La bahía de San Francisco es, junto a algunas ciudades de China, una de las zonas de mundo donde se están probando con más intensidad los coches autónomos. Influida por la presencia de Silicon Valley, California concedió hace justo un año su primera licencia de robotaxi [vehículos totalmente autónomos que pueden recoger y dejar pasajeros] a Cruise, convirtiéndola en la primera empresa en poder cobrar por este tipo de de servicios. Después le llegó el turno a Waymo, propiedad de Google. Los permisos de operación de ambas compañías tienen limitaciones, pero las dos aseguran estar listas para dar un paso más.
Cruise y Waymo quieren dejar atrás este período de pruebas que ya dura varios años y desplegar miles de taxis autónomos tanto en San Francisco como en otras ciudades como Los Ángeles o Santa Mónica. Una votación en la Comisión de Servicios Públicos de California, que regula las operaciones de automóviles sin conductor en el estado, decidirá este jueves si permite a las compañías de robotaxi operar las 24 horas del día y dejar atrás las restricciones de horarios y zonas que pesan ahora sobre ellas. Policías y bomberos se han plantado y piden a los reguladores del estado que no les den luz verde.
“No están preparados”, ha afirmado la jefa del cuerpo de bomberos de San Francisco, Jeanine Nicholson, en declaraciones a Los Angeles Times. “No estoy en contra de la tecnología. Entiendo que es importante y es el camino que está tomando la industria. Pero tenemos que arreglar lo que no funciona ahora mismo, antes de que se extiendan por el resto de la ciudad”, ha añadido.
Su departamento ha informado de 40 incidentes con coches autónomos en lo que va de año. En la lista que han hecho pública hay sucesos como robotaxis que estacionan frente a las entradas de los parques de bomberos, que no saben apartarse del camino de los camiones que acuden a atender una emergencia y los bloquean, que chocan contra cables eléctricos caídos, que no evitan escenarios de incendios activos y atraviesan el perímetro policial o, incluso, que se enredan con las mangueras.
La jefa de bomberos explica que cuando se dan estos incidentes, hay veces que un operador puede tomar el control remoto del vehículo y llevárselo de allí. En otras ocasiones, deben esperar a que un empleado de la empresa llegue al escenario de la emergencia y lo conduzca manualmente. “La mayor preocupación es que alguien resulte herido muy grave o muera”, avisa: “Hasta ahora hemos tenido mucha suerte, pero es solo cuestión de tiempo que ocurra algo realmente catastrófico”.
Las declaraciones de Nicholson llegan en la previa de la votación que puede extender los robotaxi por toda la ciudad, un notable crecimiento respecto a la actual zona noroeste en la que operan. Su posición ha sido respaldada por los agentes de policía de San Francisco, cuyo sindicato ha mandado una carta al presidente de la Comisión para que retrase la decisión: “Aunque todos aplaudimos los avances de la tecnología, no debemos tener tanta prisa como para olvidar el elemento humano y los efectos que una tecnología sin control puede tener en situaciones peligrosas”.
“Retrasos de segundos en nuestro trabajo pueden ser cuestión de vida o muerte”, asevera en la misiva el presidente de la asociación de policías. “El tiempo que tarda un agente o cualquier otro empleado de seguridad pública para tratar de interactuar con un vehículo autónomo es frustrante en el mejor de los casos, pero cuando no comprenden nuestras carreteras y se detienen en medio de la calzada bloqueando a las unidades de respuesta de emergencia, entonces se eleva a otro nivel de peligro, y eso es inaceptable”, apunta.
Los agentes citan el caso en concreto de un reciente tiroteo masivo en San Francisco. Cuando los servicios de emergencia trataban de acudir al lugar de los hechos, se encontraron un coche autónomo de Cruise parado en medio de la calle que les impedía acceder. Además de dificultar la asistencia de los heridos, la presencia del vehículo multiplicó la atención de los agentes, que tuvieron que acercarse con precaución ante la posibilidad de que hubiera alguien escondido dentro.
Cruise negó entonces que el vehículo hubiera entorpecido a los servicios de emergencia “en ningún momento”. “Nuestro coche se detuvo inicialmente al acercarse a una escena de emergencia activa, y luego procedió a realizar un giro en U y detenerse”, aseguró un portavoz: “Durante todo este tiempo, todos los vehículos, incluidos los vehículos de respuesta de emergencia, pudieron proceder alrededor de nuestro coche”.
Tanto Cruise como Waymo, que también ha empezado a dar servicios de robotaxi en Phoenix (Arizona), destacan que este tipo de incidentes son esporádicos. “Como operamos en algunas de las zonas más densas de San Francisco y Phoenix, interactuamos con vehículos de emergencia activos día y noche, sin problemas. De hecho, nos encontramos con ellos cada 100 millas”, ha declarado una portavoz de Waymo: “La gran mayoría de estos encuentros, a menudo difíciles y complejos, se han producido sin problemas”.
En un comentario enviado a elDiario.es, Cruise señala que sus informes muestran que sus coches autónomos tienen un 54% menos de colisiones que los conductores humanos, un 92% de accidentes donde son el responsable principal y un 73% menos de golpes con riesgo serio de lesión para los ocupantes. “Estamos orgullosos de nuestro historial de seguridad, del que se informa públicamente y que incluye millones de kilómetros recorridos en un entorno urbano extremadamente complejo. Hemos recibido comentarios abrumadoramente favorables cuando hemos tratado de ampliar nuestro servicio y esperamos trabajar con ellos y con los responsables políticos para hacer el transporte más seguro y accesible”, añade la empresa.
Una revolución que no llega
El intento de las empresas de robotaxis por empezar la fase de operaciones y conseguir permisos para implementar sus servicios en su estado actual llega en un momento en el que algunos expertos dudan seriamente de que la tecnología de conducción autónoma pueda evolucionar mucho más con los conocimientos actuales.
En una entrevista con elDiario.es, el científico Erik Larsson, experto en IA, detalló que en el fondo es un problema que está afectando a todo el campo: “Los coches de conducción autónoma son un ejemplo perfecto de que el aprendizaje automático no es suficiente. No importa la cantidad de datos que tengas para entrenar a un sistema y simular acontecimientos en la carretera. Siempre se encuentran casos que están en los extremos, son eventos inusuales o implican sorpresa. Pero los sistemas de aprendizaje automático sólo se entrenaron en eventos anteriores, solo con lo que ya ha sucedido. Así que cuando tienes un nuevo evento, no son adecuados”.
Este retraso está afectando a las cuentas de las grandes empresas que habían apostado por estos desarrollos. Cruise es la que ha recibido una mayor inversión, con unos 15.000 millones de dólares entre 2018 y 2022 provenientes en su mayor parte de General Motors. Waymo está en segundo lugar, con unos 5.500 millones y Google como principal aportador. Sin embargo, según la consultora F-Prime Capital, las aportaciones se han “ralentizado notablemente” en el último año, cayendo un 60%.
La producción a escala de vehículos rentables y totalmente autónomos está muy lejos
Continuar el período de pruebas indefinidamente puede dinamitar la esperanza de vida de estas compañías. Waymo fue una de las divisiones afectadas por los despidos de Google de principios de este año, mientras que otras grandes compañías han optado por eliminar directamente sus proyectos de robotaxis. Así le ocurrió a Argo AI, que había recibido 2.500 millones de dólares de Ford y Volkswagen pero cerró en octubre de 2022 por la falta de avances tecnológicos. “La producción a escala de vehículos rentables y totalmente autónomos está muy lejos”, declaró Ford tras dar por finalizado el proyecto.