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La Unión Europea busca “el rastro” de Bluesky tras la explosión de usuarios

Captura de la portada de la cuenta de la red social Bluesky.

Irene Castro / Carlos del Castillo

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El boom de la red social Bluesky a raíz de la victoria de Donald Trump, que ha llevado a millones de usuarios a abandonar X (antes Twitter) para marcar distancias con el magnate Elon Musk, ha pillado con el pie cambiado a la Unión Europea en la aplicación de la Ley de Servicios Digitales, que regula los contenidos digitales poniendo límites y obligaciones a las plataformas. La Comisión Europea admite que no tiene a Bluesky en el radar.

La ley de servicios digitales entró en vigor en febrero de este año. A partir de entonces, las plataformas digitales que operan en Europa, tengan el tamaño que tengan, tienen que cumplir una serie de requisitos para poner freno a los contenidos ilícitos, controlar los algoritmos y mejorar la moderación. Pero hay unos básicos a los que Bluesky ni siquiera ha llegado: la obligación de publicar el número de usuarios en la UE y el lugar en el que está legalmente establecida.

En pleno apogeo del 'Twitter anti-magnates', Bruselas ha pedido a las autoridades nacionales que se encargan de la aplicación de la normativa que aporten información. “La Comisión [Europea] ha enviado una solicitud a todos los coordinadores de Servicios Digitales pidiéndoles que investiguen a nivel nacional si pueden encontrar algún rastro de Bluesky”, afirmó el portavoz de economía digital, Thomas Regnier.

La UE no tiene siquiera el contacto del representante legal de la compañía. “El primer paso es intentar encontrar uno, si es que existe. Y esto será ahora responsabilidad de los 27 estados miembros con sus coordinadores de Servicios Digitales nacionales”, agregó Regnier, que explicó que no es por el momento una competencia de la Comisión Europea, a quien corresponde la vigilancia de las grandes plataformas, como X, Meta, TikTok o Google, que tienen más de 45 millones de usuarios.

“Si seguimos teniendo problemas para averiguar dónde está establecido legalmente Bluesky, también podemos ponernos en contacto con Bluesky y pedirles más información. Aún no hemos llegado a esa fase de intercambio bilateral con Bluesky directamente”, remató el portavoz comunitario.

Crecimiento exponencial

Bluesky es una red de funcionamiento y apariencia muy similar al Twitter previo a la compra de Elon Musk. Tras un año en pruebas, durante el cual solo era posible el registro bajo invitación, salió al mercado en febrero de este año. Había ido ganando usuarios poco a poco, en su mayoría desencantados con las prácticas que el dueño de X ha impuesto en su plataforma, hasta que el propio Musk ha hecho que su cuenta de miembros se dispare.

Han sido las polémicas del empresario de origen surafricano las que han provocado las mayores oleadas de registros en Bluesky. La primera ocurrió cuando Musk se negó a colaborar con la justicia brasileña en una investigación contra la desinformación, oposición que derivó en su cierre en el país. Unos tres millones de brasileños volaron entonces a Bluesky.



La segunda es una consecuencia de cómo Musk convirtió X en un altavoz de la campaña de Donald Trump. Desde que el republicano ganó las elecciones Bluesky ha doblado su número de usuarios. De los 10 millones con los que terminaba octubre a los más de 22,5 millones con los que cuenta actualmente.

elDiario.es ha preguntado a Bluesky por sus planes sobre la apertura de una posible sede en la UE y las declaraciones de los responsables comunitarios, pero no ha recibido respuesta al cierre de esta información. Según ha informado su CEO, la ingeniera Jay Graber, Bluesky actualmente cuenta con 20 trabajadores. Su sede fiscal se encuentra en Seattle, en el estado de Washington (EEUU).

La plataforma nació a instancia del fundador de Twitter, Jack Dorsey, que se revolvía contra el poder que los inversores habían logrado en la toma de decisiones sobre la usabilidad de su red social.

Una salvación para Twitter convertida en competencia

“Bluesky fue inicialmente un proyecto puesto en marcha por Jack Dorsey cuando era CEO de Twitter en 2019. Jack eligió a Jay para dirigir Bluesky, y Twitter pagó a Bluesky para construir un protocolo social abierto para la conversación pública del que algún día Twitter podría convertirse en cliente”, explica la compañía.

El plan inicial era que Bluesky construyera un protocolo tecnológico descentralizado que Twitter y el resto de redes sociales pudieran usar para dar a los usuarios el poder sobre sus datos. Pero eso se torció cuando Musk compró Twitter, momento en el que ambas cortaron lazos.

Bluesky lanzó entonces su propia red social, sin publicidad y basada en su protocolo descentralizado. Está registrada como una Public Benefit Corporation, una empresa de beneficio público que además de buscar su rentabilidad, está legalmente obligada a trabajar por el bien común. Es una figura que no tiene un equivalente directo en el contexto europeo que pone al mismo nivel el beneficio público que el de los accionistas de la empresa.

Hasta ahora se ha financiado a través de subvenciones e inyecciones de capital de sus inversores. En su última ronda de financiación entró como inversor principal el fondo Blockchain Capital, especializado en criptomonedas y proyectos relacionados con este tipo de activos.

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