Una nueva app acaba de aparecer en la Play Store, la tienda de Google. Apenas cuenta con 24 horas de vida pero ya acumula cinco estrellas y cientos de valoraciones positivas. Al mismo tiempo, en Facebook, una página dedicada a los calabacines sube likes ('Me gusta') como la espuma. En Instagram, alguien compra 10.000 seguidores para su nuevo perfil de moda a 0,005 euros el nuevo follower. Todo ocurre en cuestión de minutos.
En Bangladesh, un hombre que por el día trabaja en las oficinas del Gobierno, por las tardes acude a un pequeño edificio del centro de Daka, la capital. En su tiempo libre cosecha likes en una click farm (granja de clicks) con cientos de teléfonos móviles, la mayoría de segunda mano. En ellos va tocando con el dedo las páginas, los 'Me gusta' o las publicaciones que esa jornada toque subir. No gana más de 120 dólares (105 euros) al año, pero su trabajo se vende a 15 dólares por cada 1.000 likes que hace.
Facebook introdujo el botón de 'Me gusta' en 2009. Cuatro años después ya escuchamos hablar por primera vez de las click farms, gracias a un reportaje de The Guardian que visibilizó lo que hacía ya tiempo muchos veían pero ninguno encontraba explicación. El rápido aumento de seguidores en una cuenta de Instagram o Twitter, los miles de likes cosechados por una página de Facebook en apenas una semana o las reseñas y las valoraciones positivas en una app que acababa de ser lanzada al mercado hacía poco ya tenían justificación.
En mayo del 2017, un vídeo que mostraba cómo era por dentro una click farm se viralizó en varias redes sociales. Fue publicado por la cuenta English Russia y en él aparecían cientos de móviles funcionando solos, que cambiaban entre pantallas rápidamente y que, en muchos casos, parecían estar sincronizados. Los teléfonos estaban conectados a un ordenador que les decía qué canción reproducir en Spotify, a qué página darle like o qué valoración de una app subir.
Cosechando likes para luego venderlos
likesHace algo menos de dos años, la policía tailandesa detuvo a tres hombres chinos en Bangkok por no contar con permiso de trabajo y por contrabando de teléfonos móviles. No fueron acusados de administrar una click farm, como realmente hacían, ni de tener en su poder en el momento de la detención más de 340.000 tarjetas SIM y 400 iPhones. Este vídeo muestra la granja por dentro, con sus soportes para los teléfonos y los racks de tarjetas almacenados en una esquina de la habitación, que cumplen una función clave. Ganaban entre 3.000 y 4.400 dólares al mes.
No todas las granjas son iguales: algunas funcionan de forma automatizada mientras que otras tienen a humanos tocando la pantalla durante toda la jornada. En otros casos se dedican a crear perfiles falsos para Twitter o Facebook, como explicaba en este artículo de 2015 el periodista Doug Bock Clark en The New Republic.
La mayoría de click farms se sitúan en países como India, Indonesia, China, Filipinas, Irak o Bangladesh, entre otros y, aunque depende del tamaño, no suelen tener más de ocho o diez trabajadores. Cada uno de ellos tiene un ordenador desde el que crean gente de la nada: primero generan un perfil a través de esta web, después abren una cuenta de correo con ese nombre, cogen una foto de un banco de imágenes y vinculan una tarjeta SIM con estos datos. La tarjeta es necesaria para saltar un paso inevitable a la hora de crear una cuenta en cualquier red social: la verificación del usuario a través del teléfono móvil.
Esta granjas funcionan bajo demanda, por eso una rápida búsqueda en Internet devuelve cientos de páginas que ofertan la compra de seguidores en Twitter e Instagram o de likes en Facebook. Depende del sitio, pero por cerca de 55 euros se pueden obtener 10.000 suscriptores en Instagram de un plumazo o 2.500 'Me gusta' para nuestra página de Facebook por 70 euros.
Un problema difícil de atajar
El proceso de cómo se hace aparece detallado en este documental, Field of Vision - Like, que puede verse en YouTube. Grabado en Bangladesh, los empleados de una click farm explican cuánto cuestan y cómo trabajan; un modus operandi no muy diferente del que detalla Clark en su artículo. En este caso, se dedican a aumentar los 'Me gusta' de las publicaciones o las páginas que su jefe les comparte a través de un grupo cerrado en el mismo Facebook.
En enero, un estudio realizado por Aaron Greenspan, un excompañero de Mark Zuckerberg, aseguraba que el 50% de los usuarios de la red social eran falsos. Solo en 2018, Facebook ganó casi 34.000 millones de dólares gracias a los anuncios, que representan el 60% de sus ingresos totales durante ese año. Otras plataformas como Twitter e Instagram han intentando poner coto a la proliferación de bots y cuentas falsas, pero es un problema difícil de atajar mientras las click farms sigan existiendo. El dato que permanece en el tiempo es que solo en Bangladesh se generan entre el 30 y el 40% de los likes pagados en Facebook.