A lo largo del último año los empleados de las grandes empresas tecnológicas se han movilizado con una intensidad nunca vista. Los empleados de Kickstarter pidieron que su sindicato fuera reconocido por la empresa. Trabajadores de Amazon organizaron una concentración a la que convocaron a otras personas de la industria tecnológica para sumarse a una protesta global en el contexto de la crisis climática. En Google también se han registrado intentos de crear un sindicato y algunos empleados han plantado cara a la creciente hostilidad mostrada por la dirección al tiempo que se cuestionaban algunas alianzas corporativas de ética dudosa. Incluso algunos trabajadores de las tecnológicas chinas se han sumado a 996.icu, una campaña viral que pide jornadas de trabajo más razonables.
Académicos y activistas han creado una base de datos de acceso público que registra todas las acciones colectivas en la industria tecnológica y hemos analizado los resultados de sus movilizaciones. Nuestras conclusiones divergen de la narrativa dominante sobre el estado de la cuestión y las hemos resumido en ocho puntos.
1. La movilización de los empleados de la industria tecnológica crece de manera exponencial
A lo largo de 2019 hemos registrado más de 100 movilizaciones con eco en los medios. En algunas han participado miles de personas. Se trata del triple de reivindicaciones documentadas en 2018 y multiplica por nueve las de 2017.
2. Los trabajadores precarios llevan la voz cantante
La cobertura en los medios de las movilizaciones de los empleados de las tecnológicas tiende a centrarse en aquellos empleados de mayor rango y responsabilidad como ingenieros de software, científicos de datos, diseñadores y directivos intermedios. Personas, en definitiva, con buenos salarios -uno de los casos de mayor relevancia ha sido el de “cuatro trabajadores despedidos de Google” que, según su versión de los hechos, fueron despedidos en represalia por su activismo sindical.
En realidad la mayoría de las movilizaciones, que muchas veces no superan las páginas de la prensa local, tienen como protagonistas a los empleados en condiciones más precarias. Quienes trabajan en almacenes, los repartidores o las personas en departamentos como atención al cliente. Según nuestros datos, entre 2006 y 2019 el 57% de las acciones reivindicativas fueron organizadas por estos trabajadores.
Este año, los trabajadores del almacén de Amazon en Sacramento lanzaron, con éxito, una petición pidiendo que se readmitiera a dos compañeros despedidos. Trabajadores de Whole Foods denunciaron los vínculos de la empresa con el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, en inglés), la agencia que detiene y deporta personas en situación migratoria irregular en Estados Unidos. Una caravana de protesta de trabajadores de empresas como Uber y Lyft recorrió casi 1000 kilómetros por toda California tratando de recabar apoyos para una proposición de ley que finalmente fue aprobada y amplía los derechos de los trabajadores eventuales y por horas en cuestiones como salario mínimo o cotizaciones sociales.
Miles de trabajadores vinculados a la empresa Instacart, una empresa que entrega alimentos a domicilio, fueron a la huelga para protestar por una reducción en sus salarios. En Europa, los conocidos como riders, personas que entregan pedidos para empresas como Deliveroo en España o Foodora en Noruega han protestado con creatividad. En Japón, las personas vinculadas a Uber Eats han creado un sindicato.
3. Pero los empleados a jornada completa y quienes tienen mejores condiciones cada vez se activan más
Según los datos de The Guardian, antes de 2019, el 74% de las movilizaciones eran lideradas por personas empleadas en tareas manuales o con contratos temporales. En 2019 esa tendencia se han invertido y quienes tienen mejores condiciones son quienes se han movilizado más.
4. Quienes trabajan a jornada completa y los empleados más precarios pelean por cosas diferentes
En el pasado se defendía que las reivindicaciones de los empleados del sector tecnológico giraban más en torno a cuestiones éticas que a las reivindicaciones tradicionales del movimiento obrero como salarios más altos o mejores condiciones de trabajo. Ese punto de vista nacía de un relato centrado únicamente en los empleados con mejores condiciones. Al analizar los datos de quienes trabajan en peores condiciones, la historia cambia.
