El sistema de reconocimiento facial de la policía de Londres se equivoca en el 80% de los casos al señalar sospechosos
La policía metropolitana de Londres lleva grabando a los ciudadanos desde hace tres años. En el verano del 2016 decidieron usar la tecnología de reconocimiento facial por primera vez en el Carnaval de Notting Hill y desde entonces han llevado a cabo un total de 10 pruebas. Ahora, un estudio independiente realizado por la Universidad de Essex (Reino Unido) y al que han tenido acceso The Guardian y Sky News revela que no funciona: más del 80% de los sospechosos señalados por la tecnología resultaron no ser la persona que se buscaba.
Mientras que la Scotland Yard sostiene que su sistema solo se equivoca en 1 de cada 1.000 sospechosos, los investigadores Pete Fussey y Daragh Murray rechazan la cifra amparándose en sus propios experimentos: han tenido acceso a 6 de los 10 sistemas de prueba repartidos por todo Reino Unido descubriendo que, de 42 alertas de coincidencia, la máquina solo había acertado en 8 casos.
El sistema de reconocimiento facial de la policía falló el 81% de las veces que identificó a alguien como sospechoso. Además, en 4 de esos 42 casos las personas señaladas por el algoritmo se perdieron poco después entre la multitud, haciendo imposible para los agentes saber si de verdad se trataba de un delincuente o de otro falso positivo más. “Estamos bastante decepcionados con el tono negativo y desequilibrado del estudio”, se quejan desde Scotland Yard.
Fussey y Murray fueron autorizados por el cuerpo policial a analizar los resultados de los test colocados en varias localizaciones de la ciudad como el Soho, Romford y en el centro comercial Westfield, situado en Stratford. Alertan sobre todo de que la tecnología, al encontrarse situada en lugares públicos, identifica a personas de forma aleatoria que no tienen por qué estar, necesariamente, fichadas por la policía.
Tu cara vs. una “lista de vigilancia”
Según explican los agentes en su página web, el sistema de reconocimiento facial “analiza las caras de la gente en la lista de vigilancia”. Como el algoritmo aún no es adivino, no sabe si esas personas tendrán a bien salir a la calle el día que el sistema se encuentre activo (recordemos que aún está en pruebas), así que graba a todos los ciudadanos que pasan por delante de la cámara. El objetivo mide la estructura de la cara, la distancia entre los ojos, la boca, la nariz, la mandíbula y las orejas y después genera una huella digital con esos datos.
Después coteja los patrones con los existentes en la lista de vigilancia y detecta si alguno coincide. En el caso de que coincida, el oficial de policía da el alto al sospechoso y le explica los motivos. Los investigadores sostienen que esto es difícilmente justificable bajo el paraguas de los derechos humanos y que la tecnología entra en conflicto con todas las leyes sobre privacidad, libertad de expresión y el derecho a la protesta del mundo.
La policía metropolitana no es la única que usa el software de la multinacional japonesa NEC, ya que también funciona en casinos y centros comerciales. En otras ciudades del Reino Unido como Manchester, Leicester y Gales del Sur se lleva poniendo en práctica desde hace varios años. Es la misma tecnología utilizada en algunas tiendas para analizar la cara de los consumidores y conocer así su edad, si se trata de un hombre o una mujer e incluso su estado de ánimo. “Es altamente posible que el método utilizado por la Scotland Yard fuera declarado ilegal en los tribunales”, dicen los conductores del estudio.
Si te niegas, pagas
“Creemos que los ciudadanos esperan absolutamente que usemos métodos innovadores para luchar contra el crimen y hacer de Londres una ciudad más segura”, se defienden desde el cuerpo policial tras la publicación del informe. En mayo, un hombre denunció a la policía de Gales del Sur por grabarle sin permiso mientras compraba en un centro comercial de Cardiff.
También hace dos meses, otro hombre fue multado en Londres por negarse a descubrir su cara ante el sistema de reconocimiento facial. Los agentes tienen la obligación de señalizar que la zona está siendo videovigilada, así que el señor, cuando fue a pasar por allí, se subió el jersey dejando a la vista solo sus ojos.
Los agentes de la Scotland Yard le pararon y, tras discutir durante un buen rato, le terminaron acusando de desórdenes públicos y le pusieron una multa de 90 libras (100 euros).