Redes sociales y 'bullying': cuando el acoso sale de las aulas

“Me amenazan por WhatsApp, con mensajes como: no te vamos a hacer nada bizco, pero te vas a enterar”, cuenta un niño de 13 años. “Me dijeron: te vamos a matar, vamos a ir a tu casa a buscarte, eres un mariquita”, afirma otro chico de la misma edad. Los testimonios anónimos, recogidos en el último informe de la fundación ANAR, son solo dos ejemplos de los 1.207 casos de acoso escolar identificados en 2016 por la organización. De todos ellos, según la investigación, uno de cada cuatro se produce ya a través de las nuevas tecnologías.

Yanire Gutiérrez, psicóloga de ANAR, explica a eldiario.es que el acceso a smartphones y ordenadores cada vez se produce a edades más tempranas. Esto provoca que “no solo nos encontremos con el acoso de forma presencial, sino que lo llevemos en dispositivos que nos acompañan las 24 horas al día”. “Los adolescentes pueden esconderse detrás de la pantalla en su habitación, mientras bombardean a los demás, sintiéndose muy poderosos”, añade Deanna Marie Mason, experta en educación y salud familiar.

Según un estudio de 2016 elaborado por la Universidad del País Vasco, la vía más habitual para el ciberacoso es la mensajería instantánea a través de aplicaciones como WhatsApp. Aunque todavía prevalece el acoso offline sobre el online, el segundo aumenta a medida que también lo hace la edad.

“En el ciberbullying nos encontramos ya con edades que caminan a la adolescencia”, indica Gutiérrez. Esto sucede porque “es cuando les otorgamos la posibilidad de tener ese teléfono móvil en la mano”, explica la especialista.

¿En qué redes sociales se experimenta más acoso? La ONG británica Ditch the Label publicó en 2017 el resultado de una serie de encuestas formuladas a más de 10.000 personas. De los datos obtuvieron que Instagram había pasado a ser la plataforma donde la mayoría de ingleses sufrían bullying, situándose incluso por encima de Facebook.

Pero para la psicóloga de ANAR, “quizá sea el uso que ellos mismos le dan, más que la red social en sí”.

Instagram ya sobrepasa los 700 millones de usuarios mensuales activos y es una de las apps más utilizadas por usuarios de entre 16 y 24 años. Como expresa Mason, “los jóvenes están más cómodos con plataformas basadas en fotos o vídeos porque han crecido con la tecnología desde la infancia”.

La red social de fotografías, que también pertenece a la empresa de Zuckerberg, añadió una función copiada directamente de Snapchat: las historias. Son imágenes que se borran 24 horas después de su publicación y que para la experta en educación añaden problemas adicionales: “Es fácil, rápido, y puede llevarse a cabo sin el conocimiento de la víctima o de terceros”, asegura la experta.

Medidas para evitar el acoso

Como Facebook explica, en sus normas comunitarias no permite ningún tipo de contenido relacionado con el bullying. Por ello, la red social afirma que retira cualquier publicación que parezca estar dirigida a particulares con la intención de degradarlos o avergonzarlos.

Para intentar prevenir este tipo de casos, la empresa tiene habilitado un centro de seguridad donde adolescentes, padres y educadores pueden informarse ante una situación de riesgo. “Puede que el bullying te haga sentir vergüenza o que pienses que estás solo. Recuerda que no es así: acude a alguien en quien confíes para que te ayude a superar esta situación”, recogen en un apartado orientado a las víctimas. Pero ¿son medidas suficientes?

“En una palabra: no”, asegura con rotundidad Deanna Marie, que continúa diciendo que “Facebook e Instagram tienen tantos usuarios que es imposible que los administradores puedan mirar todo el contenido marcado como inapropiado”. Yanire Gutiérrez opina que “cualquier medida que se tome siempre es beneficiosa y si se pueden establecer más controles, mejor”.

Facebook ha intentado promover ciertos consejos para garantizar una comunidad más inclusiva. Es el ejemplo de la guía Piensa antes de compartir, que pretendía concienciar a los usuarios sobre sus publicaciones.

A pesar de ello, para expertos como Mason, “la tecnología no está lo suficientemente avanzada como para proporcionar una protección contra el acoso”. En el centro de seguridad de Facebook no creen lo mismo: “Nuestros equipos globales trabajan 24 horas al día, siete días a la semana, para revisar el contenido que denuncias y eliminarlo si infringe nuestras normas comunitarias”.

Instagram cuenta desde 2016 con un sistema para filtrar palabras clave desde la propia aplicación y evitar ciertos comentarios ofensivos. Además dispone de un formulario para denunciar imágenes o vídeos que puedan ser objetos de abusos.

Desde Instagram aseguran que “están comprometidos con una comunidad más segura y amable”, algo que pretenden conseguir fomentando redes de apoyo entre diferentes usuarios. Una muestra es la creada por la Alianza Nacional de Enfermedades Mentales de EEUU, que intenta normalizar patologías a menudo invisibles para la mayoría gracias a esta red social.

La importancia de pedir ayuda

Como cuenta la psicóloga de la fundación ANAR, uno de los aspectos más importantes es romper con el silencio de las víctimas. “Normalmente sufren durante un año, los casos se alargan, y tienden a pedir ayuda cuando buenamente se ven con fuerzas de hacerlo”, agrega la psicóloga.

Ante estas dificultades, Gutiérrez asegura que lo importante es avanzar hacia una mayor concienciación para que los afectados decidan poner soluciones. Ya no solo importa la actitud de quien sufre el problema, sino también de todos aquellos que están a su alrededor. “Cualquier persona que pueda ver este tipo de imágenes, ya sea adulto o menor, debe ponerlo en conocimiento para que se puedan tomar las medidas oportunas”, insiste la especialista.

De hecho, Mason habla sobre un estudio de 2017 que analiza la actitud de los padres ante casos de ciberbullying. “Se sorprenden cuando ven que su hijo ha enviado material pornográfico o que su personalidad en redes sociales es muy agresiva”, revela la educadora. Según la profesional, la prevención no pasa por ignorar el problema, sino por “evitar el riesgo de ser víctima o agresor” a través de la educación y conversaciones sobre el acoso escolar.

La línea entre la vigilancia y el derecho a la intimidad es en ocasiones difusa. ¿Cómo hay que mantener la seguridad? “No se trata de espiar sus redes sociales o teléfonos móviles, sino de que ellos puedan consultar las dudas que les puedan surgir”, expresa Gutiérrez. Mientras, Mason también asegura que lo más importante es lograr un “espacio de aceptación”, en el que los hijos puedan “compartir sus experiencias en las redes sociales y buscar apoyo y ayuda”.

Avanzar hacia una mayor concienciación del problema algo que, según el último estudio de ANAR, parece que se está consiguiendo. “Tenemos un mayor número de casos y de llamadas, por lo que hay una mayor visibilidad del fenómeno”, confirma la psicóloga de esta organización.

Para otras especialistas como Deanna Mason todavía queda un largo camino por recorrer. “Estamos lejos de la solución”, considera. Para conseguirlo, la experta sostiene que debemos “aprender y guiar a nuestros hijos en cómo tratar a la gente con respecto y tolerancia”. De esta manera, parece que la mejor prevención pasa, ante todo, por la educación. Según Yanire Gutiérrez, es importante detener un tipo de acoso que “tiene importantes secuelas psicológicas para los menores que lo sufren”.