En España pasamos más de tres horas diarias mirando el móvil o la tableta. Si además tenemos en cuenta otros dispositivos, como televisores u ordenadores, la media sobrepasa incluso las seis horas. El mundo de las pantallas avanza hacia una imagen cada vez más realista, que intenta acercarse a la del ojo humano. No ocurre así en el sector de los portátiles, donde la mayoría continúan con la, ya obsoleta, resolución de 1366 x 768 píxeles.
Según recogen en StatCounter, una empresa de Irlanda que utiliza datos globales para elaborar estadísticas, 1366 x 768 sigue siendo la resolución dominante y no parece que vaya a dejar de serlo en poco tiempo. ¿Qué significa esto? Pues que, si reproducimos un capítulo de una serie en nuestro portátil, este solo alcanzará su resolución nativa: los 720p. Además, entre otras cosas, también condiciona el espacio de trabajo disponible en pantalla y el tamaño de todo lo que aparece en ella.
Hay que diferenciar entre HD y Full HD. Ambas resoluciones son capaces de reproducir vídeos y fotos en alta definición pero no son exactamente iguales: la primera, que es mayoritaria en portátiles, muestra 720 líneas horizontales; la segunda, que es habitual en televisores y móviles, 1080 líneas. Las dos son resoluciones popularizadas con la llegada del formato panorámico (16:9 o 16:10, entre otros).
Para evitar la confusión entre los dos conceptos, la Unión Europea aprobó unas etiquetas que marcaban las características de los televisores. Aun así, hay quien años después descubrió que la pegatina “HD Ready” (Preparada para HD) no significaba que su pantalla pudiera reproducir 1080p. No obstante, ahora el mercado se mueve en otras cifras diferentes.
Las televisiones progresan hacia el 4K (casi 4.000 píxeles de resolución horizontal) y los smartphones de gama media/baja, como el Moto G, ya llegan al Full HD. Mientras, las pantallas de los portátiles continúan sin estar a la altura de las demandas en otros campos tecnológicos.
Los principales culpables: los fabricantes
No importa si la marca es Acer o Hewlett-Packard. A veces, no afecta ni la gama. Podemos gastar más de 700 euros y todavía siguen ahí, inmutables: los 1366 x 768 son imperecederos. Es cierto que existen excepciones, pero la resolución por antonomasia sigue dominando incluso en ordenadores construidos recientemente. Pero, ¿quién tiene la culpa?
Eldiario.es ha intentado contactar con firmas como HP, Microsoft o Asus, pero ninguna de ellas ha querido hacer comentarios al respecto. Según indican en un artículo de Forbes, la razón del 1366 x 768 podría ser simple: es la forma más barata de construir paneles.
Para encontrar su origen hay que hay que remontarse varios años atrás, en aquellos momentos donde la informática no estaba tan extendida y los ordenadores quedaban adornados por enormes monitores de tubos catódicos.
En 1990 IBM anunció el XGA, un nuevo estándar de visualización de gráficos que permitía alcanzar una resolución de pantalla de hasta 1024 x 768 píxeles. El formato utilizado era todavía el 4:3 (cuadriculado), pero sus características terminarían condicionando el futuro de los paneles en formato panorámico.
Según indican en el artículo de Forbes, los fabricantes LCD encontraron que 1024 x 768 era el punto perfecto entre resolución, beneficio y costes de producción. Así, casi todas las empresas de hardware de vídeo empezaron a apoyar ese estándar.
Sin embargo, todo cambió con la llegada del formato panorámico. Ahora las empresas tenían que trabajar para adaptar una imagen en 16:9, un espacio mucho más ancho que se adaptaba mejor al ángulo de visión del ojo humano.
El precursor de aquello fue el cine, un campo en el que llevaban experimentando con esa relación de aspecto desde que en 1952 inventaron el Cinerama. Los sistemas de grabación de Cinemascope y Panavisión, que obtenían imágenes más amplias, no tardaron en llegar. Era cuestión de tiempo que esa innovación se trasladara al gran consumidor y, entre otros campos, al de la informática.
En el texto de Forbes señalan que los fabricantes de ordenadores optaron por una sencilla y económica opción: mantener las características del estándar XGA ampliando las líneas horizontales. Así es como nace WXGA y, con él, la resolución que a día de hoy continúa siendo mayoritaria: 1.366 x 768.
Al mantener la misma altura (768) que los paneles antecesores, las empresas podían ahorrar en costes de fabricación y asegurar retrocompatibilidad con el formato cuadriculado. Para conseguirlo, lo único que debían hacer era mostrar dos barras negras en los extremos. De esta forma todo era técnicamente mucho más sencillo, porque solo tenían que ajustar la configuración para adaptarla a las pantallas horizontales.
Como reflejan en Techcrunch, este cambio se produjo a principios de 2012. Por entonces muy pocos fabricantes se atrevieron a romper con la lógica visual del momento y a apostar por otros paneles. Precisamente, el mismo año que se imponía el estándar, Apple decidió romper los esquemas con el MacBook Pro y una resolución de 2.880 x 1.800 píxeles.
Todavía hoy, la empresa de Cupertino es de las pocas que fabrica portátiles con lo que llaman Retina display: una tecnología que, según ellos, utiliza una densidad de píxeles tan alta que impide al ojo humano percibir cada punto de la pantalla.
La densidad de píxeles, ¿por qué importan?
Como indican en Xataka, para determinar la calidad de una pantalla también hay que tener en cuenta otros factores como la densidad de píxeles. Estos indican la cantidad de puntos digitales que hay en una pulgada y se calculan mediante una correlación entre la resolución y la pantalla del dispositivo. Cuanto más pequeños sean los gadgets, menor tamaño de imagen necesitaran para alcanzar una mayor densidad de píxeles.
Por esa misma razón, aunque el iPhone 4 solo tenía una resolución de 960 x 640, su densidad era de 326 píxeles por pulgada. Mientras, para un portátil con pantalla de 15,6 pulgadas y resolución 1366 x 768, esos píxeles por pulgada se reducen a 100. Debido a ello, somos más capaces de distinguir los pequeños píxeles en el ordenador que en nuestro smartphone.
La innovación en el campo de las pantallas también pasa por otro tipo de añadidos más allá de sus píxeles. Ejemplo de ello es la tecnología OLED, que permite unos colores más fidedignos y paneles cada vez más delgados. También está el True Tone, una función con la que los tonos de la pantalla se adaptan al tipo de luz incidente, ya sea un día nublado, soleado o una lámpara fluorescente.
Sin embargo, en el reino de los 1366 x 768 no hay lugar para tales innovaciones. Para encontrarlas en portátiles hay que irse a una gama alta específica, como pueden ser los Dell XPS o los MacBook de Apple.
La búsqueda se complica todavía más si queremos que el dispositivo tenga otras características como un SSD, una unidad de almacenamiento que aumenta la velocidad de los discos duros tradicionales. Mientras tanto, hasta que los fabricantes lo consideren oportuno, seguiremos viendo Netflix con más calidad en el móvil que en nuestro portátil.