La campaña ha pasado de puntillas por la robotización y el futuro del trabajo

Cuando Ana Pastor y Vicente Vallés plantearon a los candidatos que confrontaran sus propuestas económicas en el debate organizado por Atresmedia el pasado martes, pasaron segundos antes de que saliera el nombre de Quim Torra y los cuchillos volaran sobre la posición de cada uno respecto a Catalunya. Supuso un buen ejemplo del poco peso que han tenido las cuestiones económicas en esta campaña, más allá del empleo. Una de las más complicadas y que más efectos puede tener a largo plazo, la imparable robotización y automatización del trabajo, ha estado totalmente ausente del debate.

Mirar para otro lado no la hará desaparecer. Los expertos coinciden en señalar que la sociedad atraviesa su cuarta revolución industrial, o bien un nuevo giro de la misma que lleva desarrollándose 200 años, protagonizado esta vez por los robots y la inteligencia artificial. Y que España, como pasó antes, está quedándose atrás. No tendría por qué: los análisis señalan que es un país altamente automatizable.

Un estudio elaborado por la Universitat Oberta de Catalunya para la Fundación LaCaixa reveló en febrero que la crisis había multiplicado el porcentaje de empleo ocupado en sectores altamente cualificados, pero también en aquellos que requieren poca o ninguna preparación. Estos últimos son los más susceptibles de ser automatizados. De momento, se salvan: son trabajos muy repetitivos, pero no demasiado estandarizados. Lo primero asegura que serán sustituidos por máquinas antes o después. Lo segundo complica y encarece el proceso de robotización. 

No deja de ser pan para hoy y hambre para mañana: “Aunque el trabajo rutinario es preponderante en la economía española, la necesidad de destreza manual, la contención salarial y la ausencia de estandarización en determinadas tareas protegerían esos empleos, al menos temporalmente, de ser sustituidos por la tecnología”, concluye el estudio.

Los partidos han preferido pasar de puntillas por la situación durante la campaña. “Es preocupante que no haya un debate en torno al tema de la tecnología; cómo va a influir y está influyendo ya, no solo en el mercado de trabajo, sino en todas nuestras vidas”, expresa Anna Ginès, profesora de la Escuela Superior de Administración y Dirección de Empresas (Esade) especializada en derechos laborales de los trabajadores en la nueva economía. 

“Necesitamos un debate social, amplio, a nivel de estado, sobre cuál es el papel que queremos para la tecnología en las distintas facetas de la vida, hasta dónde queremos que llegue. La tecnología no es un fin. Parece que no se puede parar si es necesario, regular o determinar su alcance, cuando sí se puede: la tecnología es una herramienta para alcanzar un objetivo concreto”, recuerda. 

La investigadora hace referencia a otro informe de la OCDE que analiza el impacto que la robotización puede tener en cada uno de sus miembros, publicado este mismo jueves. Este advierte de que, en España, un 20% de los trabajos que ahora mismo desempeñan personas puede robotizarse en el corto plazo. Este tipo de porcentajes varían de un estudio a otro. En lo que todos coinciden es en apuntar a España como uno los más susceptibles al proceso de automatización.

“España es uno de los países que más va a sufrir con la automatización y tenemos que gestionar desde ya la transición. No soy catastrofista, no creo que lleguemos a una situación crítica de desempleo extendido. Pero lo que es cierto es que los trabajos que se van a ganar no serán en los mismos sectores que los que se pierdan. A aquellos con unas determinas aptitudes y formación pero cuyo empleo ha devenido obsoleto por el uso de la tecnología, ¿cómo los reintegramos? Es un debate urgente”, expone Ginès en conversación con eldiario.es.

El riesgo está en la transición 

Para Julián Estévez, investigador en robótica e inteligencia artificial y profesor de la Universidad del País Vasco, el punto más crítico para los ciudadanos es precisamente la transición a la que alude su colega de Esade. “En todas las revoluciones industriales ha habido visiones apocalípticas sobre el empleo que no se han cumplido nunca. El peligro está en la fase de transición de un modelo de economía a otro. Ahí, si la sociedad no está bien preparada, la gente puede sufrir en términos de desempleo, poder adquisitivo...”.

Eso sí, nadie esperará a que España decida cómo quiere acometer la transición y todos los partidos se pongan de acuerdo en el dinero que hay que emplear para facilitarla. “Digamos que ahora mismo está pasando un tren y hay gente que lo ha cogido antes que nosotros. España tiene robots industriales, pero los informes ya muestran que está implantando robots a una velocidad más baja de la que debería para seguir el ritmo”, expone.

