Europa se moviliza para acabar con el diseño adictivo, la 'nicotina' de Facebook, Instagram y TikTok

Imagine que va a un supermercado donde se pueden comprar galletas con sustancias adictivas sin que se avise en la etiqueta o un plato de lasaña preparado del que no se sepan los ingredientes, la fecha de caducidad y que no haya tenido que pasar controles sanitarios. Eso es lo que ha pasado durante 20 años y hasta ahora con las redes sociales, que suman más de 3.000 millones de usuarios solo en el caso de Meta –la compañía matriz de Facebook, Instagram o Whatsapp– más de 500 millones, en el caso de X, y 1.000 millones de personas si hablamos de TikTok.

La UE tiene en el punto de mira a las grandes plataformas desde hace tiempo y este mandato ha servido para tratar de ponerles coto y acabar con la barra libre bajo la máxima de que “lo que es ilegal offline será ilegal online”. La principal normativa en esa dirección es la Ley de Servicios Digitales (DSA, por sus siglas en inglés) que entró en vigor en agosto y que pide responsabilidades y un cambio en el modelo de negocio a las grandes compañías. Por ejemplo, cuando en sus muros e hilos se difunden fake news desde ahora pueden exponerse a multas millonarias, de hasta el 6% de su facturación (Bruselas actuó en el conflicto entre Israel y Hamás). También Europa ha limitado el tipo de publicidad que muestran, que solo se pueda ver el feed personalizado según tu perfil o la opacidad del algoritmo, que hace que veamos lo que supuestamente nos interesa. Hasta ahora, los estados habían adoptado una postura reactiva pero no habían puesto barreras legales, y solo cuando el daño quedaba acreditado, reaccionaban. 

“Las redes sociales desembarcaron aplicando la normativa de protección de datos y nos dijeron que tratarían nuestros datos con nuestro consentimiento, pero eso tiene dos condicionantes”, explica Ricard Martínez, director de la Cátedra de Privacidad y Transformación Digital de la Universitat de València, “uno es que ocupan una posición monopolista en su segmento, no hay competencia entre sí”. El segundo condicionante “es que sí hay un pago, que es con mi privacidad, y además en los consentimientos que diseñaron se favorece que se acepte, por la pereza de seguir leyendo o por la necesidad de estar”. Precisamente la nueva ley de la UE obliga a las compañías a redactar esos textos de manera más breve y más fácil de entender. 

Esa misma ley prohíbe además abundar en el sesgo del usuario mostrando solo contenidos adaptados a su perfil o gustos, perfil que previamente se ha acumulado y categorizado de manera hiperexacta y al que luego se envían anuncios ad hoc, para engordar el modelo de negocio que ha campado a sus anchas hasta ahora. “Uno puede ir conduciendo por una autopista y le aparece un anuncio de una pizzería cercana en la siguiente salida. ¿Cómo es posible? Tu móvil sabe que te gusta la pizza, que sueles comer a esa hora y dónde estás. También sabe que vas en coche”, pone como ejemplo Martínez. Esto es lo que se ha prohibido, con especial atención en el caso de los menores: “El perfilado de menores es invasión en su privacidad pero, peor aún, para su libre desarrollo. Si se les aplica el algoritmo y se manipula su percepción de la realidad, afecta a su conciencia y desarrollo”, explica el profesor.

Perfilados por creencias o ideologías

Además este experto alerta de que se ha perfilado a usuarios también por creencias o ideología para luego mostrarles contenidos o anuncios: “Instagram ha podido estar creando adolescentes radicales, negacionistas, porque se ha aprobado el sesgo de confirmación. Si a un menor le gusta el discurso del odio, es lo que le va a mostrar constantemente”. A partir de la ley DSA, el algoritmo tendrá que ser más transparente y conocido. Por ahora la Comisión Europea está analizando los primeros informes enviados por las plataformas con las medidas de mejora implementadas, aunque algunas de ellas pretenden sortear las prohibiciones con una especie de versión premium sin anuncios que sería de pago y que ha planteado dudas a las autoridades, ya que no todo el mundo puede pagar (el caso de los menores, por ejemplo).

