Alicia Martínez estudió en 2003 una diplomatura especializada en sistemas informáticos. Cuando llegó a su clase se encontró con un hecho notable: de los 250 alumnos matriculados en el curso, solo siete eran mujeres. “No entiendo por qué hay tanta diferencia”, afirma la ahora recién doctorada en un campo que continúa luchando por conseguir mayor diversidad.
Según datos del Ministerio de Educación, durante el curso 2015-2016, solo uno de cada cuatro alumnos inscritos en ingeniería y arquitectura era del sexo femenino. Para James Damore, que fue despedido de Google tras difundir dentro de la empresa un manifiesto que cuestionaba la capacidad de las mujeres, esta brecha de representación estaría justificada porque “sus capacidades biológicas naturales [de las programadoras] no se lo permiten”. En las diez páginas de su documento, el ingeniero argumenta que “los hombres son más agresivos a la hora de alcanzar cierto estatus”, mientras que, para el autor, “las mujeres que lo intentan sienten una gran ansiedad”.
De entre todas las reacciones a su texto, ellas destaca la de Susan Wojcicki, consejera delegada de YouTube, que manifestó públicamente su disconformidad con Damore a la hora de justificar sus palabras bajo la “libertad de expresión”. En un artículo para Fortune, Wojcicki confiesa que los efectos de la noticia llegaron a su núcleo familiar. “Mi hija me preguntó: '¿Mamá, es cierto que hay razones biológicas por las cuales hay menos mujeres en la tecnología y puestos directivos?'”, dice.
Para intentar revertir la tendencia surgen colectivos como Tech and ladies, que colabora con Google para promover una mayor participación y visibilidad a las mujeres en el sector. “Creo que para los temas tecnológicos no hay ningún tipo de razones fisiológicas o biológicas que realmente te hagan predisponerte hacia una cosa u otra”, explica a eldiario.es Laura Morillo, una de las responsables de la iniciativa.
En la misma línea está María José Escalona, profesora titular de Sistemas Informáticos en la Universidad de Sevilla que también fue integrante de la Red española de Mujeres en Informática (MUIN). “Yo ya no creo que sea algo tanto a nivel fisiológico como a nivel de incorporación social”, declara la docente. Además, la profesora cuenta cómo ella misma ha sido víctima de los estereotipos en torno a la profesión: “A mí me han llegado a decir: 'Vaya, no pareces informática'”.
“He estado mirando un poco su documento (de Damore) y no presenta realmente cuáles son las fuentes donde, dice él, se demuestran esos factores”, apunta Morillo. Así, las razones podrían ser otras. “Creo que viene más del entorno cultural en el que nos criamos. Desde pequeños marcamos lo que no es de niñas y lo que no es de niños”, añade.
¿Cuál es el problema de que existan pocas mujeres dedicadas a la informática? Para Escalona, la profesión tiene “muy poco paro y mucha demanda”. Por ello, “si de todos los alumnos que sacamos la mayoría son chicos, ahí hay un sesgo importante”, sostiene la docente. La responsable de Tech and ladies también cree que “se está dejando fuera de un sector muy grande y creciente a un porcentaje muy alto de la sociedad”.
Un estudio de la Comisión Europea en octubre de 2013 reflejaba cómo la inclusión de un mayor número de mujeres tendría beneficios para la industria digital. El informe muestra que si las mujeres ocuparan puestos digitales con la misma frecuencia que los hombres, el PIB europeo aumentaría 9.000 millones de euros. Como observa Laura Morillo, “tener grupos más diversos provoca que las empresas resulten más atractivas de cara a la inversión o al crecimiento”. La experiencia de Escalona es similar: “En informática los grupos multigénero suelen ser más productivos”.
Cuando programar era algo “para mujeres”
El primer acercamiento a la tecnología de Alicia Martínez fue cuando su padre llevó un ordenador viejo a casa por renovación de equipos en su empresa. “Empecé a trastear con el ordenador y me llamó la atención”, comenta la ingeniera. Hoy trabaja en proyectos de investigación de informática sanitaria para la Junta de Andalucía. Lejos quedó aquella época en la que “no sabía ni lo que era un ordenador por dentro” mientras jugaba con lo que años más tarde sería su herramienta de trabajo.
Aun así, ella representa una minoría. Las españolas nunca han superado el 30% de los alumnos universitarios matriculados en ingeniería, una tónica que cambia en otros lugares como EEUU. En el país que vio nacer a los primeros ordenadores, donde surgieron muchos de los gigantes tecnológicos que ahora dominan el mercado, hubo un periodo donde las mujeres contaron con una representación significativa. Como explicaba el historiador Nathan Ensmenger en 2011, en la Universidad de Stanford, “en la década de los 60 mucha gente concebía que programar ordenadores era una opción normal para el género femenino”.
Un informe del National Center for Education Statistics refleja que el porcentaje de mujeres matriculadas en informática se ha incrementado desde 1970 hasta alcanzar el 37% en 1983. También hablan de ello en el Washington Post, e incluso en un artículo de 1967 en la revista Cosmopolitan titulado Las chicas de los ordenadores. En el reportaje, típico de esa revista, la científica Grace Hopper decía que programar “es como planear una cena”, “tienes que planificar todo con anticipación para que esté listo cuando lo necesites”.
