La portada de mañana
Acceder
España tiene más de un millón de viviendas en manos de grandes propietarios
La Confederación lanzó un ultimátum para aprobar parte del proyecto del Poyo
OPINIÓN | Aldama, bomba de racimo, por Antón Losada

Todo sobre el reconocimiento facial en autobuses de Madrid: “Esto no tiene nada que ver con China”

Desde la Empresa Municipal de Transportes (EMT) de Madrid se muestran algo sorprendidos por el impacto que ha tenido el anuncio de un proyecto piloto para instalar el pago por reconocimiento facial en los autobuses públicos. Han tenido que agendar varios días para que diferentes grupos de periodistas acudan a las cocheras de Fuencarral, junto a la estación de Chamartín (y que desaparecerán en la Operación Chamartín) a ver y probar el sistema en directo en uno de sus autobuses.

Varios medios nacionales y la agencia internacional France-Presse (AFP) esperan junto al autobús a la llegada del director de Tecnología de la EMT y el director de desarrollo de negocio de Mastercard. Ambos contestan a las preguntas de eldiario.es, que también ha contactado con la startup que ha desarrollado la tecnología, con la consultora que ha puesto a todos de acuerdo, con el Ayuntamiento y con el anterior equipo gestor de la EMT para desentrañar todos los detalles de un proyecto que ha despertado suspicacias por la comparación con el sistema de control social chino: “Esto no tiene nada que ver con China. Esto es un sistema voluntario de acceso al autobús por si quieres ir más cómodo, no tener que llevar nada para entrar y hacerlo más rápido. Es un tema de experiencia de usuario, no de control de la gente”, adelanta el responsable de la EMT.

¿Cómo funciona?

“Lo único que tiene que hacer el usuario es registrar su cara mediante un selfie, poner su información personal y asociar sus datos de pago. Ese método de pago no tiene que ser una tarjeta Mastercard, aunque recomendamos que sea una tarjeta Mastercard”, explica Ignacio González Posada, director de desarrollo de negocio de Mastercard.

En el autobús de la EMT donde se han hecho las demostraciones para los periodistas el sistema funciona a través de una tableta comercial instalada junto a la cabina del conductor. No obstante, desde la empresa pública y Mastercard aseguran que el piloto definitivo tendrá un sistema más robusto con un dispositivo plenamente integrado en el cuerpo del autobús. Una vez registrado en la aplicación, cuando el usuario suba al autobús, tiene que pararse frente al dispositivo, colocar su cara en el círculo y esperar a que el sistema reconozca su cara.

Si el sistema reconoce al usuario procede a cobrar el viaje y la pantalla muestra el mensaje “Buen viaje”. En caso contrario, solicita que “Vuelva a intentarlo”.

Si el piloto pasa las pruebas de forma satisfactoria, desde Mastercard y la EMT explican que la aplicación para el reconocimiento facial estaría embebida en la app oficial de la empresa pública y que el registro no se haría mediante una foto, sino con un modelado 3D de la cara del usuario.

¿Quién podrá probarlo?

En el proyecto piloto participarán cien usuarios de una sola línea regular, en cuyos autobuses se instalarán los dispositivos de reconocimiento facial. Empezará en noviembre y durará varios meses.

La línea aún no ha sido elegida. La EMT ha seleccionado varias con potencial en función de un gran número de variables, han explicado fuentes de la corporación. Se tendrán en cuenta la carga de usuarios que tiene, la tipología de estos en función de las zonas por las que pasa, qué peso tiene en los desplazamientos de hora punta o si hay obras en su recorrido o hay algún plan para que las haya, lo que obligaría a desviarla.

¿Encarecerá el billete?

No, asegura la EMT. El precio por utilizar el sistema será mismo que la tarifa normal para viajar en los autobuses públicos. Eso sí, durante el piloto el sistema cobrará por defecto el importe de un billete sencillo; no podrá descontar un viaje de los bonos de 10 o reconocer que el usuario dispone de un abono mensual.

Fuentes de la EMT explican que el proyecto es interesante como una forma de eliminar el pago en metálico a bordo de los autobuses “como ya han hecho un gran número de ciudades europeas”. “Si en un futuro se llega a implantar, siempre sería una alternativa más, lo usarás voluntariamente si quieres, si te interesa y si te viene bien; en ningún caso sería un sistema ni vinculante, ni único ni obligatorio”, abundan.

¿Es más rápido que los métodos tradicionales?

En este momento no, según pudo comprobar eldiario.es durante la demostración. El sistema puede tardar un par de segundos en reconocer al usuario colocado en la posición correcta. Si no lo está por algún motivo, el dispositivo puede tardar mucho más en detectar que debe activar el proceso de reconocimiento.