Pero el Parlamento Europeo considera que hay que ir un paso más allá y acaba de aprobar un informe en una comisión que salió adelante con 38 votos a favor y sólo una abstención antes de pasar por el Pleno en las próximas semanas. Plantea a la Comisión Europea una legislación contra el diseño adictivo de las redes sociales que “proponga un derecho a no ser molestado digitalmente” y que se acabe con el diseño adictivo desarrollado adrede para que pasemos el mayor tiempo posible en las plataformas digitales. La principal reclamación es que las notificaciones de esas aplicaciones estén desactivadas por defecto. 

“Estoy contenta de que hoy estemos unidos, de la izquierda a la derecha, detrás de un mensaje claro: La UE tiene que abordar el diseño adictivo de los servicios online”, ha expresado la eurodiputada Kim van Sparrentak, de Los Verdes. Van Sparrentak está al frente de un informe que reclama a la Comisión Europea una regulación que aborde esa cuestión que, recordó, tiene “impacto” en los niños y jóvenes porque afecta a su “desarrollo mental” e incluso puede causar “depresión”. “Es increíble que lo permitamos”, apunta la parlamentaria holandesa. 

El uso del móvil, pantallas y las redes “toca todo los receptores, de hecho contratan ingenieros para hacer cambios y que aumente nuestro tiempo de uso”, explica el psicólogo Francisco Villar, “de manera que hacen modificación de conductas y el móvil puede convertirse en adictivo. Asumirlo eso es tremendo por nuestra parte como sociedad, pero se ha instalado que es un riesgo aceptable en pro de la digitalización”.

Uno de los diseños pensados para enganchar es el scroll infinito, es decir, que el contenido no tenga fin aparente. “El usuario se queda atrapado atencionalmente y, además, aparecerán unos contenidos que sean gratificantes para el usuario y otros menos interesantes, lo que hará que el usuario siga viendo contenidos en busca de los que le resultan deseables”, explica Covadonga González-Nuevo, doctora en psicología y miembro del grupo de investigación de psicometría de la Universidad de Oviedo. 

Otra funcionalidad de las redes sociales perniciosa es el doble check de WhatsApp. “Esto se ha visto en diferentes investigaciones que puede crear cierta presión social porque la persona que recibe el mensaje sabe que el emisor del mensaje espera una respuesta rápida”, explica González-Nuevo. “Además en las redes hay multitud de indicadores con los que puedes compararte (los likes, el número de seguidores, las fotografías…). Está presente una comparación física y social negativa que predice en mayor medida una peor salud mental, incluso más que el uso adictivo”, concluye.

“Dismorfia del selfie”

Priscila Bueno, técnica psicosocial que atiende llamadas en la Fundación FAD Juventud, confirma que reciben llamadas de familias y adolescentes relacionadas con esa comparación física que se amplifica en redes: “Hay una insatisfacción corporal sobre todo por el uso de filtros, ya que se busca la perfección y acaban apareciendo síntomas de ansiedad, baja autoestima... Se llama dismorfia del selfie”. Por este asunto “llaman sobre todo chicas, pero no identifican que tienen un problema, refieren que no están a gusto con su cuerpo o tienen ansiedad... Y ahí se ve la relación con las redes, ya que las utilizan para manejar su estrés”, aunque el algoritmo y el perfilado de sus intereses, en este caso la delgadez o un cuerpo normativamente perfecto, puede precisamente aumentar su ansiedad y obsesiones.

Aunque hay estudios contradictorios sobre cómo afecta el uso de redes sociales a las personas (depende de factores previos, situación social, horas de uso, etc.) hay que destacar que las redes sociales o el uso del móvil no están reconocidos como una adicción. Sin embargo, la OMS sí reconoce la adicción a los videojuegos: “Los problemas que suele acarrear una adicción con sustancia (tabaco o alcohol) o sin sustancia (juego, por ejemplo) tiene similitudes, como el conflicto por el uso del elemento adictivo, la abstinencia al no realizar la actividad adictiva, la recaída cuando se intenta abandonar el uso y la saliencia comportamental, es decir, la actividad concreta se convierte en la más importante de la vida de la persona”, comenta la profesora González-Nuevo.

