En los primeros cuatro meses del 2019 se vendieron 4.085 unidades de vehículos eléctricos en España, un 78% más que en el mismo período del año anterior. Según datos de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones, los híbridos enchufables vendieron 665 unidades en abril y registraron un 85% de crecimiento en el primer cuatrimestre del año. Pese al incremento, estas cifras apenas representan el 1% del total de ventas de coches.
Si se compara con países como Noruega, referencia del sector y donde las ventas de eléctricos ya llegan al 60% del total, se comprueba que España no está surfeando la ola de los coches eléctricos individuales. Pero en el horizonte ya aparecen más posibilidades para cumplir el reto institucional de hacer sostenible el 100% del parque móvil español para 2050. Una de ellas llegará de la mano de otra tecnología que aunque no está directamente relacionada con el coche eléctrico, podría impuslar su implantación: la conducción automática.
Uno de los principales motivos, explica Xavier Vilajosana, catedrático de la Universitat Oberta de Catalunya, es que desplazarse en coche autónomo no obligará al propietario a realizar un desembolso mayor por comprar un coche eléctrico. Tampoco a pelear con la comunidad de vecinos o el Ayuntamineto para colocar un poste de carga debajo de casa. Es muy probable que no lo necesite porque el coche ni siquiera será suyo.
“La posibilidad de que los coches puedan ser autotripulados o teledirigidos hará que el concepto de propiedad del coche cambie. Es decir, es muy probable que el coche ya no sea un elemento en propiedad sino que se contrate como un servicio de movilidad”, expone Vilajosana en conversación con este medio.
“En el momento en el que tú ya no lo tienes en tu garaje sino que es un servicio de movilidad, gana más sentido el hecho de que el coche sea eléctrico. ¿Por qué? Porque el coche no aparcará en tu garaje, sino que lo hará fuera de la ciudad, en un polígono, donde habrá zonas de carga, y ese coche cuando tú lo necesites te vendrá a buscar, como un servicio”, resume el investigador.
Suscripción al coche
El modelo de suscripción al coche ya está aquí. Es el que explotan las empresas de alquiler de vehículos eléctricos en Madrid y Barcelona, permitiendo a sus usuarios hacer uso de ellos en el momento que quieran a cambio de una tarifa por minuto, ahorrándose los impuestos, el mantenimiento o la preocupación por la energía. Vilajosana advierte que el modelo también tiene su cara oculta, puesto que renunciar a la propiedad del coche implica una pérdida de control sobre él: “Si el operador decide que no vas a un determinado sitio con el coche, lo bloquea y no vas. Entonces, ¿qué? Pasas a ser completamente dependiente de las empresas”, avisa.
La doble cara no impide ver el avance del modelo de negocio, al igual que la de la propia tecnología del coche autónomo. Aunque el escenario del coche robot parezca lejano, el camino ya ha empezado. El primer paso es el coche conectado, que intercambia información con los demás, algo que podrá hacer apoyándose también en la implantación de la conectividad 5G. La industria estima que la mayoría de los coches que se vendan en unos cinco años sean coches conectados.
La siguiente etapa se caracterizará por los sensores de todo tipo que se irán instalando en los coches. Les permitirán reconocer cada vez más elementos del entorno y ser cada vez más independientes del conductor. Al igual que en este momento las luces o los limpiaparabrisas se activan cuando el coche detecta condiciones de poca luz o lluvia, habrá asistentes para la incorporación a autopistas cuando registre que se encuentra en un carril de aceleración y asistencias a la conducción de todo tipo.
“Lo siguiente será el coche autotripulado, que no será dependiente del piloto pero requerirá que éste esté atento. No conduciremos, sino que lo hará un piloto automático como el de los aviones. Parecido al que tiene Tesla ahora mismo”, continúa el experto de la UOC. “A la vez, se trabaja en otro concepto, que es del coche autotripulado. En este modelo el coche estará conectado a una central y habrá una persona que desempeñe un rol como el de un controlador aéreo, encargada de que ese coche vaya bien y vaya donde tiene que ir”.
Este es uno de los modelos que permitiría la electrificación del parque móvil español. Para una empresa sería más sencillo llevar a cabo una inversión de este tipo a que lo hagan cientos de miles de ciudadanos individualmente. “Lo ideal sería que los coches volvieran a un gran centro de carga fuera de las ciudades, que estuviera conectado además a una planta de generación solar o eólica para aprovechar directamente esa energía”, opina Vilajosana.
No será ya, pero el camino ya está marcado. Los coches conectados ya casi están aquí pero, ¿cuánto falta para llegar a hitos como el de flotas autónomas y renovables? “De eso se está hablando a unos 15 o 20 años”, responde el investigador.