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The Guardian en español

Jo Cox, la promesa del Partido Laborista cuya vida terminó antes de tiempo

La diputada laborista Jo Fox, que fue asesinada este jueves, en una imagen del 6 de junio.

Heather Stewart

Cada año, Jo Cox y su esposo Brendan celebraban el solsticio de verano en su casa de campo con más de 100 invitados acompañados por sus correspondientes familias. La reunión de este año estaba programada para este fin de semana, unos días antes del cumpleaños de la diputada.

En lugar de los preparativos de la celebración, un comunicado solemne de Brendan Cox anunciaba ayer que él y los dos hijos pequeños de la pareja estaban padeciendo “el comienzo de una nueva etapa de sus vidas”: “Una etapa más difícil, más dolorosa, menos alegre y con mucho menos amor”.

Jo Cox, que este miércoles habría celebrado su 42 cumpleaños, era una estrella en ascenso dentro del Partido Laborista y una de las parlamentarias más prometedoras de la camada 2015.

Cox se crió en Heckmondwike (West Yorkshire) junto a su madre Jean, secretaria en una escuela, y a su padre Gordon, empleado en Leeds de una fábrica de pasta de dientes y laca para el pelo. Asistió a una selecta escuela secundaria de la localidad y se ganó un lugar en Cambridge.

En una reciente entrevista con el periódico The Yorkshire Post dijo: “En verdad no crecí siendo política o laborista. Es como que surgió cuando estuve en Cambridge, donde me di cuenta de que sí importaba el lugar en que habías nacido y cómo hablabas… que sí importaba a quién conocías. Yo no hablaba muy bien ni conocía a las personas adecuadas. Me pasaba los veranos empaquetando pasta de dientes en la misma fábrica en que trabajaba mi padre cuando todos los demás se tomaban un año sabático. Para ser sincera, la experiencia en Cambridge para mí fue un golpe que duró unos cinco años”.

Cox siguió su carrera como cooperante en países en desarrollo y se convirtió en responsable de políticas en Oxfam. Según Max Lawson, el actual responsable de políticas de la ONG y antiguo compañero de trabajo de Cox, “Jo era una activista de la justicia social comprometida y brillante, que con una energía y una bondad infinitas hizo una gran contribución en Oxfam”.

El ex director ejecutivo de la ONG Save the Children y asesor del Partido Laborista Justin Forsyth fue quien le dio a Cox su primer gran trabajo en Oxfam. En un programa del Channel 4 la describió como “una de las mejores entre las mejores”, alguien a quien “todos echarán de menos dentro del mundo del desarrollo y la ayuda humanitaria”.

Durante una campaña por la salud de mujeres y niños, Cox también había trabajado como asesora de Sarah Brown, esposa del ex primer ministro laborista Gordon Brown.

Referente en la lucha feminista

Además de hacer campañas por causas humanitarias y de desarrollo, Cox tenía un ávido interés en los temas de política social, entre ellos el futuro del bienestar social.

También era una feminista comprometida. Llegó a dirigir Labour Women’s Network, una organización que lucha por aumentar el número de mujeres en el parlamento con medidas concretas, como la capacitación. “Para nosotros fue un orgullo haberla conocido y hacer campaña junto a ella y trabajaremos sin descanso para mantener viva su memoria”, dicen en la ONG.

El esposo de Jo Cox, Brendan, trabajó como asesor de Gordon Brown en políticas de desarrollo cuando el Partido Laborista estuvo en el gobierno. Hasta hace poco, ocupaba un cargo ejecutivo en Save the Children.

La pareja tuvo dos hijos, un niño y una niña, Cuillin y Lejla. Cuando estaban en Londres, su hogar era una embarcación en el río Támesis. Algunos amigos describían con cariño su estilo de vida como “excéntrico”. “Tenían un corazón hippy”, decían otros.

Según algunos conocidos, las elecciones del año pasado no llegaron en el mejor momento, pero la oportunidad de ocupar el escaño por Batley y Spen, el lugar donde había crecido Cox, parecía una oportunidad demasiado buena como para desaprovecharla. Mientras hacía campaña por la candidatura, sus padres ayudaron a la pareja ocupándose de los hijos.

Tras poco más de un año en el parlamento, la diputada Cox había empezado a hacerse un nombre como una luchadora sin miedo a enfrentarse a los dirigentes de su propio partido. Entre sus destacadas intervenciones, se incluye el debate sobre el apoyo del Partido Laborista a una acción militar en Siria.

Cox fue la presidenta del grupo parlamentario “Amigos de Siria”. Mientras el líder de su partido, Jeremy Corbyn, se oponía firmemente a la acción militar, ella firmaba un artículo junto al conservador Andrew Mitchell (ex secretario de la agencia de desarrollo internacional). En el periódico The Observer argumentaron que la intervención tenía una poderosa justificación humanitaria: “No hay nada de ético acerca de quedarse a un lado mientras los civiles mueren asesinados o mutilados. No había excusa cuando ocurrió lo de Bosnia o lo de Ruanda y no la hay ahora”. Cuando llegó el momento de votar en el parlamento, Cox se abstuvo.

Una mujer de consenso

Según Lord Wood de Anfield, que la conocía bien, Cox hacía un esfuerzo enorme para entenderse con aquellos que no estaban de acuerdo con ella: “Se pasaba horas y horas comprando tazas de té y de café y tratando de generar consenso”. “No conozco a nadie que pudiera haber avanzado tanto en tan poco tiempo”, dijo.

Para Alison McGovern, diputada y colega de Cox en el Partido Laborista, “Jo llevó al parlamento su dedicación y su pasión por su ciudad natal y por las causas por las que había luchado toda la vida”.

Según McGovern, las detalladas y bien armadas preguntas que formulaba Cox ponían de relieve que estaba usando todos sus conocimientos, también en temas de desarrollo, para controlar el desempeño del gobierno. “Ella es esa clase de persona comprometida y brillante, que usa el parlamento para defender a las personas que más nos necesitan en el mundo”, dijo.

Cox trabajó duro en la campaña por la permanencia en la UE para el referéndum de la próxima semana. Su primer discurso en la Cámara de los Comunes fue un canto a los beneficios de la inmigración: “Nuestras comunidades han mejorado profundamente gracias a la inmigración, ya sea la de los irlandeses católicos repartidos por todas las circunscripciones; la de los musulmanes de Gujarat, de la India; o la de los de Cachemira, Pakistán”.

“Mientras celebramos nuestra diversidad, lo que me sorprende una y otra vez cuando viajo por las diferentes circunscripciones es que estamos más unidos y tenemos más cosas en común que diferencias”, dijo también.

Más recientemente, Cox apoyó la exitosa campaña laborista de movilización parlamentaria para convencer al gobierno de que aceptara más niños refugiados no acompañados entre los que se encuentran varados en Europa.

Aunque al final optó por votar a la centrista Liz Kendall, Cox había propuesto a Corbyn antes de que en septiembre este llegara sin escalas a dirigir el Partido Laborista. Hace poco, Cox firmó un artículo junto al diputado laborista recientemente elegido Neil Coyle en el que acusaban a Corbyn de “liderazgo débil, poco criterio y un sentido equivocado de las prioridades”.

Traducción de Francisco de Zárate

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