Islandia es el país de los glaciares, los volcanes y los vikingos. Hasta hace poco también era uno de esos pocos lugares a los que no había llegado McDonalds y que apenas cuenta bosques entre su geografía. A cambio, los islandeses tienen un choque de placas tectónicas justo debajo de sus pies, raíces de los dioses nórdicos y nieve casi todo el año. La naturaleza es caprichosa. Y ha sido allí donde un grupo de científicos ha descubierto una nueva técnica pionera en el mundo para detectar terremotos. ¿Lo mejor de todo? Que ya está instalada en la mayoría de ciudades.
Los doctores Philippe Jousset y Thomas Reinsch, del Centro Alemán de Investigaciones para la Geociencia (GFZ), publicaron el estudio a principios de julio en la revista Nature Communications. Allí esbozan la posibilidad de que los cables de fibra óptica que ya tenemos tirados por el mundo puedan servir también como detectores de terremotos. Una idea revolucionaria que, de momento, solo ha tenido una prueba piloto en Islandia.
Los cables de fibra óptica suelen estar formados por hilos muy finos de fibra de vidrio por los que se envían pulsos de luz a gran velocidad. Precisamente por eso, hoy por hoy se trata del método de transmisión por cable más rápido del mundo.
Para hacer la prueba, los científicos enviaron un pulso láser a través de uno de estos cables de 15 kilómetros de largo y que pasa por un zona de gran actividad tectónica entre las placas eurasiática y americana. Analizando la velocidad de la señal que viaja por la fibra de vidrio y el tiempo que tarda en regresar, el equipo de investigadores fue capaz de analizar el estado de la tierra alrededor del cable.
La clave de todo se basa en la longitud de los cables a través del tiempo. “Los cables de fibra óptica pueden usarse para medir la tensión, en forma de pequeños cambios en la longitud de los cables a medida que el suelo es empujado y arrastrado por las ondas sísmicas”, explica a eldiario.es Charlotte Krawczyk, otra profesora e investigadora del GFZ que también participó en el estudio.
Calculando las imperfecciones de la tierra
“La técnica podría ayudarnos a aprender sobre la propagación de las ondas por el subsuelo y a medir la tensión y la deformación de forma directa”, continúa la científica. Midiendo determinados patrones en el cable de fibra óptica, “la velocidad de deformación [de la tierra] puede, por lo tanto, ser mapeada”, continúa Krawczyk.
Los terremotos más comunes se producen cuando una falla geológica se mueve. También se pueden originar por la presencia de volcanes cercanos o por el choque de placas tectónicas. Y es que la técnica de Krawczyk y su equipo no es una gran bola de cristal donde se vea qué va a ocurrir en la tierra de aquí a un mes. Al menos de momento. Más bien, “la tecnología complementa a los actuales métodos que ya tenemos”, dice.
Hay otro punto positivo, y es que los cables de fibra óptica se llevan instalando desde mediados de los 80. Tenemos muchos repartidos por el mundo. Por eso, Krawczyk cree que “pueden ser una forma económica para que actúen como sensores sísmicos. Para que sea viable, solo necesitamos una fibra en un cable que sea dedicada a fines científicos”. Además, ya están pensando en desarrollar su técnica también a través de cables submarinos: “Aunque tendría que probarse antes, en principio, funcionaría”, dice la científica.
La investigadora explica que los actuales sismólogos ya utilizan “una gran combinación de sismómetros estables, que han sido calibrados y mantenidos en condiciones que funcionan en los laboratorios”. Krawczyk considera que las actuales técnicas de detección de terremotos son buenas y funcionan: “no hay que abandonarlas en la próxima década”, dice, y confía en ponerlas en común con las mediciones obtenidas a partir de los experimentos en los cables de fibra óptica. “Una vez que eso se estabilice y se hagan más estudios, volvemos a hablar de esto”, sentencia la científica.