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Un museo reparará la deuda histórica de España con su mejor científico

Madrid —

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Madrid, 24 mar (EFE).- Santiago Ramón y Cajal, padre de la neurociencia, ganador del Premio Nobel de Medicina e impulsor de la actual infraestructura científica en España, donó más de 28.000 objetos para que a su muerte fueran conservados como símbolo del valor de la ciencia española. 87 años después, siguen almacenados en cajas en el Instituto Cajal.

“La historia ha tratado muy bien a Ramón y Cajal pero los españoles muy mal”, resume a EFE el presidente de la Academia de las Ciencias (RAC), Jesús María Sanz-Serna.

Más de un siglo después de recibir el Nobel, Ramón y Cajal sigue siendo uno de los científicos más citados del mundo porque probablemente es “uno de los tres o cuatro nobel de Medicina más importantes de la historia” pero “en España no le valoramos”, lamenta.

Prueba de ello es el estado de su tumba en el cementerio de la Almudena que, lejos de ser un lugar de culto como la de Marie Curie en Francia o de la de Isaac Newton -enterrado en la abadía de Westminster de Londres-, está totalmente abandonada e incluso fue vandalizada en 2018.

Unos meses antes, algunas de sus pertenencias (libros, objetos personales, dibujos o fotografías) aparecieron en venta en el Rastro de Madrid, “obras de arte en sí mismas” que estaban por los suelos del mercadillo, un “patético” ejemplo del abandono institucional a la figura de Cajal, como denunció el entonces director del Instituto Cervantes, Juan Manuel Bonet.

Otro tanto se puede decir de su última residencia, un palacete ubicado en el número 64 de la calle Alfonso XII de Madrid, encargado al arquitecto Julio Martínez Zapata en 1912 y en el que Cajal instaló su laboratorio y pasó los últimos 23 años de su vida.

En 2017, el edificio fue adquirido por una inmobiliaria y aunque algunos grupos políticos como Compromís solicitaron al Gobierno su reconversión en museo, las obras siguieron adelante. Hoy, es un edificio protegido que solo conserva la fachada, el portal y las escaleras originales de acceso a las viviendas, el resto son pisos de lujo con jardín y garaje robotizado.

“Ese palacete hubiera sido una ubicación excelente” para abrir un museo y defender la memoria de quien no solo fue un científico excepcional, sino también impulsor y primer presidente de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, la primera infraestructura científica española que tras la guerra civil pasó a ser el actual CSIC, recuerda el presidente de la RAC.

ANTES DEL FINAL DE LEGISLATURA

Pero la situación cambió hace un año. En febrero de 2020, el ministro de Ciencia e Innovación, Pedro Duque, anunciaba en el Congreso de los Diputados el compromiso del Gobierno a poner en marcha un museo dedicado “al mejor científico de nuestra historia” y, por fin, tras un año centrado en la pandemia, hace unas semanas, el Consejo de Ministros aprobó la creación de un grupo de trabajo para impulsar el proyecto.

Este equipo, que estará integrado por políticos del más alto nivel como el propio Duque o el ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, entre otros, se encargará de conocer y analizar las opiniones de todas las partes interesadas.

“Queremos que antes de que termine 2021, tengamos un proyecto de Museo Cajal que se haga realidad durante esta legislatura. Hay varias alternativas y queremos estudiarlas todas para que nuestro científico más universal, padre de la neurociencia, tenga un museo a su altura”, subraya el ministro en declaraciones a EFE.

Para Juan Andrés de Carlos la creación de este grupo de trabajo es un gran avance: “nunca habíamos llegado tan lejos”, dice a EFE este investigador del Instituto Cajal y responsable del legado del nobel. “Llevo años intentando hacer un museo” y, aunque siempre “he tenido buenas palabras, nunca se habían materializado en nada”.

UN LUGAR PARA ALBERGAR EL MUSEO

Posiblemente una de las iniciativas que más cerca estuvo de albergar el museo fue la que impulsó el expresidente del Colegio de Médicos de Madrid, Miguel Ángel Sánchez Chillón.

El lugar parecía adecuado, dado que la madrileña sede del Colegio de Médicos aún conserva el aula magna en la que Ramón y Cajal impartió clases de medicina durante casi 30 años pero el proyecto no prosperó porque Patrimonio Nacional (propietario del edificio que alberga el Colegio de Médicos) no autorizó las obras y porque el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) nunca aceptó desprenderse del Legado Cajal.

De Carlos cree que una buena opción es el Instituto Cajal, situado en la Avenida Doctor Arce de Madrid, una zona residencial, que una vez reformado, “bien podría albergar un museo”.

Este centro de investigación tiene ya 31 años y sus instalaciones se han quedado obsoletas.

De hecho, está previsto trasladarlo al campus de la Universidad de Alcalá de Henares, donde el CSIC tiene un moderno edificio que fue construido para albergar el IMMPA (Instituto de Medicina Molecular Príncipe de Asturias) y que, tras años vacío, finalmente será la sede del Centro Internacional de Neurociencias Cajal, un centro de excelencia que el CSIC aspira a convertir en un referente mundial.

Otra posible ubicación sería el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) de Madrid que desde noviembre acoge una exposición temporal con objetos del Legado Cajal.

El MNCN es el más antiguo de España y sería un lugar “muy digno” para homenajear a Cajal, pero para ello habría que trasladar la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de la Universidad Politécnica de Madrid que ocupa uno de los edificios del complejo.

UN TESORO DE 28.000 JOYAS

Acabe donde acabe, el Legado Cajal es un tesoro de más de 28.000 piezas, desde preparaciones histológicas, dibujos, piezas de mobiliario como su mesa de trabajo o algunas sillas, manuscritos, premios y medallas, cámaras y fotografías en color porque “también fue pionero de la fotografía en España”, recuerda De Carlos.

Este ingente legado incluye algunos de sus premios más importantes, como la medalla Helmholtz de la Real Academia de Berlín o la medalla Nobel, aunque para De Carlos una de las piezas más especiales de la colección son sus primeros cuadernos de laboratorio, “desde los que se pueden seguir sus investigaciones perfectamente”.

“Resulta increíble que España no tenga un museo en honor a uno de sus científicos más importantes”, pero tal vez esta sea “la definitiva”, opina el presidente de la RAC. “Sería algo muy potente para la ciencia española, y no solo para la memoria de Cajal”, concluye De Carlos.

Elena Camacho