La mayor parte de las protestas organizadas por quienes tienen contratos a jornada completa y mejores condiciones estaban vinculadas a cuestiones “externas”, el 36% del total. Es decir, temas que no tienen que ver con la reproducción de la fuerza de trabajo, con cómo se gana uno la vida. En esta categoría se incluyen temas como el cambio climático, cuestiones migratorias, la relación con la agencia que deporta migrantes en Estados Unidos o la publicidad política. Las condiciones de trabajo fueron lo que motivaron el 18% de las protestas y el 16% de las mismas estuvo vinculada a la discriminación.
Al aplicar el mismo criterio para clasificar las protestas de trabajadores manuales y eventuales, el 53% estuvieron relacionadas con el salario y las cotizaciones sociales y el 35% con las condiciones de trabajo.
5. También las movilizaciones son diferentes
Los métodos de protesta que utilizan los dos colectivos son diferentes. Quienes trabajan a jornada completa y en puestos de gestión se comunican directamente con sus superiores mientras que quienes lo hacen en condiciones más precarias optan por mecanismos como la huelga y la concentración de protesta.
6. Pero ambas luchas están conectadas
En definitiva, ambos grupos acaban coincidiendo en su preocupación ante la explotación de grupos vulnerables. En el caso de quienes tienen peores empleos en la industria tecnológica, se encuentren en el puesto en el que se encuentren, se trata de ellos mismos. Ellos son los sujetos que sufren la explotación. Movimientos como el que reivindica un salario mínimo y derechos sociales como la asistencia sanitaria son un dilema ético que implica al conjunto de la sociedad.
Los empleados eventuales y los subcontratados externos se enfrentan a los mismos retos cuando se vinculan a grandes empresas. Este mismo año, cuando un grupo de subcontratados por Google en Pittsburgh votó a favor de crear un sindicato, trató de llamar la atención también respecto a las condiciones en las que se encontraban quienes gozaban de mejores condiciones.
Si no se incluye a los empleados eventuales y precarios de la nueva economía dentro de la categoría de empleados del sector tecnológico se están reforzando los estereotipos sobre quién es empleado y quién no lo es y se debilita la capacidad de lanzar acciones solidarias dentro de la industria.
7. Amazon y Google se llevan la palma. Son las empresas que más protestas laborales reciben.
Las empresas que han sufrido el mayor número de movilizaciones entre 2006 y 2019 son Amazon y Google. Una vez agrupados el conjunto de los datos, las siguientes son Uber, Lyft y Bolt. Amazon y las empresas de vehículos son las que enfrentan las movilizaciones de los empleados más precarios. Google y Microsoft son las que enfrentan las protestas de los trabajadores en mejores condiciones.
8. La solidaridad entre los diversos grupos de trabajadores de las tecnológicas es fundamental para el éxito del movimiento.
El 'divide y vencerás' es una de las tácticas más habituales de las empresas para mantener el control cuando se trata de resolver conflictos laborales. Los trabajadores con mejores condiciones son quienes deben deshacer esas divisiones. Es necesario que reconozcan la precariedad de los empleados eventuales en comparación con aquellos que gozan de más estabilidad. También hay que reconocer la diferencia de situaciones entre quienes tienen visados de trabajo quienes y no las tienen.
Eso está empezando a suceder. En julio de 2019, un grupo de ingenieros de la sede central de Amazon viajó a Shakopee, Minnesota, para apoyar una huelga de empleados de almacén. Unos meses antes, cerca de un millar de empleados de Google firmó una carta en la que se mostraban en desacuerdo con el modo en que la empresa trataba a algunos empleados eventuales en lo que los activistas describieron como una “coalición histórica” entre empleados fijos y eventuales.
Sindicatos y redes de activistas como Tech Workers Coalition o Silicon Valley Rising están avanzando en la unión de colectivos en situaciones diferentes. Otras acciones reivindicativas son el resultado de miradas individuales y críticas en dirección a las condiciones de quienes trabajan en los mismos espacios. Cuando ampliamos la definición de quién trabaja para una tecnológica es cuando podemos dar una imagen real de la escala del movimiento y de la potencia de los cambios que propone. Siempre y cuando la unión entre trabajadores fructifique más allá de divisiones funcionales o jerárquicas.
Nataliya Nedzhvetskaya es estudiante de posgrado en sociología en la Universidad de California en Berkeley.
JS Tan es voluntario de la Tech Workers Coalition. Escribe sobre tecnología y China.
Traducido por Alberto Arce