Pero no fueron las únicas programadoras pioneras. Junto a una serie de referentes femeninos dentro del sector destacan las llamadas “chicas del ENIAC”, un grupo de seis informáticas encargadas de calcular trayectorias balísticas durante la Segunda Guerra Mundial.
Para Laura Morillo esto podría explicarse por los factores demográficos del momento, donde los hombres iban a la guerra y las mujeres quedaban a cargo de estas tareas: “Esto demuestra que no es que las mujeres no hayan estado interesadas nunca. Si han tenido acceso, lo han hecho y se han encargado de esas tareas”.
¿Cómo y por qué cambió el rol de los informáticos? Según Ensmenger, se empezaron a utilizar otras herramientas, aparentemente objetivas, para determinar quiénes eran los más aptos para la programación. En el texto de la Universidad de Standford indican que comenzaron a hacer pruebas de personalidad y aptitudes que favorecieron la contratación de hombres. Los programadores exitosos eran identificados como personas con poca empatía y escasa interacción social, rasgos que hoy definen el cliché del geek informático.
La informática, para hombres y frikis
Aunque no existe un claro culpable de la masculinización del ordenador, Morillo expone que uno de ellos podría ser “el boom del ordenador personal y cómo inmediatamente se asoció con el hombre”. Aun así, “es difícil poderlo achacar a una sola cosa. Si supiéramos a ciencia cierta qué lo ha causado, sería más fácil intentar revertirlo”.
“La información que nos llega desde la tele, las redes sociales, los anuncios, las series… Todo tiene muchísimo que ver”, garantiza María José Escalona. Como ejemplo de ello, la docente menciona la serie The Big Bang Theory, en la que “de las tres chicas, la más mona es justo la que no viene del campo de la ciencia”.
De esta forma, la televisión también estaría colaborando a crear un perfil de ingeniero. “Hay un capítulo de Los Simpsons en el que Homer quiere hacerse gordo. ¿Qué es lo que hace? Convertirse en informático”, opina la especialista en software.
Para Escalona, aún queda pendiente normalizar una profesión en la que “todavía se quedan mirándote raro”. Como indica la profesora de la Universidad de Sevilla, “parece que si te dedicas al ordenador o eres un blogger o un friki. No hay punto medio”.
Las ideas preconcebidas del campo de la informática pueden convertirse en una barrera de acceso para nuevos profesionales. “En las encuestas que hicimos en la red MUIN las chicas respondían que no elegían informática porque era una palabra muy friki”, comenta la profesional. “Estamos estigmatizados con el frikismo”, asegura.
En otros ámbitos, como el de los videojuegos, también se lucha por conseguir una mayor representación femenina. Una muestra de esto es Gaming Ladies, un evento solo para mujeres amantes de los videojuegos que, en un primer momento, fue cancelado tras el acoso y derribo provocado por hombres. “No lo entienden porque no son ellos el grupo afectado y no saben qué sentido tienen estas iniciativas o cómo pueden ayudar”, cree Morillo.
A pesar de que finalmente el Gaming Ladies se celebró con éxito, como muestra la página A fregar, el sexismo en los videojuegos sigue sumando testimonios. “Si hay un grupo de chicos que se sienten mal representados en carreras como enfermería, a mí lo que no se me ocurriría es atacarles”, señala la miembro de Tech and ladies.
Al igual que ocurre con el ámbito de la programación, el mundo de los videojuegos también suele estar asociado con personas de carácter excéntrico. “Hay una rama del desarrollo de videojuegos para el aprendizaje que sí atrae a muchas chicas, pero nuevamente suelen tener fama de frikis”, menciona la docente especialista en sistemas informáticos.
¿Se puede cambiar la imagen del informático?
Según Morillo, “la única forma de conseguir una mayor diversidad es normalizar la situación”. Para la desarrolladora, la reacción a casos tan extremos como el de James Damore es el reflejo de cómo hay un mayor nivel de sensibilización y concienciación con el tema. “Creo que cada vez hay más empresas involucrándose para intentar cambiarlo e intentar dar con la clave para ir mejorando”, indica.
La iniciativa Women Techmakers, organizada por Google con la ayuda de Tech and ladies, tiene como objetivo dar a conocer el trabajo de las mujeres en el sector tecnológico. Laura Morillo cree que “la falta de referentes influye” porque “¿cómo vas a optar por algo en lo que ni siquiera te imaginas?”.
A la hora de promocionar las carreras de informática también se está realizando un esfuerzo por lanzar una imagen más plural de sus alumnos. “Desde la subdirección se hace mucho hincapié en mostrar diversidad”, sostiene Escalona. Se trata entonces de transmitir otro perfil distinto, alejado de un estándar que no siempre se cumple. Aun así, como declara la docente, “va lento y todavía la brecha de género es brutal”.
La batalla por la diversidad en el sector continúa porque, como dice Morillo, “las mujeres trabajan en tecnología, pueden hablar de tecnología y tenemos muchas cosas que contar”.