El debate sobrevolaba el mundo tecnológico desde hace un año: ¿qué derecho tienen las inteligencias artificiales para producir contenidos nuevos imitando el arte de creadores humanos que no tienen ninguna relación con ellas? Los primeros que se quejaron fueron los ilustradores, que vieron cómo estos sistemas podían copiar su estilo y producir imágenes que podrían estar firmadas por ellos en minutos. Luego llegó el texto con ChatGPT. Ahora la frontera es el audio y el vídeo y aquí es donde la situación ha explotado.
La mecha ha sido una canción de Drake y The Weeknd producida totalmente con una IA. El tema es casi indistinguible de uno real: el tono de las voces de los artistas canadienses, que ya habían colaborado en el pasado, es idéntico; la dicción es normal; el ritmo es el de cualquier composición comercial corriente. El hecho de que todo lo que se escucha sea una creación artificial hizo que la canción se viralizara hasta el extremo: en dos días alcanzó decenas de millones de reproducciones en YouTube, Spotify, TikTok o Apple Music. Hasta que Universal ha puesto fin a la fiesta.
Una reclamación de la propietaria de los derechos de la obra de Drake ha provocado que la canción se retire de las plataformas. Ni unas ni otras han dado muchos más detalles por el momento. “Hemos eliminado el vídeo en cuestión tras recibir una notificación de retirada válida”, ha afirmado una portavoz de YouTube a elDiario.es. Fuentes de TikTok explican que la compañía no está haciendo comentarios sobre este tema, mientras que Spotify y Universal no han contestado a los requerimientos de información de este medio.
El tema, titulado “Heart on My Sleeve”, sigue estando disponible pese a los esfuerzos de las plataformas y la discográfica. Su creador es un usuario llamado @ghostwritter en las citadas redes, que ha explicado que diseñó una herramienta de inteligencia artificial que generó la canción tras ser entrenada con las voces de los artistas que luego imitó. “Esto es solo el principio”, escribió en la descripción del vídeo de YouTube. “Aquí para poner patas arriba la industria”, dijo en TikTok.
Fuentes implicadas en la retirada de la canción explican a este medio que la reclamación de Universal se ha basado en ese entrenamiento con contenidos protegidos por copyright, para el que no han dado permiso. La multinacional estadounidense llevaba semanas moviéndose contra este tipo de creaciones artificiales. La semana pasada el Financial Times reveló que en marzo se comunicó con todos los servicios de streaming por vía oficial: “No dudaremos en tomar medidas para proteger nuestros derechos y los de nuestros artistas”, aseveraba.
Universal no se ha posicionado oficialmente sobre la polémica de “Heart on My Sleeve”, pero sí envió un comentario a la revista estadounidense Variety antes de que se produjera su retirada de las plataformas. “El éxito de UMG [Universal Music Group] se ha debido, en parte, a la adopción de nuevas tecnologías y a ponerlas al servicio de nuestros artistas, como hemos estado haciendo con nuestra propia innovación en torno a la IA desde hace algún tiempo”, comenzaba.
La IA plantea la cuestión de qué lado de la historia quieren estar todas las partes: del lado de los artistas, los fans y la expresión creativa humana, o del lado de las falsificaciones profundas
“Dicho esto, sin embargo, el entrenamiento de IA generativa utilizando la música de nuestros artistas (lo que representa tanto un incumplimiento de nuestros acuerdos como una violación de la ley de derechos de autor), así como la disponibilidad de contenidos infractores creados con IA, plantea la cuestión de qué lado de la historia quieren estar todas las partes interesadas en el ecosistema musical: del lado de los artistas, los fans y la expresión creativa humana, o del lado de las falsificaciones profundas, el fraude y la negación a los artistas de su debida compensación”, añadía la discográfica.
¿Vacío legal?
Las mismas quejas que expresa Universal habían sido emitidas por diseñadores y otros profesionales que han visto sus creaciones imitadas por los algoritmos. No obstante, hasta la acometida de la discográfica esas protestas habían caído en saco roto. Expertos consultados por este medio dudan de que la regulación actual de los derechos de autor permita exigir la retirada de las obras, pero lo cierto es que el caso ha evidenciado que esta nueva tecnología ha abierto un debate nuevo con innumerables bifurcaciones.
“Si la obra no utiliza nada de una obra anterior, ni un solo verso, entonces es una obra nueva, por lo que no sería susceptible de esa reclamación”, expone Carlos Sánchez Almeida, abogado especialista en propiedad intelectual. “Lo que han usado para generarla es la voz de los cantantes, no las obras. Toda la propiedad intelectual gira en torno al concepto de obra y al concepto de autor. Si no está afectado ninguno de los dos derechos es res nova, es decir: algo que no está interpretado todavía por el derecho. Es lo mismo que pasó en las primeras etapas de Internet”, avisa.
Es algo que no está interpretado todavía por el derecho. Es lo mismo que pasó en las primeras etapas de Internet
Otra línea del debate es si la voz de los artistas puede considerarse un elemento de su propia imagen. “No es su voz, sino que está generada de forma artificial. ¿Qué diferencia habría con un imitador que fuera capaz de emular a la perfección su forma de cantar?”, se pregunta en este caso el jurista. “¿La voz de los cantantes tiene un derecho de imagen por sí mismo? ¿Hasta el punto de que no se pueda reproducir ni hacer obras nuevas? Me genera muchísimas dudas. No estamos pisando terreno firme”, continúa.
“Quien tendría que establecer ese suelo sobre el que movernos es el legislador, no las plataformas ni las discográficas. Los retos que está planteando la inteligencia artificial nos están desbordando a todos, es urgente que la UE apruebe las nuevas normas”, pide Almeida haciendo referencia al Reglamento General de IA que se negocia en Bruselas. Se espera que se apruebe durante la segunda mitad del año y será una de las leyes comunitarias clave en el terreno digital que se cerrarán durante la presidencia española de la UE.
La potencia de las bases de datos
La polémica por los datos que utilizan las inteligencias artificiales generativas no solo ha disparado las alarmas de la industria musical. También es el motivo que ha provocado una investigación de protección de datos a gran escala en la UE contra ChatGPT. Los reguladores quieren saber si en el entrenamiento de estas máquinas se ha utilizado información privada de los ciudadanos y si OpenAI, su desarrolladora, tenía una justificación legal para ello. La Agencia Española de Protección de Datos lidera la investigación.
Por regla general, el entrenamiento de las inteligencias artificiales generativas que han irrumpido en los últimos meses es opaco. OpenAI y las empresas del sector no informan de qué fuentes usan para enseñar a sus creaciones a replicar la escritura humana, diseñar imágenes o componer canciones. No obstante, se conoce que el método es un succionado general de la información disponible online. En el caso de ChatGPT, por ejemplo, esas fuentes son redes sociales, foros, capítulos de libros, etc.
La ausencia de un filtrado humano de la información provoca que estas inteligencias artificiales hayan aprendido a insultar o difundir odio a través de esas mismas fuentes. Las compañías que las desarrollan instauraron filtros para evitar que muestren esa parte de su entrenamiento, pero como demostró elDiario.es, no son infalibles.