Hace no demasiado tiempo una reunión así habría sido impensable. Los tricornios y los ordenadores portátiles repletos de pegatinas que reivindican los derechos digitales, el anonimato y el hacking eran símbolos de dos mundos opuestos. Aunque las capacidades de unos y otros forjaron un respeto mutuo, la distancia entre ellos era similar a la que hay entre la jerarquía militar y la autogestión del software libre. Hasta que a un coronel de la Guardia Civil se le ocurrió hacer como si ese bache no existiera. Solicitó los medios, puso en marcha los mecanismos del Estado y contactó con uno de los decanos de la ciberseguridad española, que movilizó a 40 de los mejores hackers de España.
Un año después un centenar de jóvenes en edad universitaria, tutorados y aconsejados por esos 40 ciberexpertos, se han reunido en la Academia de Oficiales de la Guardia Civil para participar en la final de la primera Liga de Retos en el Ciberespacio, o Ciberliga. Acompañando a agentes y hackers, representantes de grandes empresas patrocinadoras, atentos para hacer una oferta a los que destaquen.
La competición terminará este sábado y aunque es pronto para valoraciones, varios de los asistentes han expresado a eldiario.es (con remarcada sorpresa en el entorno hacker) que ha sido todo un éxito.
La Ciberliga se puso en marcha este verano en 15 centros universitarios. A ellos podían acudir jóvenes de cualquier parte de España para participar en las rondas eliminatorias. Un centenar se ganó el billete a Madrid para la gran final, que se desarrolla este viernes y sábado. Al mejor en el clasificación individual le espera un contrato de 30.000 euros al año en la unidad de ciberseguridad de una de las empresas patrocinadoras del evento. Al mejor equipo, un viaje a China. Y para todos, tricoins.
Los tricoins (de la unión de tricornio y bitcoin, la criptomoneda más popular) son el método de puntuación de este campeonato de jóvenes hackers. Servirán para hacer la clasificación de los participantes, pero también para canjearlos por premios una vez finalizado el evento. En esa tienda especial de la Ciberliga habrá becas para masters valoradas en 9.000 euros, equipos informáticos, certificaciones, cursos de especialización y practicas remuneradas en las mejores empresas del sector.
“De aquí nadie se va a ir con las manos vacías”, se enorgullece el coronel Luis Hernández, el responsable de una de esas iniciativas que, cuando salen bien, uno se pregunta cómo es que no se le había ocurrido a nadie antes.
La pregunta es obvia: ¿a cuántos de estos jóvenes va a fichar la Guardia Civil? “No, no, no, no, no. No estamos haciendo recluta. Esa es una idea que circula, que estamos intentando abducir a los chicos. Nada más lejos de nuestra intención”, asegura. Lo recalca en todas sus conversaciones con eldiario.es, tanto antes como durante la competición. “ De hecho, si alguno de ellos descubriera que esto le gusta y nos preguntara qué hacer para ingresar, tendríamos que decirle que no es posible con el actual modelo. Aunque nosotros también quisiéramos no sería posible, tendrían que pasar de nuevo por la Academia General. Esa es la mejor prueba de que no es eso lo que buscamos”.
“El rumbo profesional que han elegido es diferente”, continúa el coronel. Asegura que el Instituto Armado se ha limitado a poner de acuerdo a todo el mundo (cúpula del cuerpo, ciberexpertos de la sociedad civil, universidades y empresas) para hacer posible el encuentro y la Ciberliga.
“A veces me preguntan qué gana la Guardia Civil con todo esto”, revela. El oficial es cercano y comunicativo, pero no deja de ser un coronel de la Benemérita: “Gana España, respondo”. “Nuestro objetivo es que las empresas accedan a los jóvenes con mayor talento y que esos chicos y chicas tengan un primer contacto con el mundo de los empleadores en las mejores condiciones posibles. Retener el talento y que no se tengan que ir a Alemania para poder pagar el alquiler”.
Con informática no basta
Antes de empezar el reto, tanto Hernández como los mentores insisten a los jóvenes que en este campeonato no va a ganar el hacker que tenga mejores capacidades técnicas si no sabe trabajar en equipo. El ciberespacio ya no es territorio para llaneros solitarios y encapuchados. Las pruebas medirán la pericia informática de los participantes, pero también sus conocimientos de derecho y sus habilidades para comunicar qué está pasando y cómo piensan arreglarlo.
“Intentamos cambiar hábitos y enfrentarles a la realidad que se encontrarán en las empresas”, explica el comandante José María Pérez, segundo de Hernández. “Que los ingenieros sean humildes y aprendan de la parte legal y que los abogados sean humildes y aprendan de la parte técnica. Esto es lo que más nos cuesta a todos”, explica.
Alrededor del comandante ya ha comenzado la final y los equipos empiezan a ganar tricoins. Los oficiales se resistían a dar detalles concretos sobre las pruebas hasta este momento, pero con los jóvenes ya compitiendo y la suerte echada, se sueltan un poco más. Les han preparado un reto en el que les van a venir “ciberincidentes” por todos los lados. Habrá ciberataques, espionaje industrial, robo de patrimonio, robo de credenciales, extorsión e infecciones de ransomware (virus que encriptan todos los datos y piden un rescate a cambio de la clave para recuperarlos).
