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Un equipo ibérico halla los primeros registros de carcarodontosaurios en el norte

Un equipo ibérico halla los primeros registros de carcarodontosaurios en el norte
Lisboa —
27 de julio de 2020 11:28 h

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Lisboa, 27 jul (EFE).- El Lusovenator, “cazador de Lusitania”, vivió hace 145 millones de años. Es una nueva especie descubierta por paleontólogos españoles y portugueses y supone el registro más antiguo de la existencia en el hemisferio norte de los carcarodontosaurios, uno de los mayores depredadores conocidos.

La nueva especie fue catalogada a partir de los restos de dos ejemplares, un joven y un adulto, encontrados en dos yacimientos al norte de Lisboa, separados por 25 kilómetros: la playa de Valmitão, en Lourinhã, y la de Cambelas, en Torres Vedras.

Hasta ahora, la última referencia de la presencia de estos carnívoros en el hemisferio norte era en el Cretácico Inferior (hace 130 millones de años), pero el hallazgo desvela que ya lo habitaron durante el Jurásico Superior, unos 15-20 millones antes de lo que se conocía hasta el momento.

El nombre completo del dinosaurio es “Lusovenator Santosi”: Lusovenator significa cazador de Lusitania, mientras que Santosi es un homenaje a José Joaquim dos Santos, el aficionado que puso al grupo de investigadores de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) de España y de la Universidad de Lisboa tras la pista del dinosaurio.

Los paleontólogos Fernando Escaso, de la UNED, y Elisabete Malafaia, de la Universidad de Lisboa, explican a EFE lo que ha supuesto un trabajo de casi 20 años desde que se empezaron a estudiar los fósiles hasta que se catalogaron definitivamente como nueva especie.

Pese a que tardaron en saberlo, siempre sospecharon que podían estar ante algo nuevo: “Fuimos conscientes hace unos años. Sabíamos que algo raro tenía este ejemplar. Tenía caracteres que compartía con formas que ya se conocían, pero otros que nos decían que algo distinto aparecía”, afirma Escaso.

“En la zona de la cola, donde salen unas vértebras, ya se vieron una serie de estructuras laminares que recorrían las vértebras que no aparecían en otros taxones ni de Europa ni de África. Y luego en la zona de la pelvis aparecía una cresta, que no aparecía tampoco en ningún registro conocido”, señala.

Para lamento de los descubridores, no se ha podido hallar el esqueleto completo, cuenta Malafaia: “Infelizmente solo partes. No es común que se descubra el esqueleto completo. Está bien, no está completo pero está bastante bien”, asegura.

Concretamente, de un ejemplar se encontraron varias vértebras y elementos de la pelvis, y del otro un pie prácticamente completo y una secuencia de vértebras.

En lo que se refiere a su tamaño, estiman que el ejemplar juvenil podría rondar los 3 metros, mientras que el adulto unos 6-7, lo que sería un tamaño medio para un grupo como el de los Carcarodontosaurios.

“Esto no implica que el Lusovenator tenga ese tamaño máximo, es un reptil, podría crecer y no sabemos qué tamaño podría alcanzar. No lo sabremos hasta dentro de un tiempo si encontramos más material”, advierte Escaso.

Quedaría en principio, eso sí, muy lejos del tamaño de otros dinosaurios del grupo como el Giganotosaurus argentino o el Carcharodontosaurus de África, “dos bestias” según el paleontólogo español.

Sobre las ilustraciones que han difundido del Lusovenator, Malafaia avisa de que son meras “aproximaciones”: “son simplemente un intento de representar cómo sería el aspecto”, mientras que Escaso afirma que siempre se permiten ciertas licencias sobre todo en lo que a colores se refiere.

En la península ibérica ya había representación de este grupo con el Concavenator, siendo un grupo bastante conocido en España sobre todo en periodos más recientes, en el Cretácico.

Una península que, señala Escaso, está caracterizada por la riqueza de sus yacimientos, los cuales “permiten reconstruir cómo han ido evolucionando los ecosistemas con dinosaurios en distintos periodos de tiempo”.

El investigador de la UNED destaca por encima de todos “Las Hoyas en Cuenca (donde se descubrió al Concavenator), los niveles de Morella en Castellón, el Pirineo, el norte de Burgos y la Comunidad Valenciana”.

Nacho Ballesteros

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