Asolada por las deudas, la principal compañía de espacios de cotrabajo WeWork se ha declarado en bancarrota este martes. La empresa, fundada en 2010, fue uno de esas startups que consiguen una valoración desmedida en sus salidas a bolsa pese a no haber dado nunca beneficios. WeWork, llegó a valer casi 50.000 millones de dólares a finales de la pasada década, asegura que quiere reestructurar su deuda y mantener la actividad.
Así lo ha expresado su director ejecutivo, David Tolley, en un comunicado publicado durante la madrugada (hora española). “Durante este período, WeWork continuará racionalizando su portafolio de arrendamientos comerciales de oficinas, al tiempo que se enfoca en la continuidad del negocio y en la prestación de servicios de primera clase a sus miembros, ya que se espera que las operaciones globales continúen con normalidad”, explica.
La ley estadounidense permite a las empresas continuar con su actividad aunque se hayan declarado en quiebra en caso de que puedan hacerlo. Según la información que ha presentado en sede judicial, WeWork tiene una deuda que está entre los 10.000 y 50.000 millones de dólares. No obstante, asegura que ya ha llegado a un acuerdo de reestructuración de deuda que garantiza el 92% de sus pagarés.
El proceso de quiebra afecta solo a sus sedes de EEUU y Canadá, por lo que la empresa espera que el resto de sus operaciones globales no se vean afectadas. Así lo ha expresado en un email enviado a sus clientes españoles al que ha tenido acceso elDiario.es. “Tomamos la decisión proactiva de iniciar un proceso de reorganización estratégica para posicionar mejor a la empresa para el éxito futuro. Tenga en cuenta que este proceso no va a ocurrir en su país y no esperamos que allí vaya a haber cambios en las operaciones ni en el día a día de WeWork”, asegura.
La compañía tiene actualmente cuatro espacios de cotrabajo en Madrid y otros seis en Barcelona. Actualmente tenía arrendadas algo más de 700 localizaciones en 39 países. Además del propio espacio de trabajo compartido, también ofrece una serie de servicios paralelos para trabajadores y empresas a través de modelos de membresía, como correos, impresión o despachos privados.
WeWork, que recibió importantes inyecciones de capital privado por parte de firmas como Softbank o Goldman Sachs, no llegó nunca a presentar un modelo de negocio sostenible. Cuando aún perdía miles de millones de dólares al año llegó la pandemia de coronavirus, la cual supuso un torpedo contra la línea de flotación de su modelo de negocio y popularizó el teletrabajo. Su fundador, el israelí Adam Neumann, renunció a la dirección en 2019 entre dudas por la estabilidad del negocio a largo plazo.