El paquete que Alba esperaba le llegó con sorpresa: un mensaje a posteriori del repartidor que se lo entregó. Así lo denunció el lunes en Twitter, dirigiéndose a la empresa de mensajería responsable, MRW. “Deberíais hacer una mejor selección de trabajadores, que luego pasa esto. ¿Mi privacidad dónde está?”. En el tuit, compartido 3.500 veces, adjuntaba una captura con los mensajes de Whatsapp que presuntamente le envió el trabajador.
La empresa respondió rápidamente a la queja solicitando sus datos. La clienta, según ella misma cuenta en un mensaje, no puso finalmente una reclamación formal a MRW por “miedo”. Fuentes de la empresa de mensajería confirman que no existe esa queja, pero aseguran que “se están siguiendo los protocolos internos” para investigar lo ocurrido. Esto es, “hablar con la franquicia de la zona y que la franquicia se pongan en contacto con el repartidor”. Después, “se estudiará lo que se va a hacer”.
Reacciones machistas
Entre las reacciones a la denuncia de Alba se pueden encontrar acusaciones, reproches y críticas. Algunas hacia el comportamiento del repartidor; la mayoría, hacia ella. La han señalado por poner en riesgo el puesto de trabajo de él, han cuestionado si habría actuado del mismo modo si “hubiera sido un guaperas” y hasta la han culpado de la presunta conducta del trabajador que utilizó sus datos sin permiso. Considerando el volumen de mensajes, Alba ha decidido hacer una selección de “los comentarios más repugnantes”.
El ciberactivismo machista existe, se ve y se sufre. Según las expertas, el anonimato y la sensación de invulnerabilidad que da la Red ha cultivado desde vídeos virales que confunden sobre el feminismo hasta manuales de hombres que enseñan técnicas más que cuestionables para ligar, o incluso sketches que juegan con la violación. El día a día de las activistas feministas en las redes sociales se parece bastante, y basta con echar un ojo por Twitter, a lo que está experimentando Alba esta semana.
A mí también me ha pasado
Pero no todo el feed back que ha recibido Alba ha sido negativo. Su denuncia pública ha servido para animar a otra clienta (no sabemos si de la misma empresa de mensajería o de otra) a contar una experiencia similiar con un repartidor.