Empieza el montaje del nuevo supercomputador español, que saldrá de su premiada capilla
El nuevo supercomputador español ya está en el horno. El plan es que el MareNostrum 5 se ponga en marcha por primera vez en julio de este año, casi 20 años después de la instalación del primer MareNostrum, que llegó a ser el cuarto más rápido del mundo en 2004. La diferencia entre ambos da idea del increíble salto de la computación en estas dos décadas: el nuevo superordenador será 7.500 veces más potente que su primer predecesor. También 30 veces más rápido que el MareNostrum 4, que ha llegado al final de su vida útil tras seis años apoyando a investigadores españoles y europeos en sus cálculos sobre nuevos medicamentos, estudio del clima, astrofísica, lucha contra el cáncer, biomecánica, geofísica y una larga lista de disciplinas científicas.
La potencia del MareNostrum 5 ha hecho que la ubicación de su antecesor se le quede pequeña. El modelo 4 se hizo famoso por estar instalado en la capilla construida en los años 40 del pasado siglo que el Barcelona Supercomputing Center – Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS) tiene en sus dependencias de la capital catalana. Ese original contexto para una infraestructura de la más alta tecnología le hizo ganar varios premios de belleza de supercomputadores (sí, existen ese tipo de galardones) y recibir visitas guiadas.
Pero la capilla solo puede proporcionar 1,5 megavatios para alimentar al superordenador y 160 m2 útiles. El MareNostrum 5 consumirá entre 10 y 12 megavatios, a lo que hay que sumar el equipo que lo mantendrá en condiciones óptimas para operar. Su casa de casi 1.000 m2 será comparable a los centros de datos que usan las multinacionales digitales. “Este ya es un proyecto de ámbito europeo y hemos tenido que construir un nuevo datacenter. Hace falta refrigeración, distribuciones eléctricas muy densas”, expone en conversación con elDiario.es Sergi Girona, director de Operaciones del BSC.
El proyecto MareNostrum 5 tiene un presupuesto de 150 millones de euros, financiados al 50% por la Comisión Europea y por un consorcio formado por España, Portugal y Turquía. Además de las funciones tradicionales de la supercomputación, estará especializado en inteligencia artificial o simulaciones de propagación de virus. También será el encargado de analizar e interpretar a las dos nuevas joyas de la corona de la computación española y europea: los dos ordenadores cuánticos que también se instalarán en el BSC durante 2023.
Porque la capilla convertida en referencia de la computación no se quedará vacía. Será el espacio que ocuparán estos dos nuevos prototipos, tanto el español del proyecto Quantum Spain como el europeo, después de que España fuese seleccionada en noviembre para albergarlo. “Creemos que es un espacio muy adecuado tanto desde el punto de vista técnico como de imagen”, apunta Girona. Una combinación a tener en cuenta por el llamativo aspecto que ofrecen los procesadores cuánticos.
Se espera que esta nueva tecnología revolucione el campo de la computación, pero no que sustituya a los superordenadores tradicionales. “Un ordenador cuántico es un método diferente para problemas que utilizando ordenadores digitales no se pueden resolver, porque tardan demasiado tiempo o la solución que da no es la más adecuada. Serán un complemento”, adelanta el director de Operaciones del BSC.
Dos superordenadores europeos entre los cinco más rápidos del mundo
El comienzo de la construcción del MareNostrum 5 como parte de la Empresa Común Europea de Computación de Alto Rendimiento (EuroHPC) ha coincidido con un gran éxito de los supercomputadores europeos. Por primera vez en décadas, dos aparatos instalados en el viejo continente han conseguido meterse en los cinco primeros puestos del ranking mundial de ordenadores más veloces en su capacidad de cálculo.
Se trata del LUMI finlandés y del Leonardo italiano, tercero y cuarto de la lista respectivamente. La lista, conocida sencillamente como el top500, ha estado dominada tradicionalmente por EEUU y Japón, a los que en los últimos años se sumó China. “Es un gran logro de Europa impulsado por el BSC para conseguir que los científicos europeos tengan acceso a tecnologías competitivas y relevantes en el mundo”, presume Girona, que recordando el papel impulsor que la institución española tuvo en la creación de la EuroHPC de la que tanto el LUMI como el Leonardo forman parte.
“En 2004, cuando instalamos el primer MareNostrum, fuimos la primera máquina europea. Nadie pensaba que España lo conseguiría. Pero desde entonces lo que ha pasado siempre es que las inversiones europeas eran diversificadas por países, mientras que en Estados Unidos compraban algunas máquinas grandes para todo Estados Unidos, y Japón compraba una sola máquina grande. Durante mucho tiempo estuvimos trabajando, con el BSC como parte importante, para convencer a Europa de que hiciera una inversión conjunta”, rememora. Esa inversión llegó en 2017 con la creación de la EuroHPC.
“EuroHPC tiene dos objetivos importantes. El primero, dar servicios de supercomputación de nivel mundial a los investigadores europeos. El segundo, desarrollar tecnología propia europea. El primero se cumple intentando tener el máximo posible de máquinas en el top500 y las dos máquinas de Finlandia e Italia son el primer ejemplo”, continúa. Además del nuevo MareNostrum, a esta terna se sumará en 2024 el Jupiter alemán, que por su tipología exaescala (el primero de este tipo que se instalará en Europa) se espera que compita con el primer puesto de la lista con el Frontier estadounidense.
El MareNostrum 5 no estará centrado en conseguir la mayor velocidad de cálculo posible, entre otras cosas porque su capacidad se dividirá en dos sistemas paralelos que obtendrán dos puestos diferentes en la lista top500. Una característica que, en cambio, beneficiará su uso en la investigación. Una investigación que como recuerda Girona (y ya explicó en este reportaje de elDiario.es Mateo Valero, director del BSC) tiene entre sus principales objetivos lograr la soberanía tecnológica europea en materia de supercomputadores. Los investigadores esperan que la próxima generación de superordenadores, como el MareNostrum 6, ya no dependan de tecnología no europea para su construcción.
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