Elon Musk recurre a su vieja táctica de “el año que viene” para sostener Tesla en su momento más crítico
“Si valoráis a Tesla solo como un fabricante automovilístico os estáis moviendo en el marco inadecuado”. Elon Musk ha tenido que recordar a los inversores cuál es el principio más básico de su plan para Tesla durante la presentación de los resultados de la compañía este primer trimestre. “Si alguien no cree que Tesla vaya a resolver la conducción autónoma, no debería ser inversor de la compañía”, les ha espetado.
Tras una década de promesas incumplidas, muchos de los inversores de Tesla presionan al magnate para que dedique menos recursos a ese desarrollo tecnológico y más energía a sacar nuevos modelos. Los nervios han aparecido tras revelarse sus resultados de este primer trimestre, en los que ha tenido una caída del 55% en sus beneficios marcada por un hundimiento del 13% de sus ventas de coches.
10 años de “el año que viene”
Corría el año 2014. “Los coches autónomos serán definitivamente una realidad. El año que viene, un coche Tesla será capaz de recorrer el 90% de sus millas con Autopilot”, dijo Elon Musk. “Lo hará con una combinación de varios sensores, como cámaras con reconocimiento de imagen con radar y ultrasonidos de largo alcance, así lo conseguiremos. Otras compañías de automóviles nos seguirán”, explicaba.
La clave era que “Tesla es una empresa de Silicon Valley”, explicó el magnate. Una tecnológica que, entre otras cosas, fabrica coches eléctricos. No un fabricante de coches eléctricos que apuesta firmemente por la tecnología. Por eso su compañía estaba destinada a ser la “líder” de la revolución del vehículo autónomo. “Si no lo somos, vergüenza para nosotros”, dijo.
El mundo vivía una efervescencia de la tecnología digital y Musk estaba en condiciones de asegurar que esa revolución estaba a la vuelta de la esquina. “Serán diez veces más seguros que una persona al volante en un plazo de seis años”, decía en otra entrevista en 2014. “Tesla va a desarrollar bastante [de esa tecnología] por sí misma”, insistía en plena promoción de la marca: “Da un poco de miedo: qué va a ser de nosotros, los humanos”.
Musk hizo incontables declaraciones como estas en 2014 y 2015. Básicamente, cada vez que tuvo un micrófono delante. La promesa era que todos los coches de Tesla vendidos a partir de 2016 contendrían todo le hardware necesario para la conducción autónoma, algo que irían recibiendo con actualizaciones de software descargables en un período corto de tiempo.
Pero llegó 2016 y los Tesla no estaban recorriendo el 90% de sus kilómetros de manera autónoma. En vez de reducir sus expectativas, volvió a emplazar a sus inversores al año siguiente. “Vamos a ser capaces de hacer una guía de demostración de plena autonomía en todo el trayecto desde Los Ángeles a Nueva York. Básicamente desde nuestra casa en Los Ángeles hasta Times Square en Nueva York. Y luego hacer que el coche vaya y aparque solo a finales del año que viene”, declaró en la presentación de resultados de aquel año.
No sucedió. Ni en 2017, ni en 2018. Para 2019 Musk ya se había ganado la fama de hacer promesas fallidas sobre Tesla. También le ocurría con los lanzamientos de nuevos modelos, aunque no tanto. En ese caso los retrasos podían ser de un par de años, pero los coches terminaban llegando al mercado. “A veces no llego a tiempo, pero lo consigo”, reconocía en 2019.
Con la tecnología el panorama era diferente. Ese 2019, a punto de cumplirse la fecha que había dado para la llegada de los coches completamente autónomos y “10 veces más seguros” que los conducidos por personas, esa tecnología ni estaba ni se la esperaba. Pero la táctica de Musk ya estaba fijada: el año que viene.
“Tengo mucha confianza en que Tesla tendrá robotaxis autónomos el año que viene”, dijo ese año en el Día del Inversor de Tesla Autonomy en Palo Alto, California. Hablaba de “operar robotaxis el año que viene sin nadie dentro”, de que la tecnología ya estaba prácticamente lista y solo necesitaba que las autoridades dieran su visto bueno. “Confío en que tendremos al menos la aprobación reglamentaria en alguna parte, literalmente el año que viene”.
A finales de 2020 Tesla no tenía ningún robotaxi. Tampoco lo tiene en 2024. Se trata de una tecnología que sigue en fase de pruebas y que está generando protestas sociales y quejas de los cuerpos de Policía y Bomberos de San Francisco, la ciudad que ha hecho una mayor apuesta por ellos.
El androide de Tesla, “el año que viene”
Las promesas incumplidas de “el año que viene” de Musk no se han dado solo en Tesla sino en todas sus empresas en general, desde SpaceX y sus viajes a la Luna a Neuralink con sus chips cerebrales. Sin embargo, en el caso de Tesla, las promesas fallidas se han ido sosteniendo por un crecimiento sostenido en las ventas.
Ante este descenso, entre muchos inversores ha saltado la duda de dónde debería poner el foco la compañía. El dinero, cuando ha llegado, ha sido por los coches, no por la tecnología. Musk les ha recordado si logró colocar a Tesla como la séptima gran tecnológica de EEUU y la décimo quinta compañía más valiosa del mundo en bolsa fue precisamente gracias a esas promesas de nuevos desarrollos tecnológicos inminentes.
“Realmente la forma de pensar en Tesla es casi enteramente en términos de resolver la autonomía y de ser capaz de llevar esa autonomía para una flota gigantesca”, ha expuesto. “Podría ser la mayor revalorización de activos de la historia cuando eso ocurra, cuando puedas hacer una conducción autónoma completa y sin supervisión”.
Sin embargo, el auge de los coches eléctricos chinos y el avance en el desarrollo de asistentes de conducción autónoma del resto de fabricantes ha mostrado que Tesla no tiene una gran ventaja competitiva en ese terreno ahora mismo, pese a ser la que más invierte. Mientras, los inversores le han recordado que Tesla tiene la gama de vehículos más antigua de los 26 principales fabricantes tomando como referencia la fecha de lanzamiento de cada modelo.
Para volver a poner el foco en los desarrollos tecnológicos Musk ha recurrido a otra invención en la que Tesla lleva algunos años trabajando: un androide llamado Optimus. “Es capaz de realizar tareas sencillas de fábrica o, al menos, debería decir, tareas de fábrica en el laboratorio. Creemos que tendremos Optimus en producción limitada en nuestra fábrica realizando tareas útiles antes de que acabe este año. Y luego creo que podremos venderlo externamente a finales del año que viene”.
“Son sólo suposiciones”, reconocía Musk a continuación.
El objetivo de Musk con Optimus es fabricar un androide que ayude en las tareas cotidianas y del hogar. Pero ese salto (el de las fábricas a la convivencia con personas en el mismo entorno) es el que la robótica lleva esperando varias décadas y que, según todos los expertos consultados por elDiario.es, no es real plantearse con la tecnología actual: “Quizá en 20 o 25 años sí podamos ver algún robot de este tipo caminando entre nosotros”.
La promesa ha vuelto a dar resultado. Tesla arrastraba una caída del 40% en el precio de sus acciones. Este miércoles, tras el anuncio de los malos resultados del primer trimestre y de los supuestos avances con Optimus, sus títulos subían un 11%.
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