Un extraño matrimonio de conveniencia: cuando la inteligencia artificial y la energía nuclear se dan la mano
La inteligencia artificial ha disparado las emisiones de carbono de las grandes tecnológicas. El gran gasto energético que conlleva esta tecnología está alejando a todas ellas de su objetivo de ser neutras en carbono, un hito que se habían planteado cumplir para 2030. La solución que han encontrado son extraños matrimonios de conveniencia, en el que la industria digital del siglo XXI se da la mano con una tecnología que apenas ha avanzado desde el siglo XX, la energía nuclear.
Cada una ha firmado unos términos diferentes. Microsoft ha llegado a un acuerdo para reactivar una central nuclear que llevaba desconectada desde 2019 por falta de rentabilidad económica. Se trata de la unidad uno de Three Mile Island, en Pensilvania (EEUU), la misma que en 1979 sufrió el peor accidente nuclear de la historia del país. Entonces su unidad dos tuvo un fallo en el reactor que provocó la fuga de gases radioactivos y yodo, la evacuación de 200.000 personas y el inicio del declive en la construcción de centrales nucleares en el país.
“Este acuerdo es un hito importante en los esfuerzos de Microsoft por contribuir a la descarbonización de la red en apoyo de nuestro compromiso de reducir las emisiones de carbono”, declaró en un comunicado Bobby Hollis, vicepresidente de Energía de Microsoft.
Amazon ha comprado un centro de datos de alta capacidad adyacente a otra de las grandes centrales de Estados Unidos, la de Susquehanna, ubicada también en Pensilvania. En este caso fue la empresa que opera la central la que decidió construir la infraestructura digital, esperando que los crecientes requerimientos energéticos de los gigantes tecnológicos los atrajeran a esta alternativa.
No tuvo que esperar ni siquiera a terminar de construirlo: Amazon puso 600 millones de euros encima de la mesa y se lo quedó. Cuando esté plenamente operativo, el centro de datos consumirá el 40% de la energía máxima que puede producir Susquehanna.
“Para complementar nuestros proyectos de energía eólica y solar, que dependen de las condiciones climáticas para generar energía, también estamos explorando nuevas innovaciones y tecnologías e invirtiendo en otras fuentes de energía limpia y libre de carbono”, explicó una portavoz de Amazon a elDiario.es. El centro de datos nuclear “es un proyecto que va en esa dirección”, aseguró.
Nucleares de bolsillo: los SMR
Hay una tercera vía además de resucitar centrales construidas en los 70 o aprovechar el excedente que las actuales no son capaces de colocar. Son los reactores modulares pequeños o SMR, por sus siglas en inglés. Se trata de una tecnología emergente que consiste en ensamblar y construir los reactores en fábricas para que puedan ser más fácilmente transportados al lugar donde son necesarios. De momento no pasan de la fase de prototipado.
Todos los gigantes tecnológicos se han acercado a los SMR, pero “el primer acuerdo corporativo del mundo para comprar energía nuclear de múltiples reactores modulares pequeños” lo ha firmado Google con una startup que intenta desarrollar un modelo funcional estable, Kairos Power. “La fase inicial tiene como objetivo poner en funcionamiento el primer SMR de Kairos Power de manera rápida y segura para 2030, seguido de la implementación de reactores adicionales hasta 2035”, ha detallado Google.
La multinacional viene a explicar que el fin justifica los medios. “La red necesita nuevas fuentes de electricidad para respaldar las tecnologías de inteligencia artificial que impulsan importantes avances científicos, mejoran los servicios para las empresas y los clientes e impulsan la competitividad nacional y el crecimiento económico”, afirma. Así se podrá “liberar todo el potencial de la inteligencia artificial para todos”.