En comparación, la tarjeta de usuario de la EMT tarda 500 milisegundos (medio segundo) en picar el billete. “La idea es poder desarrollarlo y que sea más rápido que el pago con tarjeta, o al menos igual. Optimizarlo para que sea entrar al autobús y casi ni tener que mirar al dispositivo, que te pueda capturar sin pararte”, afirma Enrique Diego Bernardo, director de Tecnología de la EMT.

¿Graba a todo el mundo que sube al autobús?

“El sistema no está recogiendo imágenes en ningún momento. Solo se activa cuando te acercas para hacer un matcheado [cruce de información] de la cara con las de la base de datos, pero no hace una foto en cada identificación ni la guarda en ningún sitio”, asegura el director de Tecnología de la EMT.

“Incluso, y eso son cosas que hay que ver en el piloto —continúa González Posada, de Mastercard— puede ser que el sistema final no guarde ni siquiera la imagen inicial para registrarse sino un token [código individual asignado a cada usuario] de esa imagen, de manera que la base de datos no tenga imágenes, para asegurar un poco más protección de datos. Pero todos estos temas son los que hay que soslayar durante el piloto”.

¿Quién ha tenido la idea?

El proyecto para implantar reconocimiento facial en los autobuses públicos de Madrid sale de un laboratorio de innovación denominado Madrid in Motion. A principios de 2019, la consultora Barrabés puso en marcha este proyecto como “iniciativa de movilidad urbana que promueve la colaboración público privada (Ayuntamiento y EMT de Madrid son partners decisivos) con startups de todo el mundo”, explican desde esta empresa.

En la primera edición de Madrid in Motion han participado Ferrovial, Mastercard, Naturgy (anteriormente Gas Natural Fenosa), Banco Santander y Hochtief (constructora alemana propiedad del Grupo ACS que preside Florentino Pérez). A un segundo nivel han colaborado Cepsa, Repsol, Cabify y Esri, empresa que desarrolla software de mapas inteligentes que combinan información geográfica con datos.

Las cinco colaboradoras principales, junto a la EMT, elevaron cada una un “reto” sobre movilidad en Madrid. El objetivo era que empresas emergentes de todo el mundo presentaran sus proyectos para darles solución. El Banco Santander propuso crear una app desde la que usar y pagar cualquier transporte urbano; Naturgy una solución que mejorara la carga de gas en sus estaciones; Ferrovial una mejora de la seguridad en las autopistas con Inteligencia Artificial; Hochtief integrar en una app los servicios de movilidad de la EMT con los parkings públicos de la ciudad (que también controla la corporación municipal).

La EMT propuso conectar los puntos de carga eléctricos de la ciudad en una sola plataforma para resolver incidencias de forma centralizada, mientras que Mastercard planteó el reto de encontrar de pago con biometría, que ha fructificado finalmente en el proyecto piloto de reconocimiento facial.

Pese a que Barrabés informa de que Madrid in Motion se puso en marcha “a principios de 2019”, fuentes del anterior equipo gestor de la EMT niegan a eldiario.es haber participado en la concepción de este laboratorio de innovación ni haber dado su visto bueno al proyecto de implantar reconocimiento facial en los autobuses públicos.

¿Quién ha desarrollado el sistema?

Más de 300 startups de 53 países presentaron proyectos para resolver alguno de los retos propuestos en Madrid in Motion. La ganadora del reto planteado por Mastercard fue Saffe, radicada en el Reino Unido y especializada en la tecnología de reconocimiento facial. André Coelho es su cofundador y director ejecutivo: “Nuestro enfoque como empresa son los pagos y transacciones financieras. Esto es el 90% de nuestra actividad. El otro 10% es con otras instituciones, principalmente públicas, porque queremos ayudar a mejorar la experiencia de los ciudadanos con esta tecnología”, afirma a eldiario.es.

Coelho expone que las principales incursiones de Saffe en el sector público se encuentran en Brasil. “Tenemos proyectos con el Gobierno federal y con los gobiernos de algunas provincias, como el estado de Sao Paulo, el de Minas Gerais o el de Espírito Santo. Por ejemplo en Sao Paulo los jefes de Policía emplean reconocimiento facial para firmar algunos informes. También lo estamos haciendo con la dirección de tráfico, para hacer cambios de multa, cuando se le va a imputar a otra persona, esta otra persona tiene que reconocer que acepta el cambio con reconocimiento facial”, detalla.

Saffe se encarga de la tecnología de reconocimiento facial, pero Mastercard y Santander también están en este proyecto. La primera pone la plataforma de pago, mientras que la segunda se encarga de la pasarela de cobro (“como cuando en un comercio utilizan un datáfono de un banco en concreto, pero en el que se puede pagar con cualquier cuenta”, explican fuentes del proyecto a bordo del autobús de prueba que EMT ha preparado para los periodistas).

