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La “indeseada convivencia” con la pandemia, a estudio en medio mundo
Córdoba, 17 jul (EFE).- Investigadores de más de cincuenta países, entre los que se encuentran dos profesoras de la Universidad de Córdoba, están estudiando las consecuencias de la “indeseada convivencia con la pandemia”, tras más de un año de la crisis sanitaria.
Una de las profesoras cordobesas que participa en el proyecto, Mercedes Gómez López, que forma parte del equipo de 147 investigadores que participa en el proyecto, explica a Efe el planteamiento del trabajo, cuyo objetivo es “conocer cómo las personas han afrontado y experimentado la pandemia tras más de un año conviviendo con la misma, así como sus consecuencias psicológicas, conductuales, emocionales y sociales”.
El estudio “COVIDiSTRESS II: un año viviendo con la pandemia COVID-19” ha sido promovido y está coordinado por Sara Vestergren, profesora de la Universidad de Saldford (Reino Unido) y nace de una iniciativa que puso en marcha en marzo de 2020 Andreas Lieberoth, profesor de la Universidad de Aarhus (Dinamarca), en ambos casos mediante un llamamiento público a la colaboración de los investigadores.
“Durante los primeros meses de pandemia no solo tuvimos que hacer frente al estrés provocado por una situación tan incontrolable como impredecible, sino también con la preocupación tanto por el contagio como por desconocer qué consecuencias conllevaría”, según apunta a Efe la otra investigadora cordobesa implicada en el estudio, Inmaculada Marín López, profesora del Departamento de Educación de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Córdoba.
Gómez López, que comparte docencia en el mismo centro pero en el Departamento de Psicología, concreta que ahora se busca determinar “el estrés percibido, el cumplimiento de normas, la incertidumbre, las emociones experimentadas, los sentimientos de soledad, la confianza en el Gobierno, la actitud hacia la vacunación o el apoyo recibido, entre otras” a través de una encuesta anónima dirigida a mayores de 18 años a la que se accede a través de la página covidistress.com.
En esta encuesta se plantean preguntas sobre las experiencias y comportamientos y, aunque el estudio no implica ningún riesgo “más allá de los que se encuentran en la vida diaria normal o al leer sobre el coronavirus en internet o en las noticias”, advierte la web antes de acceder al cuestionario, “puede retirarse de la encuesta en cualquier momento mientras la realiza sin necesidad de proporcionar una justificación”.
El anterior estudio dio como resultado que “cuanto más estresadas se sentían las personas, menos cumplían con las normas de prevención”, refiere Marín López, lo que “es posible que se deba a que, ante altos niveles de estrés percibido, se utilizaran mecanismos de evitación para sobrellevar la situación”.
En cambio, añade esta profesora cuya tesis doctoral en la Universidad de Córdoba, bajo el título 'Ciberconducta y emotividad: emociones socio-morales, riesgos sociales y Ciberespacio', puso de manifiesto que la incapacidad de ver las consecuencias favorece el acoso digital, “la preocupación parecía tener el efecto contrario, de forma que una mayor preocupación se encontró asociada a un mayor cumplimiento”.
Esto, puntualiza, “probablemente porque se trata de una reacción emocional que aumenta la percepción de riesgo y de vulnerabilidad, lo que pudo ayudar a que las personas a ser conscientes de la amenaza y, consecuentemente, a intentar ser más cautelosas”, que es lo que Mercedes Gómez llama “la adherencia a las pautas de protección”.
“El propósito es obtener la mayor cantidad de información posible para ponerla al servicio de gobiernos, investigadores y responsables políticos para ayudarlos a adoptar un enfoque de respuesta y recuperación eficiente, global y centrado en las personas”, comenta esta psicóloga.
A su juicio, “en la actualidad la situación, lógicamente no es la misma que la que teníamos hace más de un año, porque ahora tenemos más información, más recursos y más conocimiento”, debido a que, “por ejemplo, se han desarrollado vacunas, se han tomado medidas de contención, se ha probado la eficacia o la ineficacia en algunos casos de esas medidas, pero, sobre todo, es que llevamos más de un año conviviendo con unas circunstancias que son potencialmente ansiógenas y estresantes”.
Álvaro Vega
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