La resolución técnica puntúa un 50%, la parte legal un 25% y la comunicación, otro 25%. “Esto es lo que diferencia esta competición de cualquier otro reto hacker español y europeo. Un ciberincidente puede implicar responsabilidades desde el punto de vista de la protección de datos, por lo que tienen que conocer el marco legal. También es fundamental la comunicación. ¿Por qué? Porque si no son capaces de gestionar el problema, por ejemplo, en redes sociales, puede hundirles la reputación”, enumeran los oficiales de la Guardia Civil.
Paula Gallucci tiene 20 años y está en Madrid precisamente por la habilidad que ha demostrado en la parte jurídica. Es una de las 18 chicas participantes. Se presentó en la Universidad de Huesca en solitario porque la prueba clasificatoria que le pillaba más cerca se celebraba un miércoles, era al comienzo del curso y sus compañeros eran reacios a saltarse clases. Ella decidió hacer pellas ese día y a cambio está en la final de la Ciberliga.
Estudia tercero de Ingeniería Informática en Lleida, aunque insiste al periodista que escriba que nació en Tenerife. En las pruebas clasificatorias la integraron en un equipo con otros dos jóvenes que se presentaron a título individual. Pese a no ser su especialidad, ella se encargó de responder todas las preguntas relacionadas con aspectos legales. “Cuando los abogados me preguntaron cómo habíamos sacado esa puntuación en la parte legislativa, la mejor de toda Huesca, respondí la verdad, que había respondido por sentido común. Creo que estoy aquí por sentido común”, relata.
Ya sea por su sentido común o por haber tenido la agudeza de repasarse las leyes antes de la competición, como revela poco después, los jueces decidieron enviarla a la final. Confiesa que tuvo que explicarle a su madre que no, que lo que hace su hija no es ilegal; y que sí, que se le da tan bien que la Guardia Civil quería correr con todos los gastos para que participara en el campeonato.
“Creo que nadie de aquí busca ganar, todos buscamos aprender”, defiende la joven. Sabe que está entre los mejores de España, pero su mayor miedo es del folio en blanco, que le pregunten algo que no sepa cómo empezar a resolver. No obstante, recuerda que hay tres chicos, a los que no se ha enfrentado todavía, que están siendo la comidilla en la Academia de Oficiales: “Vienen de una FP de grado superior y le están dando palizas a gente de universidad, ¡de master!”.
Esos chicos tienen apenas 18 años y su mentora es Marta López, especialista en la parte defensiva del entorno ciber. Como los otros 39 mentores, es una hacker de la sociedad civil que ha acompañado a su equipo asignado desde el miércoles, compartiendo su experiencia con ellos en charlas, comidas y sesiones preparatorias de la competición. Estos 40 profesionales del sector de la ciberseguridad (50% mujeres y 50% hombres) están colaborando con la Ciberliga de forma altruista.
“Creo que ellos ni siquiera son conscientes de dónde han llegado, de lo que han conseguido”, dice López sobre los jóvenes participantes en conversación con eldiario.es. La Guardia Civil a lo mejor no, pero en la Academia de Oficiales hay muchos ojos pendientes de quién destaca, tanto de otros organismos del Estado como de las empresas patrocinadoras, así como los propios mentores. “A mí me ha dicho mi empresa que me traiga alguno”, ríe la experta. “Pero bueno, depende de ellos y lo fundamental es que terminen los estudios”, continúa.
“Nosotros les hemos contado cómo llegamos a la ciberseguridad y cuándo empezamos. Yo por ejemplo lo hice bastante tarde, pasé por otros sectores”, cuenta. A la pregunta sobre el reto más difícil que ha tenido que enfrentar como profesional, a la hacker le sale contestar “algún jefe capullo, de los que cuando le cuentas algo contesta a tu compañero”. La Ciberliga ha conseguido que haya paridad entre los mentores y López apoya ese esfuerzo.
“Es un sector masculinizado y por eso es muy importante que con este tipo de cosas visibilicemos también que hay chicas en él. Muchas veces somos nosotras las que, por vergüenza, por educación social o por lo que sea, no nos mostramos. Muchas veces las chicas que están estudiando no tienen referentes y esto es una buena idea para que vean que también estamos aquí nosotras”, afirma.
La final terminará este sábado. Tras ello los equipos volverán a sus lugares de origen y tocará hacer balance de esta primera edición de la Ciberliga. Entre los mentores consultados por eldiario.es la impresión es muy buena. “Los enanos han mostrado un nivel muy alto. Hay cantera”, dice Óscar Maqueda, el mentor de los mentores, con quién contactó el coronel Hernández para organizar el cibersarao. Tiene pinta de que habrá una segunda edición.
Habrá que esperar un poco para saber si la iniciativa ha cumplido con su propósito final. “El verdadero objetivo es retener el talento nacional. Hay que hacer ver a las empresas que aquí hay talento. Y a los chavales, que se puede emprender, que en España hay empresas de ciberseguridad referentes a nivel mundial que se han montado en un caserío perdido de Gipuzkoa”, recuerda Maqueda. El fundador de esa empresa, por cierto, también ha apoyado a un equipo como mentor de la Ciberliga.