- Texto publicado originalmente en el número 20 de la revista de eldiario.es: Internet, el futuro y la libertadInternet, el futuro y la libertad
Hace 15 años la argentina Valeria Schapira se separó de su marido. Una amiga le recomendó entonces que se abriera un perfil en la plataforma de ligue online Match.com y mantuvo numerosas citas con hombres a los que conoció de forma virtual. “Lo contaba en el trabajo y se reían de mí. Ligar por internet se consideraba como algo de frikis, de loosers, de antisociales o de nerds. Eso que antes era motivo de burla actualmente se ha convertido en la primera forma de relacionarse entre las personas homosexuales y en la segunda entre los heterosexuales”, explica la que hoy es una de las expertas en relaciones online más reputadas del planeta.
“Antes había unos espacios determinados de ligue como los bares, discotecas, pubs o fiestas nocturnas. Toda la gente que no participaba en esos eventos sociales se veía un poco discriminada a la hora de ligar. Pero internet lo ha democratizado. Todos podemos conocer gente a través de la red”, añade Coral Herrera, doctora en Humanidades e investigadora de relaciones sexuales y sentimentales.
Estamos ante una “revolución” a la hora de encontrar pareja, bien sea sentimental o sexual, cuya evolución en el futuro parece no tener límites. El fenómeno comenzó con la proliferación de los chats en los inicios de la red, evolucionó con la irrupción de los smartphones, las aplicaciones y las plataformas para ligar, y se generalizó con las redes sociales. La generación ‘millennial’ ya está acostumbrada a ligar a través de sus teléfonos con apps como Tinder o Grindr, a las que no dejan de sumarse hombres y mujeres más mayores, que también tienen perfiles en plataformas para ligar como Match, Meetic o Adopta un Tío.
Los más jóvenes buscan novio o rollo a través de Facebook o incluso por Instagram. Ya hay un nutrido grupo de parejas que se han conocido así, a la que se ha bautizado como ‘generación Tinder’. En España, el INE registra unos 16 millones de solteros mayores de 20 años y al menos seis de ellos utilizan o se muestran dispuestos a utilizar aplicaciones para ligar. En Europa, unas 105 millones de personas utilizan estas plataformas, y unos 86 en EE UU o 42 en Latinoamérica, según distintas plataformas internacionales.
“Se nos ha ampliado el mercado del ligue”, celebra Herrera. “Ahora podemos conocer gente de otros pueblos o países y se están dando relaciones a distancia que la gente las disfruta mucho”, apunta la escritora y blogera que también coordina el Laboratorio del Amor, una comunidad internacional de mujeres diversas a las que les une la pasión por el estudio del amor y las relaciones.
“Si vives en un lugar pequeño, seguramente se hayan agotado todos tus contactos para ligar e internet te permite buscar geográficamente a un determinado radio de distancia”, explica, por su parte, Valeria Schapira. Y en ciudades grandes, “la gente pasa mucho tiempo desplazándose al trabajo y no le queda hueco para la vida social. Internet les facilita la planificación de la vida sentimental. Así, cuando van en el autobús pueden organizar su cita para el fin de semana o la noche”.
Otro punto positivo de las plataformas de ligue online es que estas trabajan con algoritmos y filtros de búsqueda que permiten encontrar una pareja de acuerdo a los gustos y las necesidades de cada uno. “Puedes describir exhaustivamente qué te gusta a ti y qué quieres del otro, así como utilizar filtros de búsqueda. No es que se hayan dejado de lado los sentimientos. Simplemente la búsqueda se vuelve más práctica y uno ya no pierde el tiempo”, apunta Schapira. Esto hace que las parejas que se conocen por internet duren más, según las estadísticas de distintas universidades americanas o incluso el análisis realizado por la Academia Nacional de Ciencias de EEUU. “Es lógico que sea así porque estas parejas nacen de compatibilidades y por ello gozan de un mayor bienestar”.
Se está produciendo un auténtico cambio en cómo se relaciona la sociedad internacional del siglo XXI motivado por la red. Por ejemplo, Tinder desveló que un estudio realizado entre sus usuarios demostró que el aumento en la popularidad en el uso de aplicaciones de citas puede ser responsable de un aumento de los matrimonios interraciales. Al permitirte conocer personas que no forman parte de tu entorno social, se aumenta la probabilidad de que se dé una mayor diversidad. Otra teoría publicada recientemente por The Economist, sugiere que la búsqueda de relaciones a través de plataformas de citas se asemeja a la de un empleo, y que el diseño de estas aplicaciones se corresponde más con las reglas del mercado que con los misterios del corazón.
Como apunta Francesc Núñez, sociólogo y director del Máster de Humanidades de la Universitat Oberta de Catalunya, “internet ha roto barreras de la comunicación que antes eran insalvables, como el espacio y el tiempo. Hoy llevas a tu mujer y a tus hijos en el bolsillo todo el día”, ironiza. Pero en el caso de la búsqueda de pareja o de relaciones sexuales la red “te permite ser mucho más racional: buscas, comparas y, si encuentras algo mejor, te lo quedas”. Se asemeja así a las reglas del capitalismo, al primar la “eficiencia” sobre el compromiso. “Las relaciones duran ahora mientras se mantenga un interés en esa relación. Cuando se deja de tener, se pasa a otra relación”.