El experto hace referencia a la Estrategia para la Inteligencia Artificial en I+D+I presentada por Pedro Sánchez en marzo. Constituye un mapa del camino que quiere recorrer España y en qué estaciones de la automatización pretende detenerse. Una de ellas es, por ejemplo, emplear los algoritmos para “controlar los costes sanitarios” y asegurar la sostenibilidad del sistema. Pero el plan no tiene presupuesto. Tampoco tiempos. Ni objetivos intermedios a alcanzar. Ni consenso parlamentario.

“Está muy verde”, refiere Estévez. “Otros países ya tienen los mimbres listos y ya han cogido el tren. En Reino Unido o Alemania hace un par de años que tienen esas estrategias vigentes. Nosotros todavía nos estamos preparando para dar el paso”, avisa. 

Como en la estrategia para la inteligencia artificial del Gobierno de Sánchez, los partidos han hablado de nuevas tecnologías en sus programas. Como detalló este medio, casi todos plantean algunas ideas. Muy pocas hablan de números o tienen medidas concretas. “Falta mucha precisión, hay mucha ambigüedad en lo que dicen. Dicen que hay que usar Inteligencia Artificial y que quieren convertir a España en líder de innovación digital, pero son propuestas que hace falta bajar a la tierra y traducir en algo concreto. Parece que están ahí para que nadie les acuse de no haber hablado de esto”, opina el investigador de la UPV.

En un postick: la tecnología nunca es neutral

El informe de la OCDE sobre el futuro del empleo publicado este jueves afirma que la robotización no producirá una pérdida de empleo neto. “A pesar de la ansiedad por la destrucción de empleos”, afirma la organización, “en general, la cantidad de puestos de trabajo va en alza y si bien algunos pueden desaparecer (el 14% tiene un alto riesgo de automatización), otros surgirán”. Todos los expertos consultados por eldiario.es coinciden con la OCDE en este punto. 

Lo que está en juego ahora es dónde se crean esos empleos, cuándo, y cómo les afecta la tecnología en materia de derechos laborales. El riesgo es que ahora la robotización y la implantación de inteligencia artificial está controlada por los grandes capitales capaces de asumir la inversión. “Hemos detectado que la tecnología, cuando entra en el lugar de trabajo, siempre lo hace para reforzar dinámicas de poder preexistentes”, alerta Gemma Galdón, directora de la Fundación Éticas, que promueve la implantación responsable de nuevas tecnologías. “La tecnología podría mejorar condiciones laborales, podría incorporar transparencia y rendición de cuentas en términos de horas extra o enfermedades profesionales. Que no lo haga es una decisión política, estamos abandonando ese espacio y dejando que lo gane un tipo de tecnología que siempre va a beneficiar a quien ya tiene más poder dentro del lugar de trabajo”, continúa Galdón. Su organización está colaborando con los sindicatos para ampliar su conocimiento sobre la problemática. “Es necesario que cuenten con su propia agenda tecnológica”, apunta.

“Hemos hecho un trabajo teórico recopilando buenas prácticas, y con CCOO estamos en proyectos más específicos. La idea es trabajar a diferentes niveles”, continúa la experta. “Por ejemplo, cómo incorporar el control del uso de datos en convenios colectivos, para que si se utilizan datos de los trabajadores o algoritmos para evaluar tu rendimiento, que el sindicato tenga acceso a ellos y a los métodos de evaluación”.

“Tenemos que intentar pensar cómo la tecnología puede también servir para reforzar o equilibrar el poder desde el espacio de los trabajadores. La tecnología es capaz de hacerlo, lo que falta son actores que estén trabajando en ese ámbito, no solo en derechos digitales laborales, que es en lo que trabajamos nosotros, sino en soluciones tecnológicas que refuercen esos derechos”, propone. 

Todos los expertos consultados por eldiario.es coinciden en resaltar que, si no se acomete el debate político sobre las nuevas tecnologías, mientras España habla de Catalunya, serán otros los que lleven la voz cantante. 

“Otros países ya tienen los mimbres listos y ya han cogido el tren. En Reino Unido o Alemania hace un par de años que tienen esas estrategias vigentes. Nosotros todavía nos estamos preparando para dar el paso”, explica Julián Estévez, investigador en robótica e inteligencia artificial y profesor de la Universidad del País Vasco