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Un selfie accidentado en un museo puede costar hasta 200.000 dólares

David Sarabia

“Una serie de instalaciones maravillosas, sobre la media, para hacer el selfie perfecto que haga de Instagram la plataforma perfecta para experimentar todo este espectáculo de alto presupuesto”. La definición que el diario Los Angeles Times dio sobre la muestra del artista Simon Birch, expuesta en la 14th Factory de la misma ciudad, no podía ser más acertada. Aunque ese artículo se escribió en mayo, hace dos semanas un incidente hizo valer el titular con creces.

La 14th Factory, propiedad de Birch y que abrió en marzo después de cuatro años de retrasos, es un espacio que alberga una colección del artista británico y otros 20 artistas más en 14 habitaciones. La instalación Hypercaine presenta varias coronas y objetos expuestos sobre pedestales de distintas alturas, que los vuelve perfectos para causar un efecto dominó si alguien, por accidente o no, empuja una de las columnas. La 14th Factory vivía con el agorero del párrafo del Times, además de la disposición de los podios en la sala. Ya conocen a Murphy: “Si algo puede salir mal, saldrá”.

Una joven se dispone a hacerse un selfie delante de uno de los pedestales. Al agacharse, pierde el equilibro y golpea a la columna, que inevitablemente golpea a la siguiente y así sucesivamente. Es el efecto dominó en todo su esplendor. La tercera ley de Newton manifestándose: acción y reacción. Hypercaine, que ha tardado seis años en ser montada, se desmonta en lo que tarda en pulsarse el botón de disparo de la cámara.

Una caída valorada en 200.000 dólares

Gloria Yu, una de las artistas que exponía junto a Birch, ha dicho a Hyperallergic que “tres esculturas resultaron dañadas permanentemente y otras tienen diferentes grados de daño”. Las coronas, compuestas de elementos como madera, nylon, oro, plata y otros metales, estaban valoradas en 200.000 dólares.

La 14th Factory dice al portal CNet que no está detrás del vídeo. Hay algunas teorías que sitúan al clip, de 35 segundos de duración, como si se tratara de un viral para hacer publicidad de la galería y que así acuda más gente. La persona que lo ha colgado en YouTube dice ser un amigo personal de Birch, y de paso anima a que la gente se pase por la exposición. De momento lleva algo menos de medio millón de visitas.

Hay quien cree que Hypercaine, que estará expuesta hasta finales de este mes, es una colección destinada inevitablemente a que uno se haga selfies en ella, como decía el artículo de Los Angeles Times. Otros piensan que el incidente no hará otra cosa sino atraer montones de público deseoso de tomarse un selfie sin tirar nada.

Cuando los selfies destruyen

La joven que se ha llevado por delante media instalación en Los Ángeles no es la única que, por accidente, ha terminado destruyendo una obra de arte. El pasado febrero, un hombre aplastó una calabaza del artista japonés Yayoi Kusama al intentar hacerse un selfie. La sala fue cerrada al público temporalmente y un trabajador dijo que la hortaliza había sufrido “daños menores”.

Hace algo más de un año, en Portugal, un hombre se encaramó a la estatua del rey Dom Sebastiao para hacerse un selfie. La figura llevaba 126 años en el muro exterior de la estación de tren de Rossio, en Lisboa, pero se rompió cuando el hombre se subió a ella. Aunque huyó de la escena del crimen, la policía terminó cogiéndole y llevándole ante un juez.

En marzo del 2015, dos mujeres tallaron sus iniciales en uno de los muros del Coliseo de Roma. Las dos chicas, de 21 y 25 años, cogieron una moneda y grabaron una J y una N en la piedra centenaria. Después subieron la foto a Facebook. Como en el caso anterior, la policía las detuvo y llevó a juicio. Al final, terminaron pagando una multa de miles de euros.

Mientras tanto, en España, tanto el Museo del Prado como el Thyssen Bornemisza explican a eldiario.es que “ni las fotos ni los palos-selfie están permitidos dentro del museo”. El museo del Prado añade que “si hubiera una agresión, tendría que aplicarse el Artículo IV de la Ley 16/1935 de Patrimonio Histórico. Si no hay intencionalidad y es un accidente, habría que ver si ha habido imprudencia o no”.

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