El profesor, que ha dedicado parte de su labor investigadora a analizar el comportamiento de las relaciones en la era de internet, habla de la “descorporización y de la excarnación” de los vínculos que se dan a través de la red. “Es un medio en el que, de momento, el cuerpo no está presente y lo que se pone en relación son las imágenes o la voz, que sí es una expresión corporal mínima pero que cada vez se limita más. La gente prefiere escribirse con su pareja o con quien ha conocido por Internet por Whatsapp. Porque así tiene el control de sus emociones y de la imagen que va a proyectar. Se evita dar una imagen real para controlar lo que se quiere que circule de uno mismo”.
Otro fenómeno asociado a la proliferación de las relaciones surgidas a través de internet es, a juicio de Núñez, que la red “hace mucho más difícil el compromiso y la fidelidad”. En ello incide, según él, la facilidad que ofertan plataformas y aplicaciones a la hora de elegir parejas sexuales: “es como un catálogo”. Como apunta Valeria Schapira, “el mundo de internet ha puesto la infidelidad al alcance de la mano. Lo que antes era toda una odisea, hoy está a la orden del día, en lo que han influido, sin duda, las redes sociales”, señala. “Además, lo que también ocurre es que, según los psicólogos, el sentimiento de dolor que causa descubrir a la pareja tonteando con otra persona es el mismo que ocasiona engañándote físicamente”.
En la actualidad, los comportamientos en las redes afectan ya a nuestra sexualidad. “Hay estudios que dicen que los millennial tienen menos sexo que las generaciones anteriores, porque todo se ha reducido a la visión narcisista de sus cuerpos y a una editorialización feliz de una vida imaginaria que es la que proyectan en las redes sociales y, sobre todo, en Instagram. Vendemos una imagen seccionada de lo que somos y después, a la hora del encuentro cara a cara, descubrimos que tenemos determinados olores o unos kilos de más, esas cosas que tenemos los humanos”, recuerda Shapira. El profesor Núñez incide en esta idea cuando señala que en internet lo único que funciona es “la imaginación” que “nos puede hacer sentir emociones pero que no dejan de estar producidas por imágenes, palabras y conceptos que están ”mucho más estereotipadas y controlables, puestas a disposición de miles de intereses“.
¿Cómo evolucionará todo esto en el futuro? ¿Nos conformaremos con el sexo virtual? ¿De qué manera afectará el progreso tecnológico de la red en las relaciones? Por el momento la evolución parece estar centrada en la especialización de las plataformas de ligue. En el Reino Unido ya han surgido algunas como Tofee Dating, que solo acepta personas que hayan estudiado en una escuela privada, con la idea de fomentar el elitismo, o Luxy, donde dos quintas partes de los usuarios son multimillonarios.
“El amor es una experiencia que hay que disfrutarla con la piel, con la sangre, con el semen, con el sudor, con las lágrimas, con las risas, con las miradas, con las caricias… Y eso internet no lo sustituye ni lo sustituirá jamás”, recalca Coral Herrera. “Ni siquiera la realidad virtual va a superar nunca al mundo real, aunque sí llegará un momento en el que no vamos a saber bien en cuál vivimos. Ya nos pasa que estamos en esas fronteras entre la ficción, lo real y lo virtual. El peligro está en confundirlos y el mayor riesgo de cara al futuro es el aislamiento”, apunta.
“La vida online y la offline están ya inexorablemente ligadas y así va a seguir siendo cada vez más en los próximos años. Por eso lo que hagamos con nuestra vida en internet es absolutamente nuestra responsabilidad, así que podemos dejar que la red la arruine o la mejore”, añade Shapira. Ella cree que el principal cambio que se va a producir en el futuro es que “el mundo de las apps va a seguir evolucionando sin freno, lo que hará que de aquí a unos años la principal forma de conocerse sea online. Además, la tecnología nos va a dar todas las posibilidades para saber si esa otra persona puede ser o no para nosotros”. Internet proporcionará cada vez más lo que denomina “la democracia del amor”, es decir, que todo individuo, “sea como sea” pueda ligar a través de apps o plataformas, y en igualdad de oportunidades.
Más pesimista se muestra el sociólogo Francesc Núñez. “Las vidas de las personas serán cada vez más descarnadas, lo que dejará de manifiesto la falta de empatía y, por ende, la dificultad de generar relaciones satisfactorias en la medida que estas se irán configurando exclusivamente a tu gusto e intereses”, argumenta. Él sí está convencido de que, en unos años, se podrán entablar relaciones con robots “que simulen emociones” y que “estarán programados para que sean agradables, tengan buenas conversaciones y sepan de ti”. Por eso cree que “vamos a un mundo en el que vamos a robotizar nuestras vidas y nuestras emociones”.
También “el tipo de relación que se va a poder tener a través de internet no será muy diferente a la que se pueda tener con el robot que se haya comprado para que te haga compañía cuando eres viejo y te eche una mano si la necesitas”. Porque “cada vez vamos a ser más indiferentes a las experiencias físicas” y, además, “el prejuicio es el que va a dominar las relaciones con los demás”. A su juicio, “el sexo virtual no tiene sentido”, aunque sí es posible que nos dirijamos más hacia un “onanismo mediado por ese imaginario que se transmite a través de las redes”. En esas relaciones virtuales “es muy difícil que se te revuelvan las tripas y sientas compasión por el otro. Son relaciones que se controlan más y comprometen menos y cada vez nos convertiremos más en capitales y productos”, advierte.
Por eso será clave la educación. Como afirma Schapira, “debería haber una materia en las escuelas que fuera Educación Tecnológica, porque la tecnología va a avanzar a pasos agigantados y casi siempre nos encuentra desconcertados”.