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The Guardian en español

La ley sobre el Holocausto en Polonia desata una ola de odio contra el museo de Auschwitz

Imagen de archivo del campo de concentración de Auschwitz.

Christian Davies

Oświęcim —

Los miembros del museo y memorial Auschwitz-Birkenau han sufrido lo que ellos describen como una ola de “odio, noticias falsas y manipulaciones” como resultado de la polémica que rodea una discutida ley sobre el Holocausto aprobada a principios de este año por el Partido Ley y Justicia, actualmente en el Gobierno de Polonia.

La campaña de desinformación y abuso a manos de los nacionalistas polacos suscita la preocupación sobre la presión que sufren los guías oficiales en el museo, situado al sur de Polonia. Un guía extranjero sufrió un ataque en su casa y los defensores de un antisemita condenado se grabaron a sí mismos el mes pasado hostigando continuamente a su guía durante una visita al campo de concentración.

La legislación, concebida en parte como una forma para impedir que se llame a las instalaciones levantadas por los invasores alemanes de Polonia 'campos de la muerte polacos', criminaliza la falsa imputación al Estado y la nación polacos por la complicidad en los crímenes cometidos por la Alemania nazi durante el Holocausto. La normativa ha desencadenado un fuerte rechazo en Israel y otros lugares, ya que preocupa que pueda ser utilizada para restringir la discusión pública del pasado de Polonia en la guerra.

A su vez, esto ha provocado una reacción airada de los medios de comunicación polacos nacionalistas y afines al Gobierno. Muchos de estos medios acusan al museo –encargado de gestionar el campo, llevar a cabo investigaciones históricas y dar formación y licencias a guías oficiales– de restar importancia de forma deliberada al destino de los aproximadamente 74.000 prisioneros polacos que fallecieron en el campo al centrarse exclusivamente en las víctimas judías.

El mes pasado, el hermano del director del museo publicó un emotivo mensaje en Facebook denunciando los “50 días de odio incesante” dirigido contra su hermano, Piotr Cywinski. “Durante 12 años ha trabajado en uno de los lugares más terribles del mundo, en un despacho con vistas al patíbulo y a un crematorio”, escribió. “Decenas de artículos publicados en páginas web inmorales, centenares de cuentas de Twitter, miles de tuits similares, obscenidades, memes, amenazas, calumnias y denuncias. Es suficiente para ponerte enfermo”.

“El daño colateral de la disputa es que Auschwitz se ha convertido en objetivo”, dice Pawel Sawicki, que gestiona las redes sociales del museo. “Hay gente que dice que no le han dejado entrar con una bandera de Polonia, que afirma que la memoria de los polacos no está representada y que el museo es antipolaco. Todo eso es falso y teníamos que responder”.

El museo se ha mostrado cada vez más tajante en sus desmentidos y participa de forma regular en discusiones en Twitter y publica una larga lista de afirmaciones falsas que se han realizado sobre el museo y que varían desde el asunto de las banderas de Polonia a la acusación de que la institución no invitó a antiguos prisioneros polacos a una ceremonia en enero para conmemorar la liberación del campo.

En febrero, un diario conservador publicó una carta abierta al ministro polaco de Cultura en la que el autor afirma que cuando desafió a un guía que, según él, se había negado a reconocer que todos los guardias de las SS en Auschwitz eran alemanes, la institución llamó a la policía. Una investigación interna concluyó que todo el supuesto incidente era falso.

“No nos metemos en política”, señala Sawicki. “Pero por respeto a todas las víctimas, tenemos la obligación de defender la memoria y la historia de este lugar y de protegerlo de cualquier intento de utilizarlo o explotarlo”.

Una de las afirmaciones clave de la campaña contra el museo es que ha estado formando a los guías oficiales para promover “relatos extranjeras” que muchos nacionalistas y afines al Gobierno consideran que son hostiles por naturaleza al punto de vista polaco.

En febrero, el responsable de los colegios en la región en la que está Auschwitz afirmó que solo se debería permitir trabajar como guías a los polacos y que deberían recibir la licencia del Instituto de Conmemoración Nacional de Polonia, un organismo estatal percibido por muchos como una herramienta utilizada por el Gobierno para imponer su discurso histórico favorito.

“En Polonia reinan los relatos extranjeros, no los polacos. Es hora de frenar eso”, escribió Barbara Nowak, que hasta el año pasado ejerció como concejal del Partido Ley y Justicia.

En marzo, la casa de un guía italiano de Auschwitz en la cercana ciudad de Cracovia fue atacada con grafitis de 'Polonia para los polacos' y 'Auschwitz para guías polacos'. Además, los autores pintaron una estrella de David con una esvástica en la puerta.

El ataque se produjo tras una visita a Auscwitz de Piotr Rybak, un político nacionalista condenado en 2015 por quemar una efigie de un judío ortodoxo en la ciudad de Breslavia, al suroeste del país. Un vídeo en YouTube muestra a Rybak y a un grupo de seguidores envueltos en banderas polacas rodeando y molestando en repetidas ocasiones a su guía oficial, al que acusan de mentir sobre el destino de los polacos en el campo.

Los críticos destacan que una alianza política tácita entre los círculos ultraderechistas y el Gobierno nacionalista de Polonia han complicado las cosas para el museo, que responde ante el Ministerio de Cultura de Polonia.

Un portavoz del museo sostiene que la visita de Rybak fue un incidente aislado y que no está al tanto de otros guías que hayan sufrido acoso de miembros del público en los últimos meses. Sin embargo, un guía cuestiona esa versión de los hechos y expresa su preocupación ante la actitud de las autoridades del museo que, según él, están minimizando la presión que sufren los guías por miedo a generar más controversia política.

“La directiva tiene demasiado miedo del Gobierno y los guías tienen demasiado miedo a perder su trabajo como para denunciar las provocaciones que han sufrido”, sostiene el guía, que prefiere no dar su nombre.

En los últimos años, varios directores de muesos en Polonia han perdido su trabajo o sufrido presiones de páginas web de derechas y de políticos del partido gobernante. El año pasado, el director de un nuevo museo sobre la Segunda Guerra Mundial en la ciudad báltica de Gdansk fue destituido tras una larga y dura batalla legal. El ministro de Cultura ha cuestionado recientemente en público la postura del director del Museo de Historia de los Judíos Polacos de Varsovia, cuyo mandato está sujeto a renovación el año que viene.

Pero Wladyslaw T. Bartoszewski, historiador y experto en relaciones polaco-judías cuyo padre fue prisionero en Auschwitz y posteriormente sirvió como presidente del Consejo Internacional de Auschwitz, señala que es extremadamente improbable que el Gobierno consienta un intento de destituir a Cywinski, director del museo de Auschwitz.

“No tengo dudas de que hay miembros del Gobierno que quieren destituir a Cywinski y algunos que pueden ser lo suficientemente imprudentes como para intentarlo”, asegura el historiador. “Pero tiene mucho apoyo de ambos bandos. Es prácticamente intocable”, añade.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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