Para los especialistas esta alianza no ha supuesto una sorpresa. La clave, explican, es la disponibilidad. “A diferencia de otros mercados de combustibles fósiles, el mercado del uranio es un mercado muy estable en general, con una oscilación de precios muy pequeña. Por tanto, se puede predecir los costes futuros de generación eléctrica”, explica Gonzalo Jiménez, profesor de Ingeniería Nuclear en la Universidad Politécnica de Madrid.
“Otra cosa que les hace bastante atractivos es que es una energía muy intensa. Con muy poco espacio físico son capaces de generar mucha energía. Puedes tener un reactor modular pequeño muy cerca de tu centro de datos con la seguridad de que, independientemente del tiempo climatológico y condiciones de viento o sol, vas a tener una producción estable de energía”, añade.
España y Alemania, en contra
Por el momento, Google solo desplegará estos reactores en EEUU. En España el PP y Vox han manifestado a este tipo de tecnología. Sin embargo, España es, junto con Alemania, los países más reticentes a este tipo de nuevos reactores. “Ahora mismo son la excepción de toda Europa”, dice Jiménez.
“En la mayor parte de países, incluso los que históricamente no han tenido interés por la tecnología, hay iniciativas para construir este tipo de reactores en un futuro más o menos cercano. Hay países que directamente están ya con estudios más avanzados, tipo industrial, llámese Francia o Polonia, por ejemplo”, añade el profesor.
Sin embargo, ni el optimismo ni la visión “verde” de la energía nuclear son compartidas por todo el mundo. “La nuclear está en declive, no en ascenso, y ningún impulso por parte de lobistas va a cambiar ese hecho. Emite entre 9 y 37 veces más CO2 que la eólica así que no importa cuánto lo repitan algunas personas, no existe una solución nuclear. Es un pensamiento mágico”, exponía recientemente a elDiario.es Mark Z. Jacobson, director del programa de Atmósfera y Energía de la Universidad de Standford.
Otros especialistas destacan que muchas de las aseveraciones sobre el potencial de negocio de estos reactores pequeños no se sostienen. “Hay mucho humo y bastante propaganda”, asevera Pedro Fresco, experto en energía y autor de Energy Fakes.
“Ellos esperan que al fabricarlos en serie se puedan mejorar los costes. Basándose en la repetición. Esa línea es exactamente la contraria de la que habían seguido los ingenieros nucleares tradicionalmente, de hacerlos cada vez más grandes para hacerlos más eficientes. Ahora ha empezado una carrera por aplicar economías de escala”, abunda Fresco: “¿Cuál es la realidad? Que hoy en día solo hay dos países que tengan un SMR conectado, que son Rusia y China. En ambos casos son prototipos, y en ambos casos los costes se han disparado muy por encima de lo esperado”.
El especialista recalca que la única empresa occidental que ha obtenido una licencia para desplegar un SMR, NuScale, ha tenido que cancelar el proyecto por implicar unos costes finales mucho mayores de lo presupuestado. Las demás empresas occidentales aún no tienen licencia y no han instalado ningún reactor, por lo que se desconoce el coste real de la tecnología.
Google no ha hecho públicas las cifras del contrato con Kairos Power, pero afirma que comprarle varios reactores antes de que hayan podido verificar incluso que tienen un modelo comercialmente viable ayudará a su desarrollo. “Al adquirir electricidad de múltiples reactores ayudaremos a acelerar la implementación repetida de reactores que se necesita para reducir los costos y llevar la tecnología de Kairos Power al mercado más rápidamente”, destacó en su anuncio.
“Se han hecho muchos acuerdos de intenciones, pero que no tenemos son realidades. Todo son prototipos, no sabemos costes. Es una idea que puede quedar muy bien sobre el papel porque genera 24/7, pero si les van a cobrar la electricidad cuatro veces más cara que la solar o la eólica, ¿qué van a decir? La realidad es que llevamos 70 años con enormes expectativas sobre el desarrollo de la energía nuclear, pero que nunca se cumplen. Los SMR son otra enorme burbuja de expectativas”, concluye Fresco.
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