Barack Obama aún tiene 59 días para perdonar a Edward Snowden, pero no lo va a hacer. Lo reconoció el viernes pasado en una entrevista a Der Spiegel: “No puedo perdonar a alguien que no ha comparecido ante los tribunales ni se ha presentado antes”. En su respuesta, el presidente saliente mezcló la ley con la traición a la patria y la seguridad nacional para explicar por qué no podía eximir al exagente de la NSA de los tres cargos de los que se le acusa.
Obama sí puede perdonar a Snowden. Y no es necesario que haya pisado antes un tribunal o que se encuentre en suelo estadounidense. Bill Clinton ya perdonó al empresario Marc Rich en su último día como presidente, mientras el multimillonario se encontraba en su casa de Zug, en Suiza. El magnate había sido acusado de más de un centenar de delitos financieros en 1983, pero poco después de saberse procesado hizo las maletas y se vino a Europa.
Obama tiene cifras de récord: es el presidente de EEUU que más gente ha perdonado y que más sentencias ha conmutado: 1.014. Son 13 veces más que las de George H.W. Bush (77), más del doble de las de Bill Clinton (459) y cinco veces las de Bush hijo (200).
Snowden está acusado de robo, de comunicar información de defensa nacional de forma ilegal y de comunicar voluntariamente información confidencial de la inteligencia estadounidense a una persona no autorizada. Los dos últimos cargos se sostienen sobre la Espionage Act, que data de 1917.
“Creo que el señor Snowden planteó algunas preocupaciones legítimas. El cómo lo hizo fue algo que no siguió los procedimientos y prácticas de nuestra comunidad de inteligencia”, explica el todavía presidente de los EEUU a la revista alemana. Es la primera vez que Obama habla de Snowden desde que en septiembre se lanzase una campaña en Internet para pedir su perdón.
¿No puede o no quiere?
PardonSnowden.org está integrada por numerosas personalidades como el cofundador de Apple, Steve Wozniak; el consejero delegado de Twitter, Jack Dorsey; actores como Mark Ruffalo y Susan Sarandon o Laura Poitras, directora del documental Citizenfour. “Cuando Obama dice que no puede, quiere decir que no quiere hasta que las circunstancias cambien. Los presidentes han ordenado perdones históricamente incluso aunque los tribunales o los fiscales hayan tomado acciones legales”, indica Noa Yachot, que dirige la campaña.
En septiembre de 1974, Gerald Ford perdonó a Richard Nixon sin ni siquiera estar procesado. Le concedió un “completo, gratuito y absoluto perdón por todas las ofensas contra EEUU”, según el expresidente. Todos los delitos federales ligados al robo de documentos de la sede del Comité Nacional del Partido Demócrata que cometió Nixon durante el Caso Watergate quedaban así exculpados sin que este llegara a pisar un tribunal.
“Cuando el señor Snowden quiera presentarse ante las autoridades legales y hacer su defensa él mismo o a través de sus abogados, creo que estos temas entrarán en juego”, explica Obama a Der Spiegel. Sin embargo, en enero de 2014, él mismo reconoció que las actuaciones de Snowden “nos harán más fuertes”.
Conexión Trump-Putin
Paradójicamente, las mismas condiciones que Obama exige a Snowden para optar a su perdón presidencial ya las cumple Chelsea Manning. La exsoldado filtró a WikiLeaks miles de documentos clasificados sobre la guerra de Afganistán y la de Irak y actualmente se encuentra en prisión tras ser juzgada por un tribunal militar en 2013. “Si hay un caso en el que ejercer la prerrogativa ejecutiva para arreglar una grieta con respecto al tratamiento de los whistleblowers, Manning es infinitamente más merecedor que Snowden”, escribían en el blog sobre ciberseguridad Lawfare.
El Artículo II de la Constitución de los EEUU, en su sección segunda garantiza al presidente plenos poderes para ejercer el perdón. Garantiza “la clemencia del Ejecutivo”, que puede tener “diversas formas, incluyendo el perdón o la conmutación de la sentencia, la remisión de la falta o la restitución y el indulto”.
Obama no lo hará. La pregunta que queda en el aire es qué hará el presidente electo Donald Trump. Tomará posesión del cargo el 20 de enero y de momento ya sabemos que la neutralidad de la red está bajo amenaza y que las puertas traseras en los dispositivos tecnológicos fabricados en suelo estadounidense serán una realidad. El presidente saliente promocionó como ningún otro el Estado de vigilancia, Snowden lo denunció y ahora vive en Rusia. Pero Trump presume de sus magníficas relaciones con Vladímir Putin, y no hay que olvidar que el exanalista de la NSA se encuentra en Moscú gracias un permiso de asilo que en última instancia le concedió el presidente ruso.