“Sí, la verdad es que sí”, contesta el responsable general de Worldcoin en Europa cuando se le pregunta si no cree que, desde fuera, todo lo que está explicando a este periodista parece extraído de una novela distópica. Su empresa quiere escanear el globo ocular de toda la población mundial con un insólito aparato que han inventado y al que llaman “orbe”. Según dice, esta misión es vital para poder diferenciar a los humanos de los robots cuando las inteligencias artificiales lo invadan todo. Algo que ocurrirá más pronto que tarde a juicio de su fundador, Sam Altman, que resulta ser también el jefe del equipo que controla una de esas inteligencias artificiales que pueden hacerse pasar por personas por su capacidad de simular cómo nos expresamos, ChatGPT.
Pero aún queda el giro final, porque en este proyecto también hay criptomonedas. Es la recompensa para los que aceptan colocarse frente al orbe para que registre su iris y les otorgue un certificado de “humano”. La moneda del proyecto se llama también worldcoin y comenzó su cotización la semana pasada. La empresa consigue la información del globo ocular de cada voluntario por 25 worldcoins, que al cambio de este jueves son unos 54 euros. Más de 2.165.000 personas han considerado que es un buen negocio, según sus datos. También se podría decir que les han convencido de que es un buen negocio, porque la estrategia de la compañía se basa en captar globos oculares en centros comerciales.
Desde un stand con un par de máquinas “orbe”, varios comerciales interceptan a las personas que pasan para presentarles el proyecto. “¡Es un minutito solo! No te voy a vender nada”, lanzan a los que, ya acostumbrados a estas técnicas, les miran pero no detienen el paso. Es correcto, pues lo que van a hacer es comprar: para realizar la transacción de iris por criptomonedas lo único que hay que hacer es bajarse una app, aceptar la política de privacidad y colocarse 10 segundos frente al dispositivo.
“Hay personas a las que sí que les preocupa el tema de la privacidad y dónde va la información del iris, pero a otras no. Depende mucho”, explica a elDiario.es uno de los captadores de Worldcoin. “Me ha convencido súper rápido”, reconoce un joven de unos 20 años que acaba de pasar por el escáner. No conocía el proyecto aunque sí había invertido en criptos antes. Más por no quedarse fuera que por otra cosa: “No creo que tengan mucho futuro”.
España, campo de pruebas
Worldcoin echó a andar oficialmente la pasada semana, pero lleva presente en España más de un año. El país ha sido, junto a Portugal, el protagonista de la fase beta europea del plan de Worldcoin. Es el motivo por el que España suma más de 150.000 usuarios verificados como “humanos” a través de su iris. Están en seis grandes centros comerciales de Madrid, otros cuatro de Barcelona y uno en Palma, en Mallorca.
“En Europa empezamos porque yo soy portugués y estaba allí. También es un mercado propicio porque es pequeño, hay muchas personas que hablan inglés y es muy interesante en términos de early adopters [como se denomina a los primeros en saltar al barco de una nueva tecnología]”, expone Ricardo Macieira, manager regional de Tools for Humanity, la compañía matriz de Worldcoin. “El segundo país donde decidimos que teníamos que estar es España, porque es un mercado tan importante en el mundo tecnológico y tenía mucho sentido para empezar”, continúa en conversación con este medio.
“En este momento España es nuestro mercado más fuerte a nivel europeo, con más crecimiento y con presencia en más ciudades”, continúa. La base de operaciones de Worldcoin en el viejo continente está en Barcelona, y desde hace poco menos de un mes capta usuarios también en Alemania, aunque a Macieira no le gusta demasiado este término: “Captación no es la palabra correcta. Nosotros damos acceso al orbe y educamos a las personas sobre nuestro proyecto, por eso trabajamos con socios locales”, afirma. Los socios locales son empresas especializadas en “marketing y gestión de personal”, continúa.
El iris y el “orbe”
El proyecto ha conseguido reclutar a un par de millones de usuarios durante su período de pruebas, pero ahora es cuando pretende acelerar de verdad. Una carta de Sam Altman y Alex Blania, su otro cofundador, supuso el pistoletazo de salida y el anuncio de que 15.000 nuevos escáneres de iris se enviarán en los próximos días a 30 nuevas ciudades. En España, Sevilla y Valencia se sumarán a la lista. “El camino será difícil y el resultado, incierto. Pero encontrar nuevas formas de compartir ampliamente la prosperidad tecnológica que se avecina es un reto fundamental de nuestro tiempo. Esperamos que se una a nosotros”, reza la misiva.
Pero ¿por qué el iris? ¿Por qué diseñar de cero una máquina nueva para ello? Es en este punto en el que Macieira profundiza más. Resumida, la versión de la empresa es: el iris es un rasgo biométrico muy difícil de modificar y que no va asociado a otros elementos de identidad (no tiene atributos congénitos, por ejemplo), mientras que su escáner procesa el globo ocular y lo asocia automáticamente a un número de identificación sin que la imagen del globo ocular salga del aparato. Esto último solo será así si el usuario lo pide, ya que la compañía solicita permiso para almacenar la información en sus bases de datos para mejorar la capacidad de reconocimiento del sistema.
Macieira da la explicación larga: “Cuando lanzamos el proyecto empezamos a mirar muchas tecnologías que podríamos usar. La primera, la más obvia, era pedir el DNI. Pero tenía un problema y es que sería muy difícil usarlo a gran escala. Si miras las cifras, verás que cerca del 50% de toda la población mundial no tiene acceso a un sistema de identificación que pueda ser verificado en el mundo digital. Si seguíamos por ese camino estábamos excluyendo la mitad de la población mundial, lo que iría en contra del concepto de ser completamente inclusivos. Por lo que nos pusimos a mirar otras tecnologías”, comienza.
