Si hay algo que defina al negocio digital es que todo puede pasar extremadamente rápido. Una aplicación puede llegar al uso masivo en meses y una red social, convertirse en un desierto. Es la lección MySpace y Google la conoce bien, ya que la aprovechó para colocar su buscador como un pilar básico de la vida digital y diseñar todo un ecosistema de herramientas que facilitan tareas cotidianas a cambio de datos personales. Ahora, por primera vez, teme estar en el lado malo de la curva y ha activado un “código rojo” ante la irrupción de la mayor amenaza directa a su imperio en el negocio de búsquedas, valorado en 149.000 millones de dólares.
Todo ha ocurrido en menos de dos meses. El 30 de noviembre OpenAI sacaba una versión de prueba de su inteligencia artificial generadora de textos GPT, adaptada a contestar preguntas e interactuar con el usuario. Se llama ChatGPT y no estaba pensada para ser revolucionaria. “Sacamos GPT-3 hace casi tres años y la actualización a ChatGPT debería haber sido predecible”, ha reconocido su director ejecutivo. Pero ChatGPT ha explotado: ya es la inteligencia artificial de aprendizaje automático más popular de la historia y su capacidad para contestar preguntas ha hecho que muchos anticipen que cambiará la forma en que se busca información en Internet.
En Google se dan tres tipos de búsquedas. Una es para encontrar una página concreta más rápido que intentando recordar su nombre o tecleando su URL. Otra es para comprar productos. La tercera es la que está destinada a saber algo. “Para ese tipo de búsqueda, si en vez de una lista de páginas en las que mirar, devuelves uno o dos párrafos que responden la consulta, la mayoría de usuarios van a estar perfectamente contentos y satisfechos”, explica Enrique Dans, profesor de Innovación de la escuela de negocios IE. “De hecho es un problema que ya se da con el primer resultado que da Google, que mucha gente se lo toma como la verdad absoluta”, recuerda.
Hasta ahora una de las trabas que presenta el uso de ChatGPT como buscador de información es la opacidad de sus fuentes. Esto dificulta que el usuario pueda profundizar en los puntos que le interesen o contrastar sus respuestas, lo que se vuelve especialmente problemático al tener en cuenta que a veces ChatGPT se equivoca. Pero esto ha sido un respiro muy corto para Google, ya que ya hay iniciativas que han entrenado a GPT-3 (el modelo en el que se basa ChatGPT) para que cite la fuente de cada dato que proporciona y lo enlace.
Perplexity.ai presentó esta nueva funcionalidad el pasado viernes. Sus sistemas son una suma de la capacidad conversacional de ChatGPT con el motor de búsqueda de Bing, el buscador de Microsoft. El potencial de esta unión no se le ha pasado por alto a la multinacional, que este lunes confirmó que va a hacer una inversión “milmillonaria” en OpenAI para unir sus inteligencias artificiales a sus productos. “Tendrá un impacto transformador en los ordenadores personales, Internet, los dispositivos móviles y la nube”, cree Microsoft.
Un sistema capaz de entender cada necesidad del usuario puede tener innumerables aplicaciones en el ecosistema de herramientas de Microsoft. ChatGPT ya puede diseñar cualquier fórmula de Excel o sugerir formas de completar y mejorar un texto en Word. La multinacional también podría estudiar nuevas formas de integrarlo con los sistemas operativos con un salto similar al que dio al incorporar la interfaz gráfica en su primera versión de Windows, dejando atrás el MS-DOS.
No obstante, se espera que uno de sus primeros movimientos sea lanzarle un directo a Google sumando ChatGPT a Bing como lo ha hecho Perplexity.ai, un campo en el que no tiene nada que perder y todo que ganar. El dominio del sector por parte de Google es tan grande que este martes ha sido denunciada por el Departamento de Justicia de EEUU por monopolizar el negocio de la publicidad online.
“Es una vuelta de tuerca muy peculiar, porque claramente Microsoft ha ido tecnológicamente por detrás de Google en inteligencia artificial y aprendizaje automático. Pero ahora tiene una posición muy interesante y puede que impulse las búsquedas hacia una versión que se parezca mucho más a un chat que una lista de resultados”, expone Dans.
“Lo que está claro es que Google no es el tipo de organización que se queda atrincherada en sus cuarteles de invierno. Creo que va a reaccionar”, opina el experto: “Sobre todo porque ya tiene la tecnología, ya que sabemos que tiene un sistema parecido a ChatGPT que se llama LaMDA. Hasta ahora no la ha usado porque temía que la inteligencia artificial pudiera dar respuestas incorrectas. Veremos si eso cambia en el futuro, aunque no creo que ocurra de un día para otro”.
“Código rojo” en Google
Google ha identificado que el contexto ha cambiado y que debe adaptarse. Según ha revelado el New York Times, la dirección ha activado un “código rojo” que incluye varias medidas. Una de ellas ha sido invocar a Sergey Brin y Larry Page, los fundadores originales del buscador que llevaban desde 2019 desvinculados de la empresa. Ambos han mantenido varias reuniones estratégicas con altos ejecutivos de Google sobre cómo reaccionar y mantener la organización en la vanguardia tecnológica sin dar un paso en falso.
elDiario.es ha preguntado a Google por este “código rojo”. La empresa no ha desmentido la información del Times ni la reimplicación de Brin y Page en el proyecto. “Desde hace mucho estamos enfocados en desarrollar e implementar la inteligencia artificial para mejorar la vida de las personas. Creemos que la IA es una tecnología clave y transformadora, que es increíblemente útil para las personas, los negocios y las comunidades”, expone en un comunicado Lily Lin, portavoz de Google.
Seguimos probando nuestra tecnología de IA internamente para garantizar que es útil y segura, y esperamos poder compartir pronto más experiencias
“Seguimos probando nuestra tecnología de IA internamente para garantizar que es útil y segura, y esperamos poder compartir pronto más experiencias de manera externa”, añade. La compañía recuerda sus avances con LaMDA (que se hizo mundialmente conocida después de que uno de sus ingenieros dimitiera para avisar de que el sistema se había convertido en un ser sintiente) o con PaLM, otro sistema del campo de ChatGPT.
Según las revelaciones, Page y Brin se han mostrado partidarios de incorporar herramientas de generación de texto al modelo tradicional de Google, con lo que las búsquedas por Internet podrían estar a punto de cambiar. Fuentes de la empresa recalcan a este medio que su compromiso es que cambien para bien.
“Google sabe que su algoritmo ayudó a crear lo que conocemos hoy en día como viralidad. Y que la viralidad generó una web enormemente superficial, amarilla, sensacionalista, en la que lo más buscado y lo que más páginas vistas tiene es el culo de una famosa. Google se arrepintió mucho de haber llevado a la web a esa situación y tiene mucha gente ”, afirma Dans.
“Si los cambios ahora van en línea con hacer las fuentes de las búsquedas menos transparentes y convertir la web en un sitio donde un montón de gente pierde el poco sentido crítico que tenía, pues parece una mala idea. Pero quizá no pueda evitarlo a nivel competitivo y en realidad el desarrollo del sentido crítico no es una responsabilidad de Google sino del sistema educativo y de la sociedad”, concluye el profesor.