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The Guardian en español

Agricultores mexicanos temen que una cervecera estadounidense deje sin agua a sus tierras

Protesta contra la construcción de la fábrica de Constellation Brands.

David Agren

Mexicali —

Carmelo Gallegos solía sembrar trigo en los fríos inviernos y algodón en los calurosos veranos del valle de Mexicali. Hoy el agua se ha vuelto tan escasa que sólo puede tener una cosecha al año.

Pero además de la sequía y de la caída en las napas, el agricultor de 61 años tiene hoy otra preocupación: en la cercana ciudad de Mexicali se está construyendo una enorme cervecera. Como muchos campesinos, Gallegos teme que absorba lo poco que queda de agua para hacer cerveza y exportarla a los Estados Unidos.

Gallegos y otros agricultores se ven a sí mismos como las víctimas de un dañino pacto entre el Gobierno del Estado mexicano de Baja California y Constellation Brands, la tercera mayor cervecera de Estados Unidos.

“Manejan el agua como si fuera un botín que se reparten entre ellos”, dice. “El Gobierno pretende dejarnos sin nada, sin tierra y sin agua.”

Está previsto que la nueva planta entre en producción en 2019, con casi cuatro millones de botellas de cerveza envasadas al día. Entre las marcas están Corona, Modelo y Pacífico.

El proyecto ha provocado una fuerte reacción entre los agricultores y residentes locales, reunidos en el movimiento Mexicali Resiste. El verano pasado, miles de personas participaron en manifestaciones frente a las oficinas del Gobierno estatal y bloquearon la llegada de material al lugar donde se construirá la planta. 

Los disturbios han vuelto a estallar con el nuevo año después de que la policía antidisturbios y los guardias privados de seguridad se enfrentaran con unos manifestantes que habían bloqueado la construcción de una nueva tubería de agua para la fábrica. Decenas de activistas han montado su campamento de protesta cerca de la obra. “Constellation go home”, dicen sus grandes carteles.

“Ya estamos sufriendo la escasez del agua”, dijo la manifestante Ana López. “Imagínate cuando la planta empiece a funcionar”.

Desde que hace 25 años se firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta), los fabricantes extranjeros se instalaron en Baja California. Ciudades de frontera como Tijuana y Mexicali se expandieron rápidamente.

El Nafta ha transformado a la economía cerrada de México en una que gira en torno a las exportaciones. Pero también ha provocado el descontento entre los agricultores del valle de Mexicali, que sienten que el país abandonó el principio de soberanía y autosuficiencia.

Aunque a menudo eran planes plagados de corrupción, los agricultores de más edad recuerdan con cariño la época en la que el Gobierno concedía créditos y otorgaba subsidios para combustible y fertilizantes.

En la década de 1940, en el valle de Mexicali se crearon más de 100 ejidos (propiedades rurales de uso colectivo) disolviendo una vasta compañía algodonera de capital extranjero. Con la tierra vinieron unos derechos del agua que los agricultores aún defienden celosamente. 

“Si esta cervecera fuera un negocio tan bueno, ¿no se instalaría [al otro lado de la frontera] en Calexico o en Las Vegas?”. pregunta el agricultor Eduardo Cisneros, de 75 años. “Sólo quieren agua barata y mano de obra barata.”

“Nuestro patrimonio”

Muchos están furiosos ante la idea de que sus preciados derechos del agua estén siendo entregados a los gringos. 

“Lo que ellos consideran un activo, nosotros lo consideramos nuestro patrimonio”, dijo Ernesto Díaz, agricultor y alto funcionario del ejido. “Están siendo ingenuos si piensan que [la cervecera] no causará problemas de agua en el valle de Mexicali.”

Desde 2010, cuando México superó a Holanda para convertirse en el mayor exportador mundial de cerveza, el número de cerveceras en sus áridas tierras fronterizas se ha multiplicado. No es la primera vez que surgen preocupaciones por el suministro de agua en la región. 

El año pasado, el alcalde de Zaragoza (Coahuila) acusó a otra cervecera de Constellation Brands de absorber tanta agua que había dejado a su pueblo sin agua potable.

Constellation Brands niega que sus cerveceras sean una amenaza para los recursos hídricos. Según un portavoz de la empresa, Zaragoza tenía un problema de “tuberías viejas”. De acuerdo con el portavoz, la planta en Mexicali será sostenible y se está construyendo con los permisos y el apoyo del gobierno de la ciudad, el del Estado y el nacional. 

Constellation Brands dice que está pagando un precio justo por los derechos del agua y que en la primera fase de operaciones la planta consumirá sólo el 0,1% de los recursos hídricos de la región.

Pero los agricultores temen que la cervecera traiga problemas a largo plazo. La Comisión Nacional del Agua (Conagua) de México ha declarado sobreexplotado al acuífero del área y ha prohibido que se perforen nuevos pozos.

Constellation Brands no es la única cervecera que se expande por las tierras fronterizas. Heineken, dueña de marcas mexicanas como Sol, Tecate y Bohemia, ya anunció sus planes de expandir su cervecera de Tecate, que también requeriría agua del área de Mexicali. 

“Hasta ahora no ha habido un solo proyecto para mitigar estos problemas del agua; ha sido todo lo contrario: traer inversiones”, dice Rigoberto Campos, líder local de la Confederación Nacional Campesina. “Estamos preocupados porque tenemos un acuífero sobreexplotado.”

Los que se oponen a la cervecera expresan sus dudas por una serie de proyectos de infraestructura que hay en el Estado, como el de la gigantesca planta desalinizadora de Rosarito que está siendo construida por una asociación público-privada. El Gobierno estatal también intentó aprobar una ley de privatización del agua en 2016, lo que provocó multitudinarias protestas en Mexicali.

Alejandra León, abogada que representa a varios agricultores, dice haberse enfrentado a un clima de secretismo en cada uno de sus avances. Para conseguir el estudio de impacto ambiental de la cervecera, tuvo que demandar al Gobierno del Estado de Baja California. El estudio reveló algunas sorpresas desagradables, como cuáles serían los pozos que abastecerían de agua a la cervecera.

“La empresa llevó a cabo estudios para identificar los pozos que quería sin que los actuales propietarios de esos pozos supieran nada”, dijo León, que también forma parte del Consejo de Protección Ambiental del Estado. “Es como si ya se hubieran apoderado de ellos”.

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