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Elon Musk cree que su hija es trans por ideología: “Hay que detener el virus woke”

Este jueves sale a la venta en castellano la nueva biografía de Elon Musk escrita por Walter Isaacson, prestigioso periodista estadounidense de 71 años que se ha convertido en uno de los grandes especialistas en este género. El antiguo presidente de la CNN y director de la revista Time ha pasado dos años junto al empresario y sus allegados, acompañándolos en momentos clave como el proceso de adquisición de Twitter o los lanzamientos de SpaceX, algo que Musk nunca había permitido hasta ahora.

El resultado es un libro de más de 700 páginas que recorre la trayectoria de una de las personas más relevantes de esta época, desde su infancia acomodada pero siendo víctima de acoso escolar en Pretoria (Sudáfrica) hasta la actualidad. Su título es simplemente Elon Musk y en España lo publica la editorial Debate. Contiene abundantes conversaciones con el magnate sobre sus motivaciones (asegura que convertir a la humanidad en una “especie interplanetaria” es una de ellas), así como cientos de ejemplos sobre su impredecible personalidad o falta de empatía con sus subalternos.

Isaacson, profesor de Historia en la Universidad de Tulane (Nueva Orleans, EEUU), documenta la vida de Musk con un ansia enciclopédica. Apenas hace anotaciones sobre sus propias impresiones más allá de las necesarias para aportar contexto. Es la mayor profundización en la historia vital de Musk hasta el momento, una historia vital por otra parte bastante conocida por el gran público ya que versa sobre una de las personas más profusamente analizadas por los medios de comunicación de toda la historia.

Sin embargo, Musk también ha permitido a Isaacson indagar en su vida personal, a donde no había podido llegar ningún periodista. Una faceta que según revela el biógrafo, ha tenido un enorme impacto en sus decisiones empresariales en los últimos dos años. Especialmente su lucha contra lo que denomina “el virus woke”, un término peyorativo utilizado por la derecha radical de EEUU para afirmar que ciertas ideas o actitudes relacionadas con la justicia social, la igualdad y la conciencia social son “contagiosas”.

“A menos que el virus woke, que es fundamentalmente anticiencia, antimérito y antihumano en general, se detenga, la civilización nunca llegará a ser multiplanetaria”, le dijo al biógrafo cuando este le preguntó cómo encajaba una red social en su plan maestro. A costa de acabar con el “virus woke” Musk ha renunciado a miles de millones de dólares para lanzar una cruzada para cambiar de arriba a abajo Twitter, el espacio que habitaban habitualmente unos 300 millones de personas.

Una lucha motivada en gran medida por la ideología de su hija Jenna, sus sentimientos hacia él y la decisión de cambiarse de sexo. “La ruptura [de la relación con ella] le dolió más que nada en su vida desde la muerte de su primogénito Nevada”, cuenta Isaacson.

“Te odio a ti y todo lo que representas”

Jena nació en 2004 y fue originalmente nombrada Xavier Musk, en referencia al doctor Xavier de los X-Men. Desde muy pronto cuestionó a su padre. “Xavier tenía una voluntad fuerte y desarrolló un profundo aborrecimiento por el capitalismo y la riqueza. Mantenían largas y amargas conversaciones, en persona y por mensajes de texto, en las que Xavier le expresaba repetidamente: 'Te odio a ti y todo lo que representas'. Fue uno de los factores que hizo que Musk decidiera vender sus casas y vivir con menos lujo, pero, en su relación, tuvo poco efecto”, relata Isaacson.

“Para 2020, la grieta entre ellos se había hecho insondable”, continúa. Entonces Jenna tenía 16 años. Junto a su hermano mellizo, es la tercera de los 11 hijos que ha tenido Musk (el primero murió al nacer). En aquella época nació el octavo, X AE A-XII Musk, que Jenna se negó a conocer. También fue el momento en el que decidió transicionar. Se lo dijo a sus hermanos mayores, pero pidió que no informaran a su padre.