¿Cuánto ha costado el proyecto?

“No lo podemos contar”, dice González Posada, de Mastercard. “La cifra no se puede compartir, no es una cifra oficial”, insiste ante la repregunta de eldiario.es.

¿Quién pone el dinero?

Mastercard es quien pone el capital, según se deduce de las declaraciones de los portavoces de la compañía, junto con la EMT y con el Ayuntamiento de Madrid.

La empresa pública y el consistorio se encargan de poner medios materiales necesarios tanto para la puesta en marcha del piloto (los autobuses públicos) como para que Madrid in Motion cuente con un espacio propio (una nave de titularidad pública situada en Villaverde cuya explotación el Ayuntamiento adjudicó a Barrabés a través de concurso público).

¿Quién se queda la base de datos?

La Empresa Municipal de Transportes, es decir, el Ayuntamiento de Madrid. “La mejor manera de trabajar con datos para empresas muy grandes como la EMT, que además es pública, es hacer una instalación de la tecnología de biometría para que funcione en el servidor local de EMT, no en la nube”, explica Coelho, de la startup Saffe.

¿Qué seguridad tiene ante un hackeo?

“Toda la seguridad que ya tiene EMT para los datos de este servidor va a ser la misma que tendrán las imágenes, que es el dato más sensible”, continúa Coelho.

¿Quién se queda con la tecnología?

“Aquí existe una colaboración público privada en la que la gestión de la patente, durante unos años, es de cotitularidad pública, pero el proyecto en sí, por afrontar el pago y por haberlo desarrollado, será de los partners que los llevan a cabo. En este caso, de Mastercard”, explican a este medio desde el departamento de Economía del Ayuntamiento de Madrid.

¿Se puede engañar al sistema con una foto?

“No, esta es exactamente nuestra diferenciación con el resto de empresas”, defiende el fundador de Saffe, la empresa a la que se ha encargado desarrollar la tecnología de reconocimiento facial del sistema. “Nosotros somos una de las mejores empresas del sector y estamos en el puesto 14 del mundo en la calificación NIST [National Institute of Standards and Technology], una certificación que otorga el Gobierno de Estados Unidos. Por delante de nosotros solo hay empresas chinas y japonesas. Pero las 20 primeras están muy cerca unas de otras, por encima del 99% de precisión”, añade.

“Pero lo más importante es que empresas que quedan delante de nosotros no tienen lo que se llama 'prueba de vida'. Mediante redes neuronales, Nosotros somos capaces de reconocer si al dispositivo se le está mostrando una foto, un vídeo, o una persona llevando una máscara. Gracias al entrenamiento de la red neuronal, hemos llegado al punto en el que el sistema sabe diferenciar cada cosa”, asegura Coelho.

¿Qué pasa con la protección de datos?

eldiario.es ha contactado con la Agencia de Protección de Datos, que revela que no ha sido informada de las características del piloto. “La EMT no ha solicitado informe a la Agencia sobre este proyecto por el momento”, exponen desde el organismo, “si bien no están obligados a hacerlo”.

Las nuevas normas europeas no obligan a las empresas que quieran tratar datos personales de los ciudadanos como estos a contactar con las autoridades. Sí a hacer una “evaluación de riesgo” en la que se ponga en una balanza la sensibilidad de los datos y el uso que se les pretende dar. La Agencia censuró en un informe el empleo de sistemas de reconocimiento biométrico cuando no hay una necesidad real para ello. Esta tecnología, aunque supone un método único de identificación fácil de usar para el usuario, entraña sus riesgos ante una filtración o brecha de seguridad: un contraseña se puede cambiar, una cara o una huella dactilar no.

“Es verdad que la Agencia tiene ese escrito, pero en nuestro caso lo que hacemos es cumplir a rajatabla todo lo dice la ley. Además, es un sistema voluntario. Si sigues queriendo ir con tu tarjeta, vas a poder hacerlo sin ningún problema”, refleja Enrique Diego, de la EMT.

González Posada, de Mastercard, añade: “Una de las razones por las que se escogió a Saffe es porque tiene una tecnología puntera a nivel mundial pero, a diferencia de otras, opera en Europa y cumple con toda la normativa de la UE en cuanto a protección de datos, que es mucho más estricta que en otros países”.

¿Qué ocurrirá cuando concluya el piloto?

“Ahora lo que estamos haciendo es probar una tecnología muy nueva. En Asia hay algunos sitios donde hay cosas parecidas, pero aquí en Europa no hay nada de esto, es un proyecto totalmente pionero”, defiende el director de Tecnología de la EMT. “Estamos probando a ver a dónde nos lleva. Lo mismo llegamos a la conclusión (yo creo que no) de que no tiene ningún sentido. En principio yo creo que esto es el futuro”, defiende.