En el caso de los jóvenes, el uso es alto. Según el último informe del Centro Reina Sofía, chatear y navegar por internet es la actividad de ocio más habitual (80%), por delante de estar con amigos (66%). Tres de cada 4 jóvenes reconoce que mira el móvil constantemente y el 66% cree que pasa un tiempo excesivo en internet. Los problemas de salud mental entre los jóvenes también van in crescendo, aunque no se puede establecer una relación directa o indirecta con las redes o el móvil: un 59,3% de jóvenes manifiesta haber tenido algún problema de salud mental en el último año mientras que, en 2017, cuando se hizo el primer barómetro del centro, el porcentaje era del 28,4%. 

La preocupación de padres y legisladores es también creciente y el plan del Parlamento Europeo es que se aborden específicamente los trucos que utilizan las redes sociales para enganchar: “Se hace una llamada a la Comisión Europea para invertir la carga de la prueba”, explica el parlamentario del PP Pablo Arias a elDiario.es. El europarlamentario forma parte de la Comisión de Mercado Interior y Protección al Consumidor: “Antes un usuario tenía que demostrar con pruebas que existía ese diseño adictivo mientras que el informe que hemos aprobado plantea que ahora sea la compañía la que demuestre que no lo tiene”.

Arias también considera que ha llegado el momento de hacer más para que los menores se identifiquen como tal a la hora de abrirse un perfil. “Si yo abro una cuenta en un banco tengo que presentar un DNI y demostrar que soy mayor de edad”, ejemplifica. 

“Pandemia silenciosa”

“Asistimos a una pandemia silenciosa. Todos accedemos a nuestros teléfonos cien veces al día y los jóvenes pasan más de siete horas al día conectados. Los servicios digitales están diseñados para ser adictivos y llamar la atención. Consideramos que la legislación actual no cubre de forma específica y eficiente el problema que supone el diseño adictivo de los servicios digitales”, explica a elDiario.es la eurodiputada socialista Laura Ballarín.

La Comisión Europea, que es a la que corresponde dar el impulso legislativo, ha tomado nota de la propuesta de la Eurocámara e incorporará esas conclusiones a la revisión que está elaborando de la normativa de consumo digital justo. “Se examinará si el diseño adictivo de los servicios digitales plantea algún problema jurídico con arreglo a la normativa actual, y en qué medida”, explica un portavoz de la Comisión. Es decir, el diseño de las redes sociales masivas tienen que tener un control público y unos estándares, como lo tiene la industria alimentaria, los supermercados o el mercado de sustancias adictivas como el alcohol o el tabaco.

En esta línea va la macrodemanda presentada recientemente por 41 de los 50 fiscales generales contra Meta por sus prácticas “nocivas” para los niños en Facebook e Instagram, que puede cambiar el paradigma. “Al igual que las grandes tabacaleras, Meta ha optado por maximizar sus beneficios a expensas de la salud pública”, afirman los fiscales, que por primera vez quieren meter mano a todo lo que implica el diseño de una red social. La edad mínima para tener una cuenta, los botones que se incluyen en la app, qué recompensas cognitivas proporcionan o sus recursos para enganchar al usuario se someterán a examen.

En el caso de Europa, como explica un portavoz de la Comisión, una demanda de estas característica no es posible. Deben ser los sistemas judiciales de los estados miembro los que iniciaran el proceso en cada país. “Compartimos el compromiso de los fiscales generales para proporcionar a los adolescentes experiencias seguras y positivas online, y ya hemos introducido más de 30 herramientas para apoyar a los adolescentes y sus familias”, decía un portavoz de Facebook a elDiario.es sobre la gran demanda estadounidense. Tik Tok no ha contestado de momento a las preguntas de este medio.

El próximo debate regulatorio sobre las redes sociales irá en este sentido: ¿Se puede establecer un control estatal sobre qué puede incluir una red social y qué no? El marco que ponen sobre la mesa los fiscales estadounidenses es el del tabaco, un producto tóxico cuya composición es estudiada y debe ser aprobada por organismos de control. Otras opciones pasan por establecer regulaciones como las de los medicamentos o los productos alimentarios, que deben pasar test de seguridad antes de aparecer en tiendas, farmacias o supermercados, sobre todo teniendo en cuenta el protagonismo de las redes sociales y los móviles, a los que estamos atendiendo, de media, cuatro horas al día.