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CLAVES

Telegram, la “app segura” que la Audiencia Nacional considera un foco de piratería

“Telegram es una aplicación de mensajería enfocada en la velocidad y seguridad”. Así se autodefine la plataforma que, con 900 millones de usuarios en el mundo, es la segunda más usada tras WhatsApp. Para ocupar ese lugar Telegram ha basado su crecimiento en dos pilares: la privacidad y la eficiencia de su sistema para cargar archivos y acceder a ellos desde cualquier dispositivo. Son los dos aspectos que la han puesto en el ojo del huracán en España, después de que la Audiencia Nacional haya ordenado su cierre cautelar por albergar contenidos protegidos con derechos de autor.

La decisión ha sido adoptada por el juez Santiago Pedraz a raíz de una denuncia de Mediaset, Antena 3, Movistar y la Entidad de Gestión de Derechos de los Productores Audiovisuales Egeda, quienes acusan al sistema de mensajería de estar sirviendo para redistribuir sus contenidos sin su permiso. La falta de colaboración de Telegram con el juez ha desatado la orden de cierre, una medida inédita en Europa.

Telegram tiene unos 8,5 millones de usuarios en España. Un 18% de los usuarios de Internet la utiliza, recoge una reciente encuesta de la CNMC. Según datos de Statista, un 26% de sus usuarios la abren varias veces al día y un 28%, al menos una. Sin embargo, su uso como plataforma de descarga ilegal de archivos no es ni mucho menos mayoritaria ni lo que la ha convertido en una app popular.

Pese a ello, la eficiencia a la hora de subir contenidos y permitir el acceso a ellos es una de sus señas de identidad. La propia app presume de sus “poderosas opciones para compartir archivos”: “A diferencia de WhatsApp, Telegram es mensajería basada en la nube con sincronización constante. Como resultado, puedes acceder a tus mensajes desde diferentes dispositivos a la vez, incluyendo tablets y computadoras, y compartir un número ilimitado de fotos, videos y archivos (doc, zip, mp3, etc.) de hasta 2 gigas cada uno”, explica la propia app.

Esto se une a su robusto cifrado, tanto de las conversaciones como de los propios archivos, y a su “política de privacidad revolucionaria”. Esta se basa en evitar las prácticas de las plataformas estadounidenses, que dejan agujeros de seguridad por los que se cuelan los servicios de seguridad del país —tal y cómo reveló Edward Snowden— y tampoco basar su negocio en extraer datos personales para la publicidad.

“Pensamos que los dos componentes más importantes de la privacidad en internet deberían ser: 1) Proteger tus conversaciones privadas de terceras partes curiosas, como funcionarios, empleados, etc. 2) Proteger tus datos personales de terceras partes, como vendedores, anunciantes, etc.”, explican.

La app cierra el círculo avisando que no considera los derechos de autor como una justificación legítima para entrometerse en las conversaciones privadas. “Todos los chats y grupos en Telegram son privados entre sus participantes. No procesamos ninguna solicitud relacionada a ellos”, explica la app en su apartado sobre reclamaciones de copyright.

Evitar la censura

Pese a que esta serie de herramientas pueden tener una utilidad muy clara para la piratería, no es eso lo que ha entronado a Telegram como la app de mensajería más usada del mundo por detrás de WhatsApp.

Telegram fue fundada en el verano de 2013 por Pável Dúrov, un joven de 29 años que por aquel entonces ya era multimillonario tras haber fundado y vendido VK, el Facebook ruso. Pero la historia de Dúrov no es como la de los emprendedores de Silicon Valley que se hacen multimillonarios con la tecnología.

Dúrov se había visto obligado desprenderse a VK por amenazas del Kremlin, que poco después también lo forzaría a exiliarse. El Gobierno de Vladímir Putin había intentado acceder a datos personales de activistas ucranianos, pero Dúrov y su equipo se negaron. La respuesta fue ceder el control de la red social o enfrentarse a las consecuencias.