Culpa en parte a lo que llama el adoctrinamiento progresista y woke que imperaba en el colegio privado de Los Ángeles al que ella asistió

“Musk se acabó enterando por un miembro de su equipo de seguridad”, cuenta el biógrafo. “Culpa en parte a lo que llama el adoctrinamiento progresista y woke que imperaba en el colegio privado de Los Ángeles al que ella asistió, Crossroads”, continúa Isaacson, que cita a la cuñada de Musk para expresar que este “no tiene prejuicios en contra de las personas gay ni trans. La ruptura con Jenna, cuenta, tuvo más que ver con el marxismo radical de esta que con su identidad de género”.

Fue a partir de entonces cuando erradicar “el virus woke” se convirtió en parte de los objetivos vitales de Musk: “Siguió hablando más y más sobre esta cuestión, y en 2023 terminó encabezando la reacción conservadora contra la posibilidad de que los menores de edad que quisieran cambiar de sexo pudieran recibir apoyo médico”. Twitter, que considera “infectado” por el virus, es un paso clave en esa meta.

Frenar “lo woke” en Twitter

Antes de 2020 Musk afirmaba votar casi siempre a los demócratas. Desde ese año, su radicalización hacia posicionamientos de lo que en EEUU se denomina derecha alternativa y en Europa simplemente extrema derecha ha sido evidente. Recorrer sus publicaciones de Twitter (ahora llamada X) supone encontrarse con un sinfín de memes y comentarios irónicos contra el progresismo social.

Antes de hacerse con toda la red social, Musk compró solo un 10% de ella. Durante unos días pensó si eso sería suficiente para que la compañía tomara el rumbo que él deseara, ya que ya era el accionista mayoritario. Terminó decidiendo que los cambios que quería hacer eran demasiado grandes. “Para que sobreviviera la democracia, creía, era importante purgar la cultura woke de Twitter y erradicar sus sesgos”, revela Isaacson.

Después de que hiciera su oferta de 44.000 millones de dólares para comprar Twitter, Musk se arrepintió e intentó anular el acuerdo. Entonces utilizó la excusa de que había demasiados bots. La biografía apunta a que tan solo estaba intentando bajar el precio debido a que las tecnológicas estaban sufriendo un gran derrumbe en bolsa y tanto Tesla, cuyas acciones Musk iba a utilizar para financiar la adquisición, como Twitter, valían mucho menos que apenas unos meses antes.

Los iremos cazando uno por uno hasta el día de su muerte

Musk tuvo la opción de conseguir esa rebaja. En las negociaciones, la dirección de la compañía le ofreció acordar un descuento del 4% (equivalente a 1.760 millones de dólares). Él buscaba al menos un 10%. “En ciertos momentos daba la impresión de que podría haber formas de aproximar las dos partes”, cuenta el libro, “pero eso planteaba un problema adicional”.

Concertar un nuevo precio implicaba reestructurar la oferta. Eso daba la opción a los bancos que financiaban a Musk a renegociar sus términos, así como a la dirección de Twitter a incluir nuevas cláusulas. Y pusieron una nueva sobre la mesa: el magnate, que llevaba meses advirtiendo que quería sacar a la luz la “censura woke” de la antigua cúpula, debía comprometerse a no emprender ninguna acción legal contra los anteriores directivos.

“Jamás les daremos una liberación legal. Los iremos cazando uno por uno hasta el día de su muerte”, cuenta Isaacson que respondió Musk al enterarse de esa petición.

Poco después de hacerse con la empresa, el nuevo dueño filtró abundante documentación sobre las prácticas de la anterior junta de la red social a varios periodistas próximos a esa derecha alternativa estadounidense. Las filtraciones mostraban, supuestamente, cómo Twitter estaba inclinado hacia “lo woke”. Lo llamó “los archivos de Twitter” y tuvieron un recorrido escaso. Musk acusó al resto de medios de comunicación de silenciar las revelaciones.

“Las revelaciones ilustraban el hecho problemático, si bien nada sorprendente, de que los moderadores de Twitter estaban sesgados a favor de suprimir las historias que ayudasen a Trump”, cita sobre ellas Isaacson. A continuación, recuerda que “el 98% de las donaciones realizadas por personas de la compañía fueron para los demócratas”. No cita, en cambio, que Trump ha sido imputado ya en cuatro casos penales por varios delitos, entre ellos instigar el asalto al Capitolio. El expresidente utilizó Twitter como altavoz principal para distribuir desinformación sobre esos hechos, así como sobre el coronavirus.