La digitalización de la vida ha convertido los servicios proporcionadas por un puñado de empresas privadas en infraestructuras críticas para la sociedad. Hay capas de esa infraestructura que son muy visibles, como las herramientas de Google, cuya caída en diciembre de 2020 obligó a media Europa a modificar sus rutinas de trabajo durante unos 45 minutos. Otras no son tan visibles. Ocurre con el armazón físico de Internet (cables submarinos, centros de datos, satélites) que a pesar de ser la única parte de la Red que se puede tocar, están mucho más alejadas de los focos.
Una de las capas más desconocidas de la infraestructura digital son las Redes de Distribución de Contenidos (CDN, por sus siglas en inglés). Al menos lo han sido hasta este martes, cuando una de las compañías que domina el sector ha tenido un fallo y se ha llevado por delante medio Internet, apareciendo en medios de comunicación de todo el mundo y recordando cómo cada vez más aspectos de la vida digital dependen a veces de una sola empresa privada.
Esa compañía es Fastly, fundada hace 10 años y con unos mil empleados. Su servicio consiste en facilitar que cualquier web o plataforma digital llegue igual de rápido a todos los usuarios del mundo, se encuentren donde se encuentren. También en evitar que se generen cuellos de botella durante los picos de tráfico. Lo consigue haciendo fotocopias de esas webs y distribuyéndolas en nodos de todo el mundo, lo que evita que todas las conexiones tengan que pasar necesariamente por los servidores centrales de la empresa en cuestión.
Esto es: el dispositivo de una persona que se conecte desde España con The New York Times seguramente no tendrá que comunicarse con los servidores del periódico en Estados Unidos, sino que consultará la copia exacta que está almacenada en servidores de Madrid a través de Fastly.
De esta forma la conexión es mucho más rápida y la latencia disminuye considerablemente, ya que el intercambio de datos de máquina a máquina no debe recorrer miles de kilómetros a través de cables submarinos sino tan solo unos pocos cientos. A eso es a lo que se denomina CDN, una tecnología “muy desconocida” pero que se ha convertido en “prácticamente obligatoria para cada vez más servicios”, explica Diego Suárez, director de Tecnología de Transparent Edge Services, la única empresa española que ofrece servicios comerciales de CDN.
Según datos de Cisco, en 2022 el 72% del tráfico de Internet pasará por un CDN. En 2018 la cifra era del 56%. El informe se elaboró antes de la pandemia y no incluye el gran crecimiento que gracias a esta tuvieron la mayoría de empresas del sector, como casi todas las que ofrecen servicios digitales.
El problema del que adolece el campo de las CDN es que un puñado muy pequeño de empresas se reparten todo el pastel. Si una de ellas cae arrastra con ella buena parte de la Red, como ha ocurrido este martes con Fastly: miles de webs, entre las que se incluye el propio The New York Times, pero también Le Monde, Financial Times, BBC, El Mundo, Movistar, Cinco Días o Twitch han quedado inaccesibles para los usuarios. Otras como Amazon, El País, Twitter o Google se han visto parcialmente afectadas.
Además de Fastly, las compañías que dominan este desconocido sector son Akamai, la pionera en el negocio, y sobre todo Cloudflare, la más usada. Amazon, con un servicio propio llamado Cloudfront, también está aumentando su cuota de clientes. Según datos de Intricately, estas tres últimas dominan el 89% del mercado. Son las cuerdas de las que cuelga Internet y si una se rompe, toda la Red lo sufre. Un percance similar al sucedido con Fastly este martes le ocurrió en 2020 a Cloudflare y entonces las caídas de servicios también fueron masivas.
“El problema es que formar una CDN es muy complicado porque hay una especie de oligopolio en el que hay unos pocos actores que copan todo el mercado. Resulta muy complicado competir con ellos a nivel mundial, porque son muy grandes, con lo cual montar una CDN de su nivel exige mucho trabajo y mucho dinero”, expone Diego Suárez. Su empresa proporciona servicios a más de 2.000 webs y ha logrado hacerse un hueco en el mercado ofreciendo servicios similares a las multinacionales a precios más reducidos (también es el proveedor de elDiario.es, motivo por el cual este medio no se ha visto afectado por la caída generalizada).
El mercado no lo penaliza: Fastly sube en Wall Street
Fastly ha explicado que el fallo que ha provocado la caída de miles de webs se ha debido a un error en uno de sus nodos. “Una configuración de servicio provocaba interrupciones en nuestros puntos de operaciones a nivel mundial y hemos desactivado dicha configuración”, ha detallado una vez solucionada la incidencia, algo que ha logrado una hora después de que se detectaran los primeros problemas de conexión.
Pese a que la empresa ha llenado portadas de medios de comunicación de todo el mundo debido a un fallo de su servicio, lo cierto es que no ha afectado a su reputación. Al menos de cara a los mercados: Fastly cotiza desde 2019 en Wall Street y este martes su cotización subió un 10%.
La caída de los servicios de Google en diciembre de 2020 tampoco conllevó un golpe a su valoración. Lo mismo ocurrió cuando el error lo tuvo Cloudflare. Pese a que este tipo de incidentes espolean la conversación sobre la concentración de servicios indispensables para la sociedad digital en unas pocas empresas multinacionales, lo cierto es que no han promovido cambios sustanciales. La celeridad con la que estas empresas resolvieron sus problemas y el hecho de que fueran situaciones puntuales ha pesado más que los errores en sí.
“Una caída puntual le puede ocurrir a todo el mundo”, contesta Suárez, de Transparent Edge Services, sobre el fallo de Fastly. “El servicio de CDN es muy transparente porque se nota mucho cuando no está, pero pasa desapercibido el 99,99% del tiempo que sí está disponible para que las webs carguen más rápidas y ágiles y de forma segura”.