Lo ocurrido con VK fue decisivo para el desarrollo de Telegram. Tanto Dúrov, que hoy tiene 40 años y se considera apátrida, como para su equipo de desarrolladores procedentes de la Universidad de San Petersburgo que también se vieron obligados a dejar Rusia, se propusieron que a Telegram no pudiera ocurrirle lo mismo que a VK. Forjaron la app de mensajería como una opción segura para las telecomunicaciones y con una moderación mucho más laxa que la del resto de redes sociales mayoritarias. Su sede está en Dubái.

Eso es lo que ha catapultado Telegram por todo el mundo como una opción predilecta para los activistas, pero también para grupos extremistas que la utilizan como lugar seguro donde organizarse o compartir información. La aplicación es habitualmente criticada por sus canales de contenido nazi o por albergar pornografía infantil. Fue, por ejemplo, el medio que utilizaron los convocantes de las protestas neonazis que se dieron durante la pandemia.

Recientemente, Dúrov se ha negado a bloquear los canales de Hamás, vetados en el resto de plataformas. “Hamás utilizó Telegram para advertir a los civiles de Ashkelon de que abandonaran la zona antes de sus ataques con misiles. ¿Cerrar su canal ayudaría a salvar vidas o pondría en peligro más vidas?”, expresó su fundador en un reciente mensaje a sus seguidores. “Siempre es tentador actuar por impulsos emocionales. Pero este tipo de situaciones complejas requieren una reflexión profunda que también debe tener en cuenta las diferencias entre las plataformas sociales”, continuaba.

Ahora, el juez Pedraz acusa a la plataforma de estar cobijando también contenidos protegidos con derechos de autor sin permiso de sus propietarios y ha ordenado su cierre cautelar en España. elDiario.es se ha puesto en contacto con Telegram para incluir su posicionamiento en esta información, pero aún no ha recibido respuesta.

Cómo gana dinero Telegram

Telegram no es rentable. Se mantiene gracias a la fortuna de su equipo fundador y donaciones. Sin embargo, desde hace dos años la principal prioridad de la plataforma es convertirse en un servicio sostenible.

Según explica Dúrov, están cerca de conseguirlo. Sus dos principales vías de ingreso son los mensajes patrocinados, que son anuncios que aparece en algunos canales públicos; y las suscripciones premium, que permite a los usuarios desbloquear funciones adicionales exclusivas.

Quizá no reporten demasiado dinero, pero la clave de Telegram es no necesitar demasiado. “Millones de personas se han registrado y compartido contenidos en Telegram en la última hora, mientras Instagram y Facebook estaban caídos”, presumía Dúrov hace dos semanas, durante el último gran fallo en el servicio de estas redes. “Curiosamente, Telegram es más fiable que estos servicios, a pesar de gastar varias veces menos en infraestructura por usuario. También tenemos unas 1000 veces (¡!) menos empleados a tiempo completo que Meta”.

Según el Financial Times, Telegram solo tiene a unos 50 trabajadores a tiempo completo para dar servicio a sus 900 millones de usuarios. Quizá uno de los motivos de su falta de colaboración con la justicia, que se ha repetido en otros lugares del mundo: en 2023, un juez brasileño ordenó su cierre en el país por no colaborar con la investigación de los grupos de ultraderecha que asaltaron Brasilia.

Otras aplicaciones seguras

Telegram es la aplicación de mensajería segura más reconocida, pero no la única y tampoco la más segura. Signal, la app que recomienda el propio Edward Snowden, conocida por su sólido compromiso con la seguridad y la privacidad del usuario. Su desarrollo está respaldado por una organización sin fines de lucro llamada Signal Foundation.

Uno de los principales promotores de Signal comparte cierto bagaje con Dúrov. Se trata de Brian Acton, cofundador de WhatsApp, que abandonó esta empresa después de desavenencias con Mark Zuckerberg respecto a la privacidad de sus usuarios. Actualmente es el presidente ejecutivo de Signal.

Otras opciones son Threema, una app europea basada en la privacidad y el anonimato total (aunque de pago) o Wire, que ofrece una variedad de funciones, que incluyen mensajería de texto y voz, videollamadas, uso compartido de archivos y conferencias. Como Signal y Threema, Wire también es de código abierto.

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