de datos oficial de Interior. Lo hacen tableta en mano, a través de una aplicación informática instalada en estos dispositivos que tienen en su poder y de los que solo ellos (y su enlace en las oficinas de Indra) conocen la clave que posibilita informar del recuento.
¿Por qué es tan rápido? ¿Se puede hackear?
Hay varias diferencias entre el sistema de recuento español y el de otros países europeos que no ofrecen datos definitivos sobre las votaciones electorales hasta bien entrada la madrugada. La mayoría tienen poco que ver con la tecnología.
Uno de ellos es consecuencia de que en España las listas sean cerradas y el sistema siga la norma de “una papeleta, un voto”. Más allá de sus implicaciones democráticas, las listas cerradas facilitan el conteo. Las papeletas son pequeñas y muestran inmediatamente la dirección del voto. En otros países los encargados del recuento deben desplegar papeletas mucho más grandes y revisar detalladamente las cruces que ha marcado cada elector en cada candidato que desea que le represente.
Otro es el recuento a mano e in situ de los votos. Ni la urna ni las papeletas se trasladan a ningún lugar en ningún momento del proceso. Los vocales y los presidentes de mesa cuentan los sufragios inmediatamente después del cierre del colegio electoral, abriendo cada voto y cantando en alto el partido al que apoya. Los apoderados de los diferentes partidos protegen los intereses de su formación durante el proceso (ese partidismo contrapuesto es el que asegura la neutralidad del resultado final) que a su vez es supervisado por los funcionarios representantes del Estado.
Una vez concluido el recuento y tras comprobar que el número total de votos a cada partido, votos nulos y votos en blanco coincide con los sufragios totales emitidos en la mesa, el resultado se incluye en el acta electoral. Este documento es el único válido a nivel oficial sobre la votación (las papeletas se destruyen allí mismo) y es responsabilidad del funcionario representante de la administración. El recuento ha terminado. El método demuestra su rapidez elección tras elección y además aplica la mejor medida de ciberseguridad disponible en la actualidad: es totalmente analógico. No hay espacio para un hackeo porque no hay ningún dispositivo digital involucrado.
El papel de Indra
“Nosotros nos encargamos de la transmisión de los datos de los resultados electorales, su consolidación y publicación. Nuestro trabajo empieza cuando los apoderados de los distintos partidos políticos firman el acta de cada una de las mesas”, explica un portavoz de la multinacional española a eldiario.es.
El funcionario representante de la administración hace tres copias del acta electoral: una para el juzgado y dos para la Junta Electoral Central. Por último, comunica los datos de votación presentes en ese acta por vía telemática, que son los que se utilizan para informar sobre el escrutinio en tiempo real a través de las bases de datos oficiales del Ministerio del Interior durante la noche electoral. Sin embargo, esos resultados son solo provisionales.
Como detalla el Ministerio dirigido por Marlaska en una página de su web que explica por qué el recuento electoral es tan rápido en España, “el escrutinio oficial y definitivo se realiza por las Juntas Electorales competentes y comienza tres días después de las elecciones”. El papel de Indra es montar el sistema de comunicación y la plataforma para integrar los resultados provisionales ofrecidos durante la noche electoral de forma unificada y rápida.
Excepto en los municipios de menos de 500 habitantes, que han dado cuenta de los resultados de las actas electorales por vía telefónica, el sistema de comunicación del 10N se ha apoyado en más de 22.000 tabletas repartidas entre los funcionarios que han ejercido el papel de representantes de la administración.
Estos trabajadores públicos son voluntarios que se apuntan para esta labor de forma previa y que reciben un extra en su paga como contraprestación. Indra los forma en el manejo de la tableta con antelación (una semana antes, en el caso del 10N) y realizan un simulacro de votación para familiarizarse con el dispositivo.