Cuando el 4 de enero WhatsApp anunció un cambio en su política de privacidad y empezó a pedir a sus usuarios que la aceptaran mediante un aviso al abrir la aplicación, nadie en las oficinas de Menlo Park (sede de Facebook, dueña de la app) podía intuir que estaban a punto de dar pie a un cambio estructural. Dos semanas después su principal competencia, Telegram y Signal, siguen ocupando el primer y segundo puesto entre las apps más descargadas en los teléfonos Android, los más numerosos del mundo.
Telegram ocupa también el segundo puesto en el caso de los iPhone. Esta app es uno de los servicios digitales más conocidos entre el abanico de alternativas a aquellos desarrollados por las grandes multinacionales digitales. El cataclismo de WhatsApp la ayudó a superar la cifra simbólica de 500 millones de usuarios (WhatsApp tiene unos 2.000 millones) y además dispone de funcionalidades extra como borrar o editar los mensajes en cualquier momento; o los canales, que permiten suscribirse a los contenidos de un emisor en concreto de forma parecida a como se hace en otras redes sociales.
Pero Telegram y Signal no están solas. Hay toda una constelación de servicios independientes del grupo de multinacionales conocidas como GAFAM (Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft) más allá de los servicios de mensajería. Su nicho no solo está en ser alternativas más privadas, sino también en ayudar a reducir la dependencia de estas multinacionales.
Parte del modelo de negocio de las GAFAM se centra en impedir que los usuarios salgan de sus ecosistemas de herramientas dependientes unas de otras, motivo por las que la justicia y los poderes públicos las están investigando por monopolio. Además de las implicaciones en materia de competencia, cuando todos los servicios se concentran en unas pocas manos es más sencillo que una gran parte de la actividad digital de un usuario pueda quedar paralizada ante un ciberataque o una caída del servicio, como ocurrió con las herramientas de Google que quedaron inactivas en noviembre de 2020 y provocaron un pequeño frenazo en la vida digital mundial.
Puntos a seguir para buscar herramientas alternativas
¿Cómo encontrar herramientas alternativas a las de estas gigantescas multinacionales? “Sería conveniente empezar haciendo un repaso de las apps que tenemos en nuestros móviles y comprobar si existe una app ética que cumpla la misma función”, explica Manuela Battaglini, abogada especializada en Ética de datos y directora de Transparent Internet.
"Sería conveniente empezar haciendo un repaso de las apps que tenemos en nuestros móviles y comprobar si existe una app ética que cumpla la misma función"
Hay dos puntos a seguir en esta búsqueda. Uno de ellos es la privacidad, la cantidad de datos del usuario que recolecta cada servicio. Aunque la privacidad ha pasado a ser una estrategia comercial más con la que incluso compañías como Apple intentan sacar ventaja sobre la competencia, es un buen punto de partida para encontrar herramientas alternativas.
La privacidad como modelo de negocio es la base de todos los buscadores que compiten con Google, por ejemplo. Algunos de los más recomendados son DuckDuckGo, un motor de búsqueda privado con sede en EEUU y que también se benefició de la implosión de WhatsApp, colocándose como tercera app más descargada del mundo; y StartPage, que opera sobre el motor de búsqueda de Google pero añadiendo una capa que impide el rastreo publicitario.
Pero incluso más importante que ofrecer un servicio más privado, está el hecho de ser herramientas basadas en código abierto. Esto significa que cualquier persona puede abrir su capó y echar un vistazo a su código para comprobar cómo funcionan. Emplear código abierto es una garantía de seguridad para el usuario para saber que no se implementarán funciones ocultas con objetivos desconocidos. Es una práctica contraria a las que emplean las GAFAM, cuyos servicios son a menudo denominados como “cajas negras” debido a que no es posible fiscalizar sus algoritmos.
Todas las herramientas de la fundación Mozilla siguen este principio, como Firefox. Este navegador es, junto a Telegram, una de las opciones que han presentado batalla durante años a los servicios de las multinacionales digitales, llegando a superarles en cuota de usuarios en algunos períodos. No obstante, en los últimos tiempos otro navegador basado en código libre, Brave, aparece junto a él entre las recomendaciones de los especialistas, así como Onion, que permite usar la red Tor en teléfonos iPhone.
Una de las dificultades a la hora de encontrar servicios digitales alternativos es que tienen pocos nexos entre ellos, al contrario que los que ofrecen las GAFAM, muy interconectados con el resto de sus ecosistemas. No obstante también existen algunos puertos seguros que ofrecen garantías de origen, como la propia fundación Mozilla, con una larga trayectoria en el desarrollo de herramientas alternativas como Firefox o el cliente de correo electrónico ThunderBird.
Otra de las que intenta convertirse en un núcleo de varias herramientas es Proton Technologies, que sostiene el servicio de correo electrónico ProtonMail, considerado uno de los más privados y seguros del mundo. Establecida en Suiza y creada por tres científicos del CERN como reacción a las revelaciones de cibervigilancia masiva de Edward Snowden, esta empresa está probando también un servicio de almacenamiento en la nube y uno de calendario. “Todas las herramientas Proton prometen muchísimo, y recomiendo a todo el mundo que empiece a usarlas”, expone Manuela Battaglini.
Entre los servicios de almacenamiento en la nube ya consolidados que se basan en código abierto se encuentra, por ejemplo, OwnCloud, recomendado por la Agencia Española de Protección de Datos.
Alternativas no excluyentes
El uso de estas herramientas no es excluyente con el de otras más mayoritarias. Compaginar varias aplicaciones con funcionalidades parecidas ayuda a reducir la dependencia de un solo servicio. También ayuda a consolidar aquellas que requieren que el resto de usuarios también realice una migración, como las redes sociales o las propias Signal y Telegram.
“Hay que ver las cosas paso por paso. Si nunca hubieras tenido Internet y yo te dijera hoy que te tienes que abrir una cuenta de email, una de Facebook, una de Twitter, y tienes que tener el DNI electrónico... te abrumaría. Pero eso ya lo has hecho. ¿Y cómo lo has hecho? Pues paso a paso. Todo depende de los hábitos: una vez que formas un hábito se convierte en lo más fácil del mundo”, recomendaba en una reciente entrevista con este medio Carissa Véliz, profesora de Oxford y autora de Privacy is Power.