“Vimos que la única manera que tenemos para distinguir humanidad, o al menos la más escalable, son los datos biométricos. Empezamos a analizarlos y miramos las huellas dactilares. Su problema es que contienen muy pocos datos y lo que iba a pasar es que a partir de 100.000 usuarios podíamos empezar a tener falsos positivos. Los datos no serían suficientes para distinguir una persona de otra. Además, un simple corte en el dedo provoca que tengas una huella nueva y rompería la idea del proyecto. No iba a funcionar”, continúa el responsable europeo de Worldcoin.
El relato continúa hasta llegar al iris: “Cuando empezamos a mirar otros tipos de datos biométricos, descubrimos que el único que tiene escalabilidad suficiente para el tamaño que queremos que este proyecto tenga era el iris, ya que puede garantizar consigo hacer la distinción de un humano dentro de un conjunto de 2.000 millones de personas y que esta sea exclusiva. Cada humano tiene un iris único, incluso los gemelos. No tiene ningún antecedente genético, no está relacionado con nada”.
Cada humano tiene un iris único, incluso los gemelos
Y por último, el escáner. “Tuvimos que construir un hardware nuevo, que era algo que no estaba en nuestros planes. Pero era la única opción, porque tenía que ser capaz de varias cosas. Lo primero es que tiene que saber si es una persona real lo que tiene delante, y no una foto o un perro o una persona muerta. Después lo que hace es tirar dos fotos, una de cada iris. Con ellas genera un código que se llama Iris Code, que es una tecnología que existe hace muchos años. Luego borra las imágenes que ha tirado a través del orbe y envía el código a nuestra base de datos encriptada para mirar si hay otro código igual. Si no lo hay, simplemente le dice a nuestro sistema: esta persona no se ha dado de alta y se le puede asignar un World ID a esta persona”.
En el proceso nadie pide el nombre del usuario ni ningún otro dato que pueda identificarlo. Tan solo el iris, que se vincula a ese código generado en la máquina, que a su vez se vincula con la app del teléfono. “Es contraintuitivo, pero al final lo que estamos haciendo es la única forma de garantizar su privacidad al máximo. Esta tecnología ha sido muy complicada de desarrollar y lo hicimos porque queríamos que la privacidad fuera una prioridad”, defiende Macieira.
Por el momento, la Agencia Española de Protección de Datos no ha puesto pegas al proyecto. Otros reguladores europeos, como el francés, han anunciado que enviarán una serie de preguntas a Worldcoin coincidiendo con su desembarco en su territorio, aunque no investigaciones formales. Abogados especialistas en este área consultados por elDiario.es explican que lo más sensible es el hecho de que la empresa haga con los datos lo que dice que hace. Si se descubre que la información contenida en el iris se usa para propósitos no contemplados en los consentimientos que pide a los usuarios, empezarían los problemas para Worldcoin.
¿Cuál es el negocio aquí?
Sam Altman se encarga de que el marketing de todos los proyectos en los que se embarca recalque su impacto global. Ha hecho una gira en la que se ha entrevistado con presidentes de 17 países, incluido Pedro Sánchez, para hablarles del potencial de ChatGPT y el peligro de que alguien utilice una tecnología similar a la suya para fines malvados. También invierte en una compañía de fusión nuclear, un tipo de energía revolucionaria que algunos consideran clave para abandonar los combustibles fósiles.
Con Worldcoin no es diferente. Tras esa iniciativa global que aspira a ofrecer un método para que ninguna persona sea confundida con una IA en Internet, se encuentra la creación de un sistema de identificación digital seguro. Su plan es ofrecer algo similar a Google o Facebook cuando permiten identificarse en servicios de terceros utilizando los datos que ellos ya tienen y sin tener que crear una cuenta nueva. El método estaría respaldado con una identificación biométrica y se anticiparía al problema de que las IA puedan llegar a crear cuentas de usuario por sí mismas.
“Ahora mismo no estamos teniendo beneficios, pero estamos mirando formas de que el proyecto sea sostenible”, dice Macieira, que adelanta que “la propuesta más sólida” es vender su tecnología de identificación o convertirse en un intermediario de identidades como los citados Google o Facebook. “Con nuestro método no estaríamos vendiendo datos, porque no tenemos datos. Solo sabemos que ese usuario es realmente una persona”.
Esto tienen una aplicación directa también a la hora de hacer transacciones. Es aquí donde vuelven a entrar en juego las criptomonedas, que no son solo un método para que la gente ponga su iris frente al aparato. “Estamos intentando crear la mayor red de humanos verificados del mundo, y también una red financiera. Estas dos cosas funcionan muy en conjunto, porque al final lo que es una transacción financiera es compartir datos entre dos personas identificadas”, revela. Otro método de financiación serían todas las comisiones aparejadas a esas transacciones.
El monedero de Worldcoin solo tendrá espacio para tres monedas: bitcoin, ethereum y la suya propia. Es un método de “simplificar” el mundo, pero también de crear una nueva plataforma en un sector que ha acumulado quiebras y que se ha quedado con un solo gigante, Binance, que también está siendo investigada por la justicia estadounidense. Con esto estamos dando de alta a un gran número de personas que hasta ahora no tenía exposición o acceso al mundo de blockchain. Y creemos que eso también es algo muy importante“, concluye Macieira.