Dos días después de que las tropas rusas invadieran Ucrania, Elon Musk empezó a enviar miles de antenas de su empresa de Internet por satélite Starlink al país. Muchos lo consideraron una maniobra de marketing, ya que el sistema nunca había sido probado a esa escala y el multimillonario suele aprovechar acontecimientos de repercusión mundial para ponerse en el foco. Pero funcionó: las conexiones descentralizadas de sus pequeños receptores escapan a los bombardeos rusos que han tumbado las redes de telefonía. “Es un elemento esencial de nuestra infraestructura crítica”, reconoce Kiev. El Kremlin también lo sabe y amenaza con derribar los satélites de Starlink que lo están haciendo posible.
Así lo ha avisado el representante ruso ante la Asamblea General de Naciones Unidas, denunciando “la utilización por parte de Estados Unidos y sus aliados de elementos de infraestructura civil, incluso comercial, en el espacio exterior con fines militares”. “Aparentemente, estos Estados no se dan cuenta de que tales acciones constituyen de hecho una participación indirecta en conflictos militares. Las infraestructuras cuasi-civiles pueden convertirse en un objetivo legítimo de represalias”, ha advertido.
Rusia considera que el uso de los satélites de Musk en la guerra como “una provocación” del Tratado del Espacio Exterior, que establece un uso pacífico para él. Starlink es una empresa privada y el servicio que ofrece es comercial, pero está siendo vital para el ejército ucraniano.
Starlink fue un proyecto desgajado de SpaceX, la compañía de naves espaciales y turismo orbital de Musk. Actualmente cuenta con unos 3.000 minisatélites sobrevolando la Tierra a órbitas bajas, de unos 500 km sobre la superficie. Ofrecen una conexión de alta velocidad a Internet, pensada en principio para zonas rurales y remotas, aunque la empresa explora otras opciones como su uso para conectarse a Internet en aviones.
El servicio se vale de una pequeña antena, de unos 40 centímetros, que se conecta directamente a los satélites, y un rúter. En este momento hay unos 25.000 estaciones de Starlink en Ucrania. Diversas fuentes han informado de que están resultando extremadamente útiles para sus esfuerzos bélicos, permitiendo una comunicación rápida de las unidades sobre el terreno entre ellas y con sus cuarteles generales.
El sistema es independiente de cualquier otra infraestructura terrestre que Rusia pueda destruir aparte de su pequeña antena, que es móvil. También de la red eléctrica, puesto que puede funcionar conectado a un panel solar portátil u otro tipo de generador.
Estos motivos ha hecho que el Internet de Starlink esté siendo usado ampliamente por la sociedad civil, instituciones públicas, hospitales y bancos del país. “Es un símbolo de la resistencia ucraniana”, ha manifestado Mykhailo Fedorov, viceprimer ministro del país encargado de la cartera de Transición Digital y responsable de otras sonoras jugadas ucranianas en este terreno, como su ejército de drones.
“Más de 100 misiles de crucero han atacado las infraestructuras de energía y de comunicaciones ucranianas. Pero con Starlink restablecimos rápidamente la conexión en zonas críticas”, informaba Fedorov el pasado 12 de octubre después de uno de los últimos ataques rusos a gran escala.
La situación ha terminado poniendo los satélites de Musk en el punto de mira del ejército ruso, aunque atacar directamente los activos de una empresa estadounidense se consideraría una escalada del conflicto a nivel internacional.
Musk enfada a todo el mundo
Pese a los buenos resultados de Starlink en Ucrania, la impredecibilidad de Elon Musk ha puesto la empresa en el medio de otro culebrón como ha hecho con Twitter. El motivo ha sido su intento de que el Gobierno de EEUU subvencione a Starlink por colaborar con Kiev.
Según las cuentas de Musk, la conexión por satélite de las 25.000 antenas que operan en Ucrania le cuesta a Starlink unos 20 millones de dólares al mes. El multimillonario se ha quejado de que el Departamento de Defensa no colabore en el pago, a diferencia de lo que ocurre con contratistas militares como Lockheed Martin o Boeing, que han recibido “miles de millones” por enviar material a Ucrania.
La polémica se desató cuando la CNN reveló que Musk envió una carta al Pentágono avisando de que el apoyo a Kiev iba a llevar a Starlink a la bancarrota y que iba a cortar el servicio si el Gobierno no se hacía cargo. Fuentes oficiales vieron el movimiento como un “chantaje” por parte del hombre más rico del mundo, recalcando que Musk metió Starlink en Ucrania sin que el Gobierno de EEUU se lo pidiera para después exigir un pago.
La acción también desató la incredulidad en el gobierno ucraniano, que vio como Musk podría retirar un apoyo “crítico” en su infraestructura de guerra. También recalcó que pese a que Starlink ha donado un gran número de antenas y está financiando el servicio, Ucrania también ha comprado miles de unidades y ha pagado a la empresa.
“Admiro las acciones de SpaceX de permitir el servicio Starlink en Ucrania. Ha sido un verdadero punto de inflexión para el ejército ucraniano”, tuiteó Dimko Zhluktenko, fundador de una organización dedicada a recoger fondos para el esfuerzo bélico ucraniano y donar material. “A pesar de ello, yo no he visto ningún Starlink que haya sido comprado por los gobiernos, o por SpaceX. Todos los Starlink que he visto/usado fueron comprados por voluntarios como yo, o por los soldados con su dinero personal. El precio de la suscripción también se paga de nuestro bolsillo”, añadió.
Zhluktenko expresó que su organización ha comprado 50 estaciones de Starlink al precio que se paga por ellas en el resto de países europeos, “400-500 dólares”, y paga otros “60 dólares” de tarifa mensual por la conexión de cada una de ellas. “Los ucranianos pagan el mismo precio que todos los demás, pero sólo Ucrania es objeto de discusión”, afeó.
Tras la negativa del Gobierno de EEUU a satisfacer sus exigencias y el revuelo provocado en Ucrania, Musk se ha retractado y ha afirmado que seguirá sufragando los supuestos sobrecostes para Starlink que está provocando su apoyo a Ucrania.
El conflicto por Starlink sucedió tan solo unos días después de que el multimillonario indignara a todo el Gobierno ucraniano proponiendo unas “soluciones” para la paz con Rusia con las que el Kremlin conseguiría prácticamente todas sus aspiraciones en la guerra. “Que te jodan es mi muy diplomática respuesta”, le espetó el embajador ucraniano en Alemania al magnate, que también recibió mensajes de reprobación de Volodímir Zelenski y otros miembros de su